Era el gran día, el día en que al fin Pamela Betancourt tendría su primer día de trabajo, lo que no sabía es que este nuevo empleo iba a marcar una etapa en su vida de la cual nunca se olvidaría.
Pamela entró por a la empresa y comenzó a tratar con las personas con las que tenía que trabajar, al cabo de unos días muy cansados, en aquella puerta donde entregaban material un muchacho alto, un poco fornido, mirándola.
-¿Quién es el?- lo dijo en voz alta sin darse cuenta-mientras Esmeralda(la amiga de Pamela que entregaba el material), le respondio-Se llama Santiago, trabaja en la sucursal que está a unas calles y vino a recoger material.
Ahora se la pasaba pensando en el muchacho en poder verlo de nuevo y que se fijará en ella, imagino que era el chavo perfecto para ella.
Pronto se llegó una fecha importante la fiesta para empleados de fin de año, se arregló y llego a la fiesta, ahí se encontró a sus compañeros de trabajo a los cuales se sentaron con ella en la mesa.
Pasó toda la tarde y ella solo veía una mesa, aquella dónde Santiago se encontraba, quería ir y hablar con él pero no tenía la sagasidad para hacerlo.
Ya estaba a unas horas de terminar la fiesta cuando Pamela tenía que ir al wc, al ir regresando a su mesa ve a Santiago sentado algo lejos con sus compañeros de trabajo y sigue caminando regresando su mirada al camino entonces llega Santiago a su lado y comienza a caminar con Pamela.
-hola, que tal, ¿tú estás en la sucursal más grande verdad?- Pamela sorprendida al no esperar que Santiago llegará de la nada a hablarle.
-Hola, si estoy en esa sucursal, me llamo Pamela un gusto conocerte- respondió con nervios -Un gusto, soy Santiago- respondió Santiago con seguridad y risueñamente.