La Tríada - Libro 6 de la Saga de Lug

PARTE VIII: EL ESPÍA - CAPÍTULO 37

—Bienvenido, Bruno, pasa por favor— lo abrazó Juliana, haciendo entrar al detective italiano en la vieja casa de Nora.

—Hola, Bruno, que gusto que estés aquí— lo saludó Luigi, cuando entró al pequeño comedor.

—El gusto es mío, me agrada ser de ayuda— respondió Bruno cortésmente, tomando asiento a la izquierda de Allemandi, que ya había llegado antes, y observando con curiosidad al hombre desconocido que estaba sentado en la punta contraria de la mesa.

—Bienvenido, Bruno— lo saludó Allemandi con un fuerte apretón de manos.

—Gracias— asintió el otro.

—Este es Eduardo Polansky, especialista en física y química, y amigo de la familia— lo presentó Juliana al ver que Bruno lo observaba con interés—. Eduardo, este es el detective Bruno Gaspari.

—Un placer— hizo una inclinación de cabeza Bruno.

—Igualmente— respondió Polansky—. Juliana habla muy bien de usted.

—Estoy seguro de que exagera— se permitió sonreír Bruno.

Juliana fue hasta la cocina, y después de un rato, volvió con una bandeja con tazas, té, café y agua caliente:

—Lo siento— dijo, apoyando la fuente en medio de la mesa—. La casa ha estado vacía por varios meses y no tengo mucho para ofrecerles. Se suponía que la reunión iba a ser en nuestra casa, pero me temo que el lugar ha sido comprometido y no es seguro.

—Entiendo— dijo Bruno—. No te preocupes, creo que ninguno de nosotros vino aquí a comer.

—Tienes razón— concedió Allemandi—. Y cuando sepan los detalles de lo que mi gente ha descubierto, no les quedarán ganas de comer tampoco— anunció, ominoso.

Luigi repartió las tazas y sirvió el té.

—¿Dónde está Lug? ¿Llegará pronto?— inquirió Bruno.

Juliana y Luigi cruzaron una mirada cargada de tensión.

—Será mejor que te pongamos al tanto de lo que pasó ayer— intervino Polansky.

—¿De qué se trata?

—Emilia Morgan— dijo Juliana.

—¿La chica a la que debo proteger y vigilar?— preguntó Bruno.

—Me temo que tu misión ha cambiado— le respondió ella—. Queremos que nos ayudes a encontrarla y a capturarla.

—¿Capturarla?— repitió Bruno con el ceño fruncido.

—Creemos que asesinó a Walter y huyó— explicó Luigi.

—¿Qué?

—Será mejor que te contemos todo desde el principio— propuso Juliana.

—Sí, sería más que conveniente— asintió Bruno con el rostro grave.

Fue Luigi el que relató la historia del texto del túmulo y su relación con Nemain y Emilia Morgan. Las insinuaciones sobre la mención oculta de Augusto y Lyanna en el texto le resultaron claras y obvias a Bruno y no las cuestionó. Pero no encontró lógica en el asesinato de los padres de Emilia ni en el de Walter.

—¿Qué pasó exactamente con Lug después de que lo perdieron de vista en el bosque?— inquirió el detective.

—No lo sabemos a ciencia cierta— confesó Juliana, preocupada—, pero creemos que volvió al Círculo.

—Y bloqueó el portal en el proceso— completó Luigi.

—¿Por qué haría algo como eso? No tiene sentido— cuestionó Bruno.

—Es posible que sea mi culpa— reveló Polansky. Bruno volvió toda su atención al científico, esperando que se explayara—. La noche anterior a la muerte de Walter— comenzó Polansky, lamentando su imprudente intervención en el accionar de Lug—, le sugerí a Lug que tal vez la solución sería desconectar los mundos. Le insinué también que, siendo que él pertenecía al Círculo, tal vez su intromisión aquí no era conveniente.

—¡¿Qué?!— explotó Bruno, y luego a Juliana: —Creí que dijiste que este hombre era amigo de la familia.

—Bruno…— levantó las manos Juliana, tratando de apaciguarlo.

—¿Por qué no lo detuvieron?

—Nos enteramos de que habían tenido esta conversación hace apenas unas horas, cuando ya era tarde— respondió ella.

—No lo entiendo— negó con la cabeza Bruno—. No entiendo que Lug se haya ido de esa forma, para siempre, y sin despedirse, no es su estilo.

—No estaba bien— lo justificó Juliana—. Estaba muy afectado por la muerte de Walter. Creo que no estaba pensando con claridad.

—¿Y qué hay de este hombre?— señaló a Polansky con un dedo acusador—. ¿Por qué está aquí después de esta traición?

—No fue mi intención…— comenzó a disculparse Polansky.

—Eduardo ya ha sufrido demasiado con este asunto— intervino Juliana con tono firme, con la mirada furiosa clavada en Bruno—. Y tú eres el menos indicado para acusarlo de traición y negar el perdón que…




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