La Tríada - Libro 6 de la Saga de Lug

PARTE XXI: EL FUNERAL DE LIAM - CAPÍTULO 106

Comprendiendo que no iba a llegar a nada tratando de luchar directamente con Nemain, Lug abandonó sus intentos contra ella. Decidió en cambio, concentrarse en mantener el campo de protección alrededor de sus amigos, y cuando logró mantenerlo estable, dirigió su atención por primera vez a su hija:

—Hola, Lyanna —le dijo, tratando de que no le temblara la voz, tratando de que sus lágrimas de frustración no escaparan al verla bajo el dominio de Nemain.

Pensó que Nemain no dejaría que ella le hablara, no permitiría que conversaran, pero Lyanna le respondió sin ninguna barrera aparente en su voluntad:

—Hola, papá—. Pero el saludo fue frío y distante, sin la alegría y la dulzura que esas mismas palabras habían llevado al corazón de Lug en otras oportunidades.

—Ven, cariño, ven con nosotros —le extendió Lug un brazo en invitación.

—No, papá.

—¿Por qué no?

—Prefiero quedarme con la abuela —señaló Lyanna, dirigiendo una sonrisa a Nemain a su lado.

—Escúchame, Ly, lo que sea que tu abuela te haya dicho, no es cierto. Te está engañando —intentó Lug.

—Eso quise creer —respondió Lyanna con el rostro triste—, pero no es así. Es cierto que sus palabras fueron dolorosas para mí, pero su verdad es innegable.

—¿Qué verdad?

—Me abandonaste, papá.

—¿Qué?

—Te fuiste al Círculo y cortaste todos tus vínculos conmigo.

—Es cierto, fue un error —admitió Lug—. Pero ahora he vuelto por ti.

—No, no volviste por mí. Desbloqueaste el portal solo para venir a hacer daño a la abuela.

Lug tragó saliva sin contestar.

—No tuviste estómago suficiente para matarme, enterrándome bajo la escuela de Alaris,  y entonces, decidiste abandonarme en este mundo —continuó Lyanna.

—Ly, busca en tu memoria, sabes bien que las cosas no sucedieron así —le dijo Lug, consternado.

—Ly —intentó Dana—, me conoces, sabes bien que siempre he estado de tu lado, sabes bien que te quiero, hija. Nuestro vínculo no puede ser borrado por este vil engaño de Nemain. Por favor, trata de razonar, trata de ver la mentira en la que tu abuela te ha sumido.

—¿Cómo te atreves a hablar del valor del vínculo entre madre e hija? —le espetó Lyanna con desdén—. Tienes delante de ti a tu propia madre, que fue exiliada y repudiada, y sin embargo, tomas la posición de quienes la dañaron, la vuelves tu enemiga sin siquiera conocerla.

—¿Y tú la conoces? —le retrucó Dana.

—Mucho más que tú —le respondió Lyanna sin amedrentarse—. Ella no me ha engañado como ustedes, ella me mostró su esencia, quién realmente es.

—Si eso es verdad —le dijo Lug—, ¿cómo puedes aceptar unirte a ella? ¿Cómo puedes consentir ser parte de la violencia y destrucción que planea?

—Tú no eres quién para juzgar mis acciones, padre —le contestó Lyanna.

—Tal vez no —concedió Lug—, pero me hiciste una promesa, Ly: cuando te planteé que de tus manos emanaba la creación y la destrucción del mundo, me dijiste “nunca sin tu anuencia, papá”. ¿Lo recuerdas?

—Y tú me prometiste que confiarías en mí —le retrucó ella—. Si vamos a hablar de promesas, harías bien en comenzar por cumplir las tuyas.

Lug apretó los dientes con furia, pero no dijo nada.

—No desconfiamos de ti, Ly, pero sí de Nemain —intervino Dana—. ¿Qué es lo que te ha prometido para que aceptes estar a su lado?

—Me ha prometido una experiencia sin abandono, sin soledad, sin separación, una experiencia de unidad que transciende todo lo que he vivido hasta ahora —respondió Lyanna.

—Lamento si te sentiste abandonada y sola, Ly —le dijo Dana con lágrimas en los ojos—, pero existe una mejor forma de subsanar eso: vuelve con nosotros, vuelve con tu familia —le rogó.

—Nemain es mi familia, y ya estoy con ella de una forma que no admite ausencia. Esto es lo que quiero.

—¿Por qué hablas de abandono y soledad? —intervino Juliana por primera vez en la conversación—. ¿Qué hay de Gus?

—Él también me abandonó —dijo Lyanna con amargura en la voz.

—¿Te abandonó? ­—cuestionó Juliana, descreída—. ¿Qué pasó? ¿Dónde está?

—Eso ya no importa —respondió Lyanna—. He encontrado un vínculo más fuerte que el de todos ustedes, uno que no se disolverá tan fácilmente.

—Un vínculo irrompible no es necesariamente un vínculo bueno —comentó Lug.

—Pero es el tipo de vínculo que me interesa en este momento —declaró Lyanna.

—Ly, no hagas esto, por favor, no hagas esto —le rogó Lug.

—Yo también te supliqué cuando decidiste bloquear el portal —le reprochó Lyanna con frialdad—, y tu respuesta fue dejarme inconsciente contra mi voluntad para que no pudiera participar del vínculo familiar que tanto pareces defender. Todos ustedes son unos hipócritas, solo aman a otros cuando estos tienen formas de pensar y actuar que coinciden con las suyas. En el momento en el que alguien se desvía de lo que ustedes consideran correcto, lo condenan sin piedad. ¿Qué derecho tienen para erigirse en jueces y verdugos de los demás?




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