La Tríada - Libro 6 de la Saga de Lug

PARTE XVII: MÁS REVELACIONES - CAPÍTULO 82

—¿Qué piensas?— le preguntó Lug a Dana, parado en el sendero, bordeado de enormes árboles, a unos cien metros de la cabaña.

—No confío en ella— meneó ella la cabeza.

—Necesitamos corroborar su historia— concordó Lug.

—Hablaré con mi padre. Veré qué me dice— suspiró ella.

—¿Abrirás un canal?

—No, esto tiene que hacerse cara a cara— respondió ella.

—Tienes razón— asintió Lug—. ¿Quieres que te acompañe a Tu Danacum?

—No, eso sería contraproducente. Prefiero confrontarlo a solas. Tu presencia solo hará que se cierre y no me diga la verdad.

—¿Alguno de ustedes dos piensa explicarme qué pasó en esa habitación y qué tiene que ver Nuada con esto?— protestó Llewelyn.

—Lo siento, Llew— se disculpó Lug—. Marga dice que tu abuela biológica, Nemain, está viva y se encuentra haciendo estragos en el otro mundo. Dice que Nuada lo sabe y se lo ha ocultado a todos.

—¿Por eso bloqueaste el portal? ¿Para que Nemain no pueda cruzar al Círculo?— inquirió Llewelyn.

—Sí y no… es… complicado— dudó Lug.

—Marga vino a convencerlo de reabrirlo— le dijo Dana a su hijo.

—Razón de más para que siga bloqueado, entonces— concluyó Llewelyn.

—Tal vez— vaciló Lug—. Necesito que lleves a tu madre a Tu Danacum.

—Claro, por supuesto— aceptó Llewelyn enseguida.

—Te pondré al tanto de los demás detalles de la historia que nos contó Marga cuando lleguemos allá— le prometió Dana.

—Gracias por no dejarme afuera de esto— dijo Llewelyn.

—No, gracias a ti por ayudarnos, Llew— le respondió Lug.

—Somos familia, papá. Sabes que soy feliz de participar en las cuestiones del Círculo cuando éstas te atañen a ti o a mamá— expresó Llewelyn—. Lo cual me recuerda: ¿y Lyanna? ¿Sabe lo que está pasando?

Lug se mordió el labio inferior con nerviosismo:

—Lyanna ignora todo por el momento— manifestó—. Consideraremos ese tema más tarde, cuando sepamos qué tanto hay de verdad en las palabras de Marga.

—Entiendes que no podrás detener a Lyanna si ella decide intervenir en este asunto, ¿no es así?— le advirtió Llewelyn.

—¿Por qué crees que no le he dicho nada?— arqueó una ceja Lug.

—Mantener a Lyanna en la oscuridad nunca ha sido conveniente, papá— protestó Llewelyn—. Por el contrario, solo ha sido perjudicial.

—Lo sé— admitió Lug—, pero necesito un poco más de tiempo para tener la información suficiente para decidir sobre eso.

—De acuerdo— aceptó Llewelyn—. Espero que sepas lo que haces.

—Yo también— murmuró Lug para sí.

—Será mejor que partamos cuanto antes— lo apremió Dana a su hijo.

—Solo déjame buscar mi espada— asintió Llewelyn, y salió corriendo hacia la cabaña.

—¿Qué harás mientras tanto?— le preguntó Dana a Lug.

—Hablar seriamente con Cormac— decidió Lug—. Quiero escuchar su versión de la historia.

—Buena idea— le respondió ella.

Llewelyn volvió enseguida, con la espada colgando de su cadera izquierda:

—Estoy listo— anunció.

—Bien— asintió Lug, y luego a su esposa: —¿Seguro que no quieres llevar nada más? ¿Provisiones?

—No, tengo todo lo que necesito— señaló ella el puñal en su bota.

Lug abrazó a Dana para despedirse:

—Buena suerte, y por favor mantén la compostura si tu padre no se comporta como esperas— le dijo.

—Lo prometo— aseguró ella.

Luego, Lug abrazó también a Llewelyn y le susurró al oído:

—Protege a tu madre—, pensó un momento y luego agregó: — Y a tu abuelo de ella si las cosas se ponen difíciles.

—No te preocupes— le sonrió Llewelyn—. Sabes que soy el más centrado de la familia. Me encargaré de que las cosas se mantengan bajo control.

—Gracias, Llew— le palmeó la espalda su padre amistosamente.

Llewelyn tomó la mano de su madre. Ambos cerraron los ojos y desaparecieron al instante.

Lug volvió a la cabaña, caminando ensimismado por el sendero. Cuando abrió la puerta de la casa, se encontró con que Ana y Randall estaban sentados frente a Marga, con sus armas desenfundadas y en constante estado de alerta. Marga estaba con las manos atadas al respaldo de una silla y una mordaza de tela cubría por entero su boca. Cuando Lug entró, los ojos de su madre, que hasta ahora habían estados fijos en el vacío, se enfocaron en él, interrogantes. Pero Lug la ignoró, su atención se volvió hacia Cormac, que estaba con la cabeza gacha, parado en un rincón.




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