La Tríada - Libro 6 de la Saga de Lug

PARTE III: EL TEXTO DEL TÚMULO - CAPÍTULO 13

Mientras Juliana hablaba con Allemandi, Luigi se dispuso a hacer café, lo cual todos agradecieron.

—¿Averiguaste alguna otra cosa en el departamento?— preguntó Lug a Polansky.

—No, eso es todo, pero creo que ya es hora— respondió el otro.

—¿Hora de qué?— inquirió Juliana que había colgado el teléfono y volvía a sentarse junto a su esposo.

—De que me cuenten toda la historia— retrucó Polansky.

—¿Qué historia?— trató de fingir inocencia Juliana.

—No insultes mi inteligencia, Juliana— le espetó el científico con el rostro serio—. Hace casi seis meses que he estado vigilando a esa chica porque me dijiste que era especial y querías reclutarla para Baikal. Ayer por la tarde, cuando te dije que había percibido una fuerte lectura energética inusual, me dijiste que abandonara el caso, que ya no era importante. Y luego resulta que Lug en persona cruzó desde el Círculo a causa de mi reporte, la chica fue atacada, y sus padres destrozados por una bestia del Círculo. Nunca me hablaste de que la chica tenía conexión con el Círculo, y cuando llego aquí para escanearla esta mañana, lo que más le interesaba a Lug era saber si ella había estado allá durante su ausencia. Lo que es más, cuando sugerí llevarla a Baikal, que yo suponía era la intención desde el principio, reaccionaste como si estuviera proponiendo lanzar una bomba atómica sobre el lago, y Lug habló de poner a Baikal en riesgo. ¿En riesgo de qué? ¿Quién es esa chica y qué es lo que está pasando?

Se produjo un largo e incómodo silencio en el que nadie se atrevió a dar ninguna explicación a los planteamientos de Polansky.

—De acuerdo— gruñó Polansky, cerrando su computadora, juntando sus cosas y poniéndose de pie—. Si después de todo este tiempo, todavía no confían en mí…

—Eduardo…— lo interceptó Juliana, apoyando una mano en su brazo para que no se fuera—. No es eso, no es falta de confianza. El asunto es muy peligroso y no queremos…

—No me vengas con excusas, Juliana— se soltó él del brazo de ella—. Por muchos años respeté tus secretos, esperando que algún día dejaras de dudar sobre mi integridad y fidelidad. Cuando me invitaron a Baikal, pensé que por fin me habían aceptado, pero veo que solo me han usado, como siempre. Y si no me consideran digno de conocer para qué estoy trabajando en esto, será mejor que siga mi camino y ustedes el suyo.

Juliana cruzó una mirada de auxilio con Lug.

—Adelante— suspiró Lug, asintiendo con la cabeza—, díselo. Merece saber en qué lo hemos metido.

—Siéntate, Eduardo— le pidió Juliana—. La historia es larga.

Él se sentó y Luigi le sirvió más café.

—Lo que voy a contarte, lo sabemos solo cinco personas: Lug, Walter, Liam, Luigi y yo. Decidimos mantenerlo en secreto porque no sabemos las repercusiones que puede tener este conocimiento si se extiende más allá de nosotros cinco. Pero Lug tiene razón, mereces saber de qué se trata.

—Te escucho— dijo Eduardo, sin amilanarse ante las ominosas palabras de ella.

Juliana fue hasta un mueble de la sala, abrió un cajón y sacó una gruesa carpeta, llena de papeles y fotografías, luego volvió a sentarse.

—Durante el segundo exilio de Lug— comenzó Juliana—, Luigi y yo conseguimos descubrir el tiempo y el lugar del portal para que él regresara al Círculo por medio de la conexión celta. El portal se abrió y se cerró en Tara, en Irlanda.

—Sí, lo sé. Augusto me prestó el diario de Lug— dijo Polansky.

—Mientras investigaba todos los documentos celtas que podía encontrar— continuó Juliana—, tomé contacto con Evelyn Heath.

—¿Evelyn Heath?

—Trabaja para el proyecto “Arqueología prohibida”— aclaró Juliana—. Son un grupo de arqueólogos e historiadores que sostienen que los museos y la ciencia oficial están ocultando información, y que ellos mismos han sido testigos de la desaparición misteriosa de hallazgos que podrían cambiar la historia como la conocemos.

—Creo que he oído hablar de ellos, sí— asintió Polansky.

—En fin, en los últimos años, se han descubierto muchos nuevos túmulos celtas en Irlanda. Las excavaciones son lentas y el acceso público a los sitios está prohibido. Eso atrajo enseguida a Evelyn, y usó sus credenciales como arqueóloga especialista en la cultura celta para obtener un lugar en los equipos de excavación. Hace unos nueve meses, Evelyn me llamó entusiasmada y me habló de un texto que encontraron tallado en una roca enterrada en el corazón de uno de los túmulos. Cuando fue a trabajar en el sitio al otro día del descubrimiento, se encontró con que la roca había sido robada. Eso la alertó de que estaba ante algo importante. Por suerte, Evelyn había tomado unas fotos del texto en secreto, y me las envió para pedir mi opinión, pues yo me había especializado en lenguas antiguas celtas cuando trabajé para devolver a Lug al Círculo. Luigi y yo hicimos una traducción.




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