El joven Dante tenía en ese entonces veinte años recién cumplidos, vivía con sus padres y su hermano en un pequeño departamento en un enorme complejo habitacional dedicado a repoblar la zona árida tan alejada de las imponentes urbes céntricas, era una región rural y pobre pero al menos ahí tenían un hogar. Así como Dante y su familia había varios cientos de personas que recibieron facilidades económicas para poder comprar un departamento en esa zona y viéndola bien y de cerca no era un lugar tan horrible, con el tiempo los alrededores crecerían, habría centros comerciales, cines, todo lo que una población en crecimiento necesitaría, pero de momento era un lugar solo, muy frio de noche y un hervidero de día, aunque eso a Dante no le importaba porque por fin habían dejado atrás el hacinamiento, ahora solo compartía el cuarto con su hermano menor, no era como en casa de su abuela donde dormían ocho personas en un mismo cuarto y eso que era el cuarto más despejado. Ese lugar era su nuevo hogar, donde tendría un nuevo comienzo, el único problema aquí era la escuela, quedaba realmente muy lejos, tendría que madrugar a diario para llegar rayando a la universidad pero era un riesgo mínimo y que afrontaría con todo gusto con tal de tener un espacio en paz esperándolo todos los días.
La zona árida era un lugar antiguo que se había visto despoblado mucho tiempo atrás, a pesar de que nadie reclamaba esas tierras y de que prácticamente era terreno gratuito, un grupo de indígenas se oponía a la construcción en esa región por que clamaban que esa tierra pertenecía a dioses antiguos y que cualquiera que se asentara en esa región quedaría maldito, naturalmente nadie hizo caso a esos reclamos y la construcción se hizo y se sigue haciendo ya que no es el único complejo habitacional que se tenía en mente. Naturalmente los indígenas dieron su advertencia y se fueron, ya que obviamente ya sabían que nadie les haría caso, pero aun así quisieron detener lo que se avecinaba, lamentablemente nadie nunca cree en esas cosas y menos cuando la gente solo busca enriquecerse o en este caso un hogar propio sin restricciones.
Dante ya se estaba acostumbrando a su ruta, era francamente muy sencilla, tenía que tomar un camión que lo dejara en la ciudad y de ahí tomar otro camión que lo adentrara en la ciudad, el problema es que cada camión hacia 45 minutos de recorrido, por lo que eran un total tres horas diarias que gastaba en el transporte público, pero Dante era feliz, por fin podía hacer su tarea en su propio cuarto y ocupar su vieja computadora sin tener que esperar su turno, lo único malo de aquel lugar eran los mosquitos que parecían ser inmortales e inagotables, por más que usara repelente o utilizara productos insecticidas estos no disminuían e incluso parecía que incrementaba el número, lo más raro es que solo a él parecían picarlo ya que su hermano no tenía un solo piquete y ninguno de sus papas se había quejado de eso tampoco. Todo siguió normal hasta que un día al despertar se percató de que tenía los brazos y más específicamente en la fosa de ambos codos una cantidad irreverente de violentos piquetes de mosco que le generaban una comezón y una ansiedad muy fuertes, la imagen de sus brazos era un poco grotesca, nunca en su vida había visto tal cantidad de piquetes de mosco en una persona y lo más raro es que estaban milimétricamente espaciados de tal manera que no quedaran encimados, de inmediato fue a despertar a su madre para mostrarle lo que le había pasado, su madre consternada observo cuidadosamente sus piquetes y quedo sorprendida por la estética de los mismos, realmente no parecían ser de mosco se veían mucho más grandes e irritados, pero al final no busco otras opciones y aplico un remedio casero para controlar el dolor, la comezón y la hinchazón, le puso unas vendas cortas y lo mando a la escuela. Así sin más, Dante se fue a la universidad y el remedio parecía haber funcionado de manera muy agradable, la comezón ya era mínima pero seguía intrigado por aquella situación de los mosquitos, paso todo el día en la escuela sin pensar en lo ocurrido y llego a su casa, solo para encontrarse con que su madre preocupada por él y por su hermano había conseguido un enorme mosquitero para su ventana, más aparte había comprado gran cantidad de productos para matar mosquitos, matamoscas diversos, insecticidas varios y también un bote de repelente de mosquitos grande, Dante agradeció a su madre y se fue a hacer su tarea, tardo mucho tiempo ya que estaba haciendo una extensa investigación para la clase de bilogía pero no le pesaba porque le gustaban mucho la materia desde pequeño, se fue a dormir a altas horas de la noche ya sin ninguna molestia por los piquetes, incluso se le había olvidado lo sucedido y con el mosquitero y los productos anti moscos la noche sería muy tranquila.
Al día siguiente despertó y como era de esperarse ya no tuvo piquetes de mosco, había resultado la técnica de su madre, se metió al baño para tomar una ducha, comenzó a quitarse la ropa, la playera de la pijama, los shorts, las calcetas viejas y por último se quitó el vendaje de los brazos solo para encontrarse con la mórbida evolución de sus heridas, parte del vendaje se había quedado pegado en su fosa del codo, los piquetes habían desaparecido y de algunos puntos específicos en donde antes estaban los piquetes la piel estaba levantada de tal manera que se alzaban unas púas largas, gruesas como alfileres largos y negruzcos que sobresalían y parecían provenir de las profundidades de su carne o de los músculos. Dante quiso volver a avisarle a su madre pero recordó que sus padres se habían ido a realizar un trabajo importante a la ciudad y que no volverían sino hasta dentro de dos días y se habían llevado con ellos a su hermano pequeño así que desesperado, trato de extirparse aquellos miembros que salían de su piel, pero los intentos eran muy dolorosos ya que cada que tiraba de aquellas agujas las podía sentir, era una sensación horrible e inexplicable, pero era como si los finos alfileres fueran parte de su cuerpo, finalmente con todo el dolor del mundo y con los brazos ensangrentados y despellejados no dejo rastro alguno de las agujas en sus brazos, se desinfecto y se volvió a vendar los brazos, estaba a punto de irse cuando sintió una ligera comezón en las piernas en la parte de arriba de la pantorrilla, se quitó los pantalones de un golpe y noto que tenía una brutalidad de piquetes de mosco en ambas piernas, pero aquello era imposible, el mosquitero y los productos que le compraron debieron hacer efecto, pero no, tenía horribles piquetes en las piernas y había sufrido de una especie de metamorfosis en los brazos, se hizo lo mismo que su madre le había puesto en los brazos y se fue aterrorizado a la escuela. En todo el día no quiso hablar con nadie, estaba muy preocupado por lo que había pasado y no podía dejar de pensar en llegar a su casa a observar como salían agujas de sus piernas, la idea lo estaba matando, así que decidió irse a su casa temprano.