La tortura eterna

01.

Una madre acababa de tener una llamada con una persona que le ofreció una casa porque la señora que vivía se fue porque extrañaba a su hija, la madre cuando recibió la llamada aceptó, pero dijo que le enseñara cómo era la casa y comprobar papeles para ver que no fuera un fraude, cuando vio la casa en fotografías no lo pensó dos veces, empacó e hizo que sus hijos hicieran lo mismo. Ella estaba viuda y desde entonces cuidaba más de sus hijos, ya que, eran lo único que le quedaba, pues con su familia no tenía muy buena relación y además vivían lejos. Una vez que empacó todo y ya no quedaba nada más en la casa subió a sus hijos a su camioneta, durante el trayecto no dijo ninguna palabra, sus hijos como de costumbre venían jugando y viendo el paisaje, la madre lo que más quería era llegar, una vez que llegó se dio cuenta de que la casa quedaba en una residencia privada que tenía vigilancia y muchas casas alrededor, desde lejos ya le había gustado el lugar, pero en cuanto se acercó se enamoró más del lugar, pero siendo sinceros es difícil que a alguien no le guste este tipo de lugares, las casas se veían bien pintadas, el pasto muy verde, habían niños jugando y se sentía una calma que hacía sentir a la madre más tranquila. Cuando se estacionó los primeros en bajarse fueron sus hijos que se salieron junto con su maleta corriendo.


—Te apuesto a que llego primero— dijo el hermano mayor.

 

—No lo creo —dijo la hermana menor y le sacó la lengua—, eres demasiado lento como para ganarme.

 

—No lo se peleen— dijo la madre.

 

Los niños estaban corriendo en círculos, la madre se bajó de la camioneta, le puso seguro y guardó sus llaves, sacó las llaves de la casa de su bolsa, abrió la puerta, los niños entraron sin dudarlo.

 

>>Si siguen corriendo se pueden caer.

 

—No— dijeron los hermanos al unísono.

 

—Estos diablillos— dijo en voz baja la madre.

 

—Mami, mami, mami— dijo la hija jalándole la blusa a su madre.

 

—¿Qué pasa cariño?

 

—¿Cuál es mi cuarto?

 

—Acabamos de llegar cariño, primero desempaquemos y después veremos los cuartos, ¿te parece?

 

—Claro que sí mami.

 

—Te gané— dijo el niño.

 

—Eso fue trampa.

 

—Te gané, te gané y te gané.

 

—¡Mamá!— Exclamó la niña llorando.

 

—No molestes a tu hermana, por favor Francisco.

 

—Perdón mami.

 

—Conmigo no te tienes que disculpar.

 

Francisco volteó a ver su hermana que se estaba limpiando las lágrimas.

 

—Megan, ¿me perdonas?

 

Megan se limpió las lágrimas y alzó la cara.

 

—Sí.

 

Francisco abrazó a su hermana.

 

—Ya tendrán tiempo de abrazarse, es hora de ayudarme a desempacar y a acomodar sus cosas, así que, vamos— dijo la madre.

 

Los hermanos dejaron de abrazarse, subieron junto con su madre al segundo piso, vieron que habían cuatro cuartos y un baño, cada uno vio el cuarto que más les gustó y empezaron a acomodar sus cosas, (la verdad es que la madre no había traído tantas cosas porque quería regresar en vacaciones a su otra casa, por lo que, no llamó a la mudanza), la madre bajó por las demás cajas que había dejado, comenzó a acomodarlas, ella se sentía realmente feliz y no lograba creer cómo podía haberle pasado algo como eso.



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En el texto hay: muerte, famila, casa

Editado: 16.12.2020

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