—Se estaban besando, mamá –hablo indignada esperando a que me responda que ella misma se encargará de ponerle un punto final a esta locura.
No sé por qué espero eso, cuando sé que será todo lo contrario. Sostengo el celular entre mi hombro y mi cabeza para poder alcanzar el paquete de galletas en un estante alto. No puedo creer que hayan estantes más altos que yo.
—Theresa me dijo que estaban juntos, pero tú me estás dando todos los detalles. Tendría que contarle... Esto es fantástico —me cuenta con emoción. De fondo, puedo oír el ruido de la calle. Es difícil oirla con claridad, pero el mensaje me llega más claro que el agua.
—No es fantástico.
Abro el paquete de galletas y me llevo una a la boca. ¿Cómo puede pensar que es fantástico? En ningún universo es fantástico. Es mi hermana, mi sangre, besándose con el hermano de mi enemigo. Posiblemente hasta en una relación. No que me comunique mucho con Acacia estos días para saber si le interesan los noviazgos o simples tonteos. Uno no pensaría que a los quince tendría una vida amorosa. Yo tengo diecisiete y apenas tengo una vida.
—¿Hunter y tú siguen con ese maldito juego? ¿No se cansan de fingirlo? Deberían audicionar para una obra de teatro o algo así, seguro les dan el papel.
Mamá tiene la poca gracia de reírse.
—No es un juego —es lo único que declaro antes de cortar la llamada.
Estoy por volver a mi habitación cuando oigo la puerta principal abrirse. Es mi hermana. Dejo las galletas en su lugar y me apresuro a interceptarla antes de que desaparezca. De seguro quiere evitarme. Nunca se queda hasta tan tarde por su club de teatro. ¿Justo decidió hacerlo hoy? No me parece una coincidencia.
Apenas me ve, bufa como si fuese la molestia más grande del mundo.
—Juliette, ahora no —me pide luciendo aburrida. ¿Pero con qué nervio me trata así? Intenta caminar y pasar a mi lado pero la detengo cuando la tomo del brazo.
—A mi no me vienes con esa actitud. ¿Qué es fue eso en la cafetería? Dime que solo es un tonteo —no suelto su brazo y ella no intenta zafarse. Sus ojos me devuelven una mirada cargada de odio.
—Cameron es mi novio. Hoy lo oficializamos.
No.
—¿Por qué hiciste eso? ¿Desde cuando te gusta? Acacia, estamos hablando de Cameron. Es el hermano de Hunter.
—Dios, qué dramática. ¿Y qué tiene de malo que sea hermano de Hunter? No nos metan en sus peleas —espeta. Ahora sí, mueve su brazo bruscamente logrando que la suelte. Empieza a caminar hacia las escaleras y me apresuro a seguirla.
—Acacia, no lo entiendes...—
—No, no —me interrumpe sin dejar de avanzar—. Tú no entiendes. Tienes que probar con madurar. Oí que hace buenas cosas.
¿Quién es esta mini Regina George y qué le han hecho a mi hermana?
Me quedo en silencio, porque realmente no sé que responder. No es la primera persona que me dice que tengo que madurar. ¿Y si de verdad tengo que intentarlo? ¿Qué tan infantil me estoy comportando? Cómo sea. Lo probaré cuando Acacia deje de ser la novia de Cameron.
Se encierra en su habitación, cerrando la puerta en mis narices.
—¡Acacia, esta conversación no ha terminado! —exclamo,
—¡Yo creo que sí! —la oigo decir desde adentro.
Entonces está completamente equivocada. Abro la puerta de su habitación sin tocar y entro como un torbellino.
—No, no se terminó —mascullo y me cruzo de brazos.
—Termina de una vez, entonces —resopla cansada y se sienta en su cama—. ¿Por qué quieres que termine con Cameron?
No lo pienso dos veces. Este es mi único tiro para darle por la culata.
—Porque es el hermano de Hunter, la persona que más odio en la faz de la tierra —digo. Al notar que está por poner sus ojos en blanco, elaboro más mis razones—. Hunter se ha encargado de hacerme la vida imposible desde siempre. No sabe tratar bien a nadie, mucho menos a chicas. Es... Es una persona que solo se preocupa por el mismo. ¿Crees que Cameron no es igual a él? Te equivocas. Creeme, te equivocas. Yo ya pasé por esto Cas, no quiero que tú también lo hagas.
—Juliette, pueden ser hermanos pero no son la misma persona. Cameron es capaz de pensar por él mismo y puedo apostar que es buena persona porque lo conozco y soy su novia, si no, no estaríamos juntos.
Acacia debe ser la segunda persona más testaruda y orgullosa del planeta. La primera soy yo.
Inflo mi pecho de aire. ¿Ahora cómo le explico para que entienda que toda relación empieza perfecta y termina en llantos y corazones rotos? Mucho más si hay un Thompson de por medio.
—Acacia...
—No, se terminó la conversación —sentencia con una mirada fría en sus ojos—. No te haré caso, no importa cuánto lo intentes. Nunca me hablas y ahora que lo haces, es para meterte en mi relación con Cameron. Tienes razón, te haré caso totalmente.
Se levanta de su cama solo para empujarme hacia la puerta. La abre y me deja afuera. Cierra. Parpadeo confundida. ¿De qué manera voy a separar a Acacia de Cameron si no es hablando con ella?
Mi celular suena y me fijo en la notificación mientras que vuelvo a buscar mi paquete de galletas abajo, porque quedarme mirando a la puerta de Acacia no tiene sentido. Es el grupo que tengo con mis amigos. Los mensajes son de Peter, diciendo que aprobó su examen matemáticas y que tenemos que festejar. Sé cuánto se esforzó por esa nota, porque una baja más y su mamá iba a castigarlo de por vida.
Les digo que si quieren pueden venir a casa a pasar el rato y que a la noche, podemos ir a comer algo por ahí. El plan parece gustarles porque minutos después están organizando con Peter para que los pase a buscar a todos.
Por suerte la casa está ordenada, así que me tiro en el sofá de la sala a esperar que lleguen. Una hora más tarde, veo por la ventana a la camioneta de Peter estacionarse en la entrada.
Abro la puerta, encontrandome a mis amigos de siempre. Derek, Cara, Summer y Peter. Me saludan con un abrazo. Pasan directamente al patio, porque siempre que nos juntamos en mi casa, pasamos el rato allí. Nunca hace tanto frío en California como para que tengamos que estar adentro. Con un abrigo basta. Nos sentamos en la mesa, y es cuando Cara alza la bolsa con golosinas que trajeron.