La Tristeza De Sus Ojos

Capítulo 18

Aiden

Hoy no había sido una de esas noches malas, una de esas noches estrelladas en la casa, sin nada interesante para hacer. Fue incómodo al principio, pero se tornó lindo cenar con la familia de Emma. Esas personas parecían ser unidas, amorosas y, a pesar de tener una enorme y hermosa casa y mucho dinero, daban la sensación de ser humildes, y era agradable estar en la misma mesa en la que una familia comía tranquilamente y no había discusiones, insultos, llantos o silencio.

Nunca tuve la oportunidad de tener una familia como la de Emma, y aunque sabía que estaba mal envidiar, yo sí que la envidiaba... Su padre y su madre —mucho más el padre— parecían ser de los que preguntaban al invitado para que su hija no estuviera con mala junta, pero era más que entendible y me daba una linda sensación pensar que esa chica estaba en una familia que la quería demasiado y que se preocupaban por su bienestar. Era otra cosa que envidiaba de aquellas personas... tenían lo que yo no podía: amor.

El amor en una familia es de lo más importante para el desarrollo y el crecimiento de una persona. Puede haber altibajos como en cualquier unión, pero el amor siempre lo puede todo y es esencial que esté presente. Cada que llegaba a casa, o mamá no estaba o, si estaba, empezábamos a discutir por alguna estupidez. Esa mujer no me quería en lo absoluto, si me había dado a luz fue porque no tenía dinero para abortarme y bien me lo dejó en claro más de una vez. Para ser exactos, toda mi vida. Es doloroso escuchar a tu propia madre decir algo semejante como eso... Te quiebra, te hunde. Es como una patada en el estómago o un balazo en el corazón. ¿Cómo alguien que esté bien de la cabeza dice eso?

Mamá era de esas personas... de esas mujeres que no tienen propósitos en la vida, de las que buscan hombres para que les resuelvan la vida porque no quieren trabajar, de esas que, cuando tienen un dinerito lo usan para cosas inútiles como la droga, papelillos, cigarrillos o alcohol. Se preocupaba muy poco por su imagen, siempre llevaba un estilo demasiado desarreglado y prácticamente vivía todo el tiempo en la cama, durmiendo y, cuando estaba arriba, metía a hombres a la casa o salía. Muchas veces sucedía que no volvía a casa por días, y cuando llegaba, lo primero que hacía era buscarme problemas. Detestaba vivir con ella por todas estas razones. Porque así como me decía a mí que no me quería, sabía que a mis hermanos se lo empezaría a decir pronto. Mamá estaba muy mal. Mamá no era mamá. Mamá no sabía ser mamá.

Cuando la mamá de Emma preguntó cómo estaba mi madre me tensé por completo y no pude evitar comparar a Brisa y a Melissa, mi madre; Brisa era amorosa; Melissa era odiosa.

A veces la llamaba por su nombre porque me dolía decirle «mamá». Es duro ver que la persona que te dio la vida te trata como si fueses una basura, como algo sin corazón, sin sentimientos... Duele mucho. Más cuando te pega y te insulta. Eso no se hace. No está bien. Y siempre que me golpeaba y yo intentaba defenderme deteniéndola, ella se hacía la víctima y mis hermanos se asustaban mucho y Nick terminaba llorando en la habitación. Mi cabeza siempre se quedaba en alerta por las dudas de que mamá se atreviera a dar un paso hacia el frente y golpearme, pero en otros momentos, no me la veía venir... y la pagaba feo. Porque después los moretones quedaban en mi cuerpo.

Pero los moretones en mi cuerpo no se comparaban con los de mi corazón.

A veces intentaba con todas mis fuerzas no llorar, pero era complicado cuando me hería tan feo con palabras... Mierda, yo odiaba vivir en esa puta casa, detestaba vivir con ella y que mis hermanos siempre vieran las constantes peleas. Siempre se trataba de lo mismo. Peleas por estupideces. Peleas por su inmadurez.

Mis hermanos llegaron contentos a casa porque Katherine los había hecho jugar mucho y se habían divertido demasiado con todos los juguetes que la niña tenía. Me alegraba que el no entender algo de matemática me llevara a pedirle a Emma que por favor me ayudara, porque de lo contrario los enanos no la habrían pasado tan bien. La mejor parte fue la cena... al menos esa familia pudo darles lo más parecido a un día tranquilo, compañerismo y amor. Sé que no conocía nada a esas personas, pero se nota cuando la gente tiene humildad.

Sobre todo Emma.

Después de irme de su casa caminé junto a mis hermanos con una sensación rara en el estómago. Haber pasado una tarde y algo de la noche junto a la primera compañera tranquila que he tenido en estos últimos años fue bonito. Con esto me refiero a que Emma me hizo sentir apoyado, y créanme que muy pocas veces me he sentido de esa manera. No se quejó en ningún momento, y eso que no fui muy audaz para captar la información que me brindaba con su tierna voz. Cuando me equivocaba y mi bajón de energía aparecía, ella me decía que no pasaba nada, que era normal equivocarse y que poco a poco me resultaría sencillo.

Ahora estaba más tranquilo y tenía que agradecerle por ello. Llegué a entender bastante de lo que me explicó y en los últimos ejercicios me fue bien. Mañana por la mañana me sentaría a estudiar para tener más retención del tema en la mente. Esa evaluación diagnóstica me tenía que salir bien. Este año tenía que esforzarme todo lo que pudiera, tenía que hacerlo incansablemente para salir adelante. El esfuerzo es lo que nos lleva a un futuro mejor. Y yo iba a ir por el mío. Sabía que no sería sencillo pero lo lograría. Al menos eso es lo que pensaba.

El flashback de Emma abriendo la puerta reapareció en mi mente; se veía muy linda vestida sencillamente y el maquillaje sutil en su rostro resaltaba sus ojos y labios. Era una chica preciosa, la verdad, y ahora que recordaba, después de que ella me preguntara sobre lo mío con Madison, yo no le pregunté si ella salía con algún chico. También me acordaba de que se ofreció a darme su número telefónico y que yo me negué. Ahora que caía en cuenta, con Emma sí había sido sincero en cuanto a que no tenía dinero como para comprarme uno nuevo. Con Maddie hablaba más, pero parecía ser con Emma con quien me sentía más cómodo y comprendido. Era raro, podía escucharse estúpido decirlo, pero era la verdad. Quizá se debía a que Emma era de las personas tímidas como yo. Teníamos eso en común.




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