La travesía de un primer amor

Capítulo 9

Es difícil imaginarse vivir sin alguien que amaste por tanto tiempo y aun peor saber que esa persona también te amo a ti. Hoy era mi penúltima visita con el terapeuta y estaba muy nerviosa, me dijo que podría salir muy triste y llorando. Llegue muy tranquila a la sesión y Ernesto me dijo que podía tomar asiento en el diván. Fui directamente a sentarme y por alguna razón me sentía muy diferente, fue en ese momento que mi terapeuta comenzó a hablar.

—Hemos hablado de muchas cosas Adriana— mencionaba con mucha seguridad mientras hacía algunas notas—Me has hablado mucho de tus amigos, tu familia, tu primer amor y de ese chico que al parecer te interesa. Bien, ahora dime, ¿Por qué no eres feliz? ¿Qué es lo que te impide iniciar una relación? Quiero que me hables de todos tus miedos y preocupación—

Me dio un golpe bajo y eso si es pasarse de lanza. No es que yo no lo supiera, pero ¿no es mejor que te lo diga él? Supongo que para eso le pague. Creo que estaba más nerviosa por los comentarios que comenzó a hacerme Ernesto que por todo lo demás. Estaba pensándolo muy bien pues no quería regarla o decir algo que no quiero, pero al parecer Ernesto se dio cuenta.

—Veo que tienes miedo de hablar—susurró mientas seguía haciendo breves notas— recuerda que estamos en confianza y me puedes decir todo lo que sientes—

Y ahí fue donde por fin, después de 25 años, me sentí libre y le pude decir a alguien todo lo que en realidad sentía.

“Mira Ernesto, entre lo que más me da miedo pues es la altura y la sangre. Bueno ya enserio, en cuestión de relaciones tengo miedo de muchas cosas. Cada que alguien me interesa, siempre sucede lo mismo, le gusta mi mejor amiga o una de mis amigas pero también pasa que mi mejor amiga quiere con él. No ha existido hombre que me guste y que no le haya pasado eso, bueno solo uno y se llama Eduardo, no hablo de mi amigo. Él siempre fue un buen amigo y me supo valorar, cuando me sucede esto mi única reacción es buscarle pareja o buscar algún motivo por el que no debería de gustarme. El punto es que huyo de la felicidad, no tanto del compromiso porque ya tuve una pareja.

Hubo un tiempo en que fui muy determinada con lo que sentía y decidí luchar por mi felicidad sin que me importará nada y vaya que me di un buen golpe contra la pared. Me di cuenta de que estaba cometiendo un grave error, trate de decir lo que sentía y solo recibí una sonrisa, una risa y pocas palabras. Fue en ese momento cuando me hizo sentir una tonta y como si se burlara de mí. También me había dado cuenta de que tenía todo el derecho de comportarse así, yo no era la persona que él esperaba o que él amaba. Fue cuando me puse a pensar en que el merecía estar con alguien genial, alguien hermosa alguien perfecta para él y claramente yo no lo era.

No podía permitir que la persona que me gustaba terminara estando con alguien con tan poco que aportarle. Sé que él no quería lastimarme y por eso hizo eso, su mejor manera de decirme no te quiero fue esa. Me di cuenta que no merecía a alguien como yo, no merecía a alguien torpe y sin chiste. No soy nada bonita, y es gracioso porque es verdad, bonitas mis amigas. Ellas son hermosas, tienen magia, su presencia es muy alegre, tienen un estilo que le agrada a la mayoría y muchos mueren por ellas. En ocasiones me hacía sentir muy mal cuando veía sus fotos y salían hermosas y no faltaba quien se los dijera e incluso yo lo hacía. Claro que yo no necesitaba que hicieran eso, básicamente porque yo no salía bien en ninguna foto.

Era triste ver como la ropa a ellas se les veía divina y a mí no. Ellas tenían un hermoso cuerpo y el mío era el mismo de siempre, sin forma. Mucho tiempo busque ser como ellas y luego no me importó. Poco a poco fui aceptando que no estaba tranquila conmigo, todas las noches me decía lo horrible que era, que mi cuerpo era el peor de todos, que nadie me iba a tomar en serio y que si me buscaban era porque ya no tenían opción. Siempre he sido comparada y más con mi mejor amiga, lo digo en general, pero las peores comparaciones venían de mí.

Cuando llegaba la noche, y hacía eso, siempre me comparaba con todas ¿Por qué no eres como ellas? Decía cada vez que me veía al espejo, me recordaba en lo que fallaba y que ellas siempre fueron la primera opción de todos y que yo solo era un estorbo o un cero a la izquierda.

Eso también afecto en cómo me desenvolvía con los chicos que me gustaban. Recuerdo que lo último que había dicho, antes de hacer todo para olvidarlo fue que sé que no está bien lo que voy a decir pero que él tiene la posibilidad de ser feliz con alguien bonita y no conmigo, alguien poco agraciada, y que él merece a alguien mejor y no a alguien como yo. Parecía una tonta en ese momento por pensar eso, pocas veces me he tratado bien enfrente de mis amigos y cuando lo hago pido disculpas por darme el valor que no tengo. Cada que decía eso mis amigos me querían matar, trataron de mil formas quitar ese pensamiento de mi cabeza pero jamás pudieron.




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