La tierra Antigua

La Guerra de los Mundos Bajos (parte 7: La guerra de los mundos bajos 3)

Todo el ejército de Roy correría hacia la batalla, en la parte delantera Moul junto a Jhon liderando y atrás de ellos 200 hombres de pelea cercana, en el medio 300 soldados pesados y al final 225 arqueros.

- ¿Como los viejos tiempos no crees…? – Jhon le sonreiría a Moul y él se lo devolvería.

- ¿Quién mata más markianos?

- ¡así se habla amigo! – ambos desfundarían sus espadas, en esta ocasión Moul vendría con el diente del diablo (un sable de 50 cm, toda la hoja negra y un mango de cuero cubierto por rombos de tela) - ¡Hey!, pero si hacemos competencia está prohibido usar Kunk. 

Moul solamente sonreiría, sujetando con más fuerza su espada – Como quieras amigo ­­– saldrían disparados al ataque cada uno empezando con su cacería. Moul esquivaría el ataque de un soldado clavándole la espada en el ombligo, saltaría hacia atrás e iría con impulso sobre 5 soldados cortándoles el pecho a cada uno. – Ahí van 6 – voltearía a mirar e iba ser atacado, pero rápidamente bloquearía el ataque con su espada votando el ataque y contratacando al pecho – y ahí van 7 – Jhon saltaría hacia el dado derecho esquivando el ataque de un pesado, saltaría sobre su arma y clavaria su arma sobre su cabeza, botándolo al piso y saltando sobre otro soldado clavando su espada en el pecho para agarrar la espada del soldado y clavárselo al que llegaba por su detrás, luego sacando su espada del pecho y continuando avanzando matando alrededor de 5 soldados cortándoles sus pechos, correría hacia un grupo de 7 soldados, esquivando el ataque de dos que iban hacia su pecho agachándose y cortándoles las espaldas, rodaría rápidamente hacia ataras levantándose y mirando el panorama – cinco contra uno… lo tengo. – atacaría con el brazo derecho a uno, este le bloquearía el ataque mientras le atacaban por detrás, rodaría hacia la izquierda y estos clavarían sus espadas en el pecho de su compañero, rápidamente correría a cortarles la cabeza a 3 soldados, pero los otros dos saltarían hacia tras dejando sus espadas clavadas y cayendo al suelo. – Que rápido cambian las cosas ¿no? – clavaria ambas espadas en medio de sus ojos, sacando solamente su espada con la mano derecha – ¡Ahí van 15! – miraría hacia la derecha y vería la horda de soldados que ya llevaba detrás de su espalda - ¿Decías algo? No te escuche… - sonreiría y seguiría con su masacre de soldados.

- Mi señor… ¿Qué haremos? – El hechicero le preguntaría a Mourl mientras ambos observaban el panorama.

- ¿Tienes sello de invocación divino?

- Pero mi señor, eso tiene un costo de 4 personas.

- Reúne a 3 personas, te encargaras del sello… hazlo por tu reino. – sin titubear obedecería las ordenes de su rey, aun costándole la vida había algo más preciado era su orgullo y honor hacia su reino. Reuniría a 3 jóvenes guerreros, pintando la estrella de David en el suelo colocando el sello divino en el medio, el junto a un soldado se colarían en la punta alta y baja de la estrella, los otros dos se colocarían en medio de los lados, todos con las manos en el suelo – ¡Repitan lo que diga! – todos se miraban preocupados, lo último que se dijo así mismo fue un “Confía en tu rey…” - Damus vobis vitam nostram, in commutationem pro Mourl paret iussis – repetirían esa oración unas 3 veces hasta que la estrella empezaba a brillar - ¡Funciono! – Mourl se alejaría mientras sonreía, el brillo se comería a los 4 expresando un grito de dolor, como si los estuvieran torturando, pero ese dolor acabaría rápido ya que los 4 se juntaría trayendo a la tierra de los mortales a Kënk.

- ¡Somos seres insignificantes a lado del dios de la guerra! – Kënk hijo de Samael (el dios de la muerte) según se dice se impuso una ley entre dioses de no interferir en asuntos humanos a no ser que sean invocados, pero estos solo llegarían con un 40% de su poder (suficiente para desequilibrar la balanza), pero este tiene una condición entre los humanos y es que solo hechiceros con un poder y conocimiento avanzado podrían invocarlos con la ayuda de otros 3 seres vivos a cambio de su vida, el último gran hechicero a muerto. Kënk bajaría en forma humana, con un tamaño de 2 metros, su piel blanca como las margaritas, un cuerpo con los músculos definidos y delgado, el cabello rubio como un girasol y suave como el algodón, vistiendo una manta blanca como la leche y del mejor material nunca visto por el hombre, que cubría desde su pecho hasta su pie derecho.

- ¿Quién será el afortunado en recibir ayuda divina? – voltearía y observaría a Mourl – Imagino que tu eres el que requiere de mi ayuda… - observaría el panorama de la guerra, mientras observaba todo con desprecio, del lado derecho saldría Jhon con todo el estómago cubierto de sangre y más lento por sus heridas corriendo atacar a Mourl, pero Kënk bloquearía el ataque con una espada de luz.

- ¿Es a él al que debo matar? – miraría con desprecio a Jhon, como si su ataque no fuese nada a su lado.

- No… al que debes matar es a Moul, ¡el del Kunk de fuego infernal! – Kënk se sorprendería al escuchar “el del Kunk de fuego infernal” - ¿Así que fuego infernal? – soltaría una sonrisa – Parece que no he venido por gusto – soltaría un gran brillo que llegaría hasta las nubes, mientras que Jhon era resguardado por 2 soldados a continuar defendiendo el castillo.

Todos en el campo de batalla se darían cuenta de la gran luz que se emitía.

– Es mi momento de actuar – Observaría a Jhon mientras este estaba luchando junto a un grupo de 5 soldados, soltando una sonrisa crearía unas alas de fuego infernal, apartando a todos de su lado y saldría volando hacia la luz, Jhon se percataría de lo sucedido y solo sonrió “Parece que esta guerra terminara pronto” esquivaría un ataque rodando y clavaria su espada a la espalda de su enemigo. Mourl y Kënk observarían como Moul llegaba – lárgate, solo serás un estorbo – Mourl se subiría a un caballo y se retiraría del escenario – La victoria ya es nuestra… iré a festejar. – Moul caería al escenario con su espada cubierta de fuego estirando su espada hacia Mourl, pero un gran domo de luz aparecía impidiendo que saliera el ataque.




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