La Tristeza De Sus Ojos

Capítulo 17

Emma

La cena no fue tan mala como esperaba, pero tampoco fue algo cómoda. Tener a Aiden en la misma mesa que mi padre era algo nuevo para mí. Como había dicho, nunca llevé a ningún muchacho a mi casa como para que se hiciera una cosa fuera de lo común. Me la pasé, literalmente, dura. En un principio, la conversación por parte de mi padre era escasa, no hacía mucha mención de nada, pero luego comenzaron a venir las preguntas hacia mi compañero y no pude evitar rodar los ojos en más de una ocasión.

Miré varias veces a mi madre para que hiciera algo, pellizcarlo, quizá, pero no me hizo caso y el jefe siguió con las preguntas. Aiden estaba sentado a mi lado, parecía disfrutar de la comida y no reparar mucho en las interrogaciones. Quizá ya se esperaba algo como esto o quizá le daba igual o intentaba aparentar tranquilidad. Él respondía a las indagaciones del pesado de mi padre con educación y, por la forma de hablar de Aiden, papá no tenía por qué hacer ningún mal comentario sobre él cuando se fuera. Se sentía como si estuviésemos en la cena en donde mis progenitores conocían a mi novio.

Pobre del chico que algún día quisiera algo conmigo.

Las inquisiciones eran básicas; empezaban con cosas de la escuela y luego con lo de su trabajo. Después, Katherine empezó a hablar de muchas cosas a las cuales no le presté atención y papá se tuvo que callar para escucharla o, sino, ella haría uno de sus tan irritables berrinches y no sería agradable para los invitados. Nick y Cassie estaban sentados al lado de mi madre, y el pequeño, después de que mi hermana se callara, no paró de hablar durante un buen rato. Ese niño era de lo más hermoso, muy parecido a su hermano, aunque con un toque de travesura en los ojos. Si bien tenían un parecido, había otras cosas en las que no coincidían para nada, como en el color de pelo; el de Aiden era negro pero no tanto, algo castaño, en cambio, el de su hermano, era demasiado negro.

Mamá le preguntó a Aiden sobre su madre, sobre cómo estaba y cómo se llamaba. Cuando lo hizo, pude notar que mi compañero se tensó en su asiento y se tocó el moretón de un costado del cuello. No estaba segura, pero como había pensado mientras estudiábamos, creo que su madre le pegaba. Me dio una sensación rara en el cuerpo notar cómo Aiden agachaba la mirada y le respondía a mi madre. Nadie, excepto yo, se había dado cuenta de ello, y agradecí que en ese momento él no tuviera la atención de todos sobre él. También agradecí que Katherine le comentara algo a Nick en voz alta.

—¿Y qué planeas estudiar cuando termines el colegio, Aiden? —preguntó mamá con ese tono dulce que siempre usaba con sus hijos.

Por más que Aiden no pareciera incómodo con mi padre, sabía que le resultaba más cómodo hablar con mi madre. Ella siempre llevaba una sonrisa en la cara y era amable —no cuando se enojaba, ahí se transformaba en un ogro— y te generaba confianza.

—No sé bien... aún estoy indeciso con eso. Me tiene que ir bien estos dos años que me quedan para ver si consigo una beca. No tengo el dinero como para pagar una universidad.

Mamá asintió.

—Estás igual que Em, ella tampoco sabe qué quiere hacer. Tienen tiempo de pensarlo bien.

—¿Y qué tal es el trabajo? ¿Cómo te tratan? —inquirió papá.

Aiden se encogió de hombros y agarró el vaso de agua. Papá lo observó.

—Es muy agotador, no hay minutos libres en la caja porque siempre está lleno de personas. La mayoría me trata bien, pero una de las encargadas de caja, no tanto.

—¿Es estricta?

Negó.

—No, lo que pasa es que como ascendió de puesto, se cree más que los cajeros. Cuando empecé a trabajar ella cobraba y no era mala, ahora que tiene un lugar más alto piensa que tiene derecho de decirte cualquier cosa y de cualquier forma.

Vaya. Debe de ser feo trabajar así, pero en todos los lugares siempre hay personas que se creen mejores. Después la vida les termina devolviendo las cosas de mala manera.

La conversación continuó; mamá se pasó el resto de la cena contándole sobre cosas vergonzosas de cuando era pequeña. Lo bueno de eso era que Aiden se reía y, como había una parte de mí que detectaba que no estaba del todo bien, acepté que ella continuara con la historia así Aiden se entretenía con algo. Miré a Jackson y lo fulminé con la mirada cuando levantó y bajó las cejas repetidas veces, como diciéndome que sabía que Aiden me atraía. Siempre tan pesado... Él parecía más grande que yo. 

Toby, inoportuno como siempre, hizo que tumbara mi vaso con jugo al subir sus dos patas encima de mi silla. Katherine se rio y por consiguiente los otros niños también. Me quejé en voz alta mientras me levantaba y Aiden se puso de pie conmigo. Agarró unas servilletas de la mesa y ayudó a limpiarme la remera.

Ese gesto era uno muy atento, uno que solo un caballero hace. Yo no quería terminar gustando de Aiden porque si ya me atraía, mucho riesgo de que me gustara había. Estaba sumando puntos para que lo que sentía por él se convirtiera en algo más que una atracción.

—No es necesario —le dije amablemente. Noté que mis padres me miraban y conecté mi campo visual con el de mi hermano Jackson.

Estaba roja y lo sabía. No solo por haber quedado empapada por culpa de mi adorable, travieso y viejo perro, sino también porque tenía a mi compañero limpiándome la ropa. Me animé a ver a mi madre, quien sonreía levemente, intentando ocultarlo. Pero le salía bastante mal. Siempre fue muy transparente en todo sentido.




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