Aiden
El camino se acortaba y me iba poniendo más nervioso.
Era la primera vez que iba a la casa de una chica, y aunque no era de esa forma, era la primera vez. Me preocupaba quedar en ridículo con ella, las matemáticas me costaban y me consideraba duro para entender ciertas cosas. Esperaba que Emma tuviera paciencia conmigo porque la iba a necesitar. Pero Emma no parecía ser de las chicas que se molestaban fácilmente por cosas simples, y su personalidad dulce me generaba confianza.
Una de las razones por la cual escogí a Emma para que me ayudara era porque en una clase de mate había oído que la profesora la felicitaba por haber hecho todo bien. También porque era amable y porque si le pedía ayuda a Maddie —quien también iba bien en la materia— iba a quedar mal parado, como alguien que no sabía algo que al parecer a todos le resultaba fácil.
Mi hermano Nick iba saltando con entusiasmo mientras lo llevaba de la mano por la vereda, y en mi otro costado, mi hermana Cassie iba mirando entretenida las casas del vecindario. Sabía lo que pasaba por su mente, ella también deseaba vivir en una casa grande y bonita como aquellas, y me daba un mal sabor de boca pensar en el lugar en que vivíamos.
El departamento era muy pequeño y con mucha humedad. Aun así costaba bastante, la mitad de mi sueldo, para ser exactos. Por esas cosas luchaba y trabajaba, porque quería tener una vivienda decente y darles una buena vida a mis hermanos. El mayor era yo, y mamá muy poco se preocupaba por sacarnos adelante y por nuestra seguridad, así que, habiendo dos niños pequeños, alguien tenía que hacerse responsable. Y ese era yo.
—¿Ya llegamos? —preguntó Nick por décimo quinta vez.
Le sonreí y lo acerqué a mí cuando quiso irse para la calle.
—Es en la cuadra siguiente —respondí.
—¿Cuántos años tiene la chica con la que jugaremos? —Inquirió Cassie—. ¿Es muy pequeña?
—No sé. Yo no conozco mucho a Emma. Recién este año empecé a entablar conversación ella.
—¿Y te parece linda?
La miré.
Recordé el rostro de Emma en mi mente.
Obvio que era linda, demasiado, en realidad. Poseía unos enormes ojos color avellana que seguramente enamoraban a cualquiera que la mirase, por eso pensaba que Emma podía tener a cualquiera que ella quisiese a sus pies. Además de linda, inteligente. Ni qué decir de su sonrisa, no muchas veces la había visto, pero en aquellos escasos momentos podía apreciar su belleza.
—Sí, es muy linda —contesté cuando cruzamos la calle.
Solté la mano de Cassie para fijarme en el papel que traía en mi bolsillo. Cuando vi que el número de una casa grande coincidía con el del papel, me detuve.
—Es aquí, niños. —Golpeé la puerta y Cassie me tomó de la mano. Sabía que tenía vergüenza de entrar en un lugar nuevo. Nick, en cambio, estaba emocionado y despreocupado.
Mientras esperábamos a que nos recibieran, observé un poco el lugar. Era una casa preciosa, de dos pisos, color blanco y con ventanas grandes. De repente, Emma abrió la puerta y nos miró a los tres, lo que me hizo dejar de investigar la casa.
Le sonreí y ella a mí.
—Hola, Emma.
—Hola, Aiden —respondió amablemente.
Le eché una mirada rápida a su vestimenta; llevaba una calza negra, unas Vans del mismo color y una remera blanca mangas largas. Sus ojos tenían un poco de maquillaje y sus labios un tono rosa claro. Noté que su nariz estaba con un tono rojizo y recordé que su prima me dijo en la mañana que Emma no asistió a la escuela porque no se encontraba muy bien. No especificó qué tenía, pero ahora que la veía sé que se trataba de un resfriado. A pesar de estar enferma se veía bonita, con ese toque tierno en su rostro.
—Tienes razón, Aiden —habló Nick y lo miramos—. Tu novia Emma es muy linda.
Apenas dijo la palabra «novia» supe que iba a decir que Emma era linda. El nerviosismo acudió de inmediato a mi cuerpo y coloreó mis mejillas de un tono rojizo. ¿Tenía que decir eso Nick? ¿De verdad? ¿Y encima frente a Emma?
No sabía con qué cara mirarla, pero aun así no me acobardé y la observé dejando escapar una sonrisa nerviosa. Ella hizo lo mismo, y pude notar sus acaloradas mejillas. Estaba igual que yo, incómoda, sin saber a dónde meterse. No quería que Emma tuviera una idea errónea, porque que yo dijera que era linda no significaba que me gustara, así que tenía que aclararlo, pero aun así no lo hice, porque sabía que poco le iba a importar a ella eso, jamás le interesaría viniendo de alguien de clase baja como yo.
—No, Nick, no somos novios —le avisé dando palmadas en su espalda.
—Así que tú eres Nick —Emma se agachó a la altura de mi hermano y le tendió la mano para estrecharla con la de él. Nicholas le sonrió y le dio su mano.
—Sí, yo soy Nick, y ella —señaló a Cassie— es Cassie, mi hermana mayor. Yo soy el más pequeño.
—Puedo verlo —contestó mi tutora. Se levantó para ver a mi hermana—. Hola, Cassie.
—Hola —respondió con timidez.