La tumba Añil

Capítulo 7: "La previa antes del juicio"

Anteriormente se pudo apreciar el paisaje repetitivo que habían abandonado Leniel y los demás, pero en el caso de Solventa y Solvintu, fue diferente. Estas mujeres no se encontraban atrapadas dentro de una dimensión, por lo tanto, poseían la libertad suficiente como para tomar el camino que más les convéniese, así que fueron al encuentro con el noble representante de la justicia.

—El letrado Manfiel, debe de estar paseando en los jardines de nuevo, señorita Solventa y Solvintu —aclaró una de las trabajadoras del palacio en el que habitaba dicho juez.

—Le agradecemos su colaboración —aseguró la chica de cabello rubio, la cual se trataba de Solventa.

—Le hago saber lo mismo —aseveró su hermana gemela, y es así como a paso tranquilo, se trasladaron ondeando sus sedosos vestidos a través de cada extenso pasillo, hasta llegar al dichoso y esplendoroso exterior, en el cual se quedaron paradas la una al lado de la otra, porque justo delante suyo, una figura peculiar estaba inclinada sobre rosas blancas y azules; dicho hombre, con cabello lustroso, y una vestimenta tradicional japones de tono agua marina, se enderezó al percatarse de que ya no estaba solo, e inmediatamente avistó a las gemelas.

—Mis respetos para los avatares de agua y tierra: Solventa y Solvintu —después de decir esto, ambas hicieron una sutil reverencia, y se reunieron con aquel destacable individuo, quien solo tenía cubierto un ojo por una rosa negra acompañada de algunos ornamentos preciosos—. ¿En qué puedo ayudarlas?

—Tan espabilado como siempre; ni siquiera tuvimos que anunciarnos ante ti para que supieras de nuestras intenciones —expresó el avatar rubio.

—Como lo dijo mi hermana, hemos venido a tratar con un asunto de suma importancia, el cual… tiene que ver con el heredero de oscuridad… —dio a entender Solvintu, sorprendiendo así de buena gana a Manfiel; el implicado había abierto los ojos impresionado, pero luego se calmó casi al instante, ya que entendió la importancia de mantener el foco en dicho predicamento.

—Sabía que era un asunto de gran escala, pero no de semejante envergadura… —se llevó una mano a la barbilla pensativo—. Hasta ahora solo han venido a mí por el general Hangra, pero ahora… está implicado el mismísimo heredero…

—¿Cómo es que sabes que no excluimos a Hangra en el cálculo esta vez? No lo hemos mencionado —consultó Solventa frunciendo el ceño.

—Sencillamente porque… este hombre ha venido a verme antes que ustedes —indicó, a lo cual ahora eran ellas las que abrían los ojos demás. ¿Cómo era posible eso?—. Dadas las circunstancias de un pronto compromiso entre los herederos, hace más fáciles los acercamientos entre ángeles y demonios en sus territorios, por eso mismo, vino a hablar conmigo para convencerme de que en el siguiente juicio que fuera a tocarme, me decidiera por ser un poco más condescendiente, cosa que me negué, por supuesto.

—Así que ese tipo no es tan tonto como demuestra serlo… —soltó Solventa suspirando.

—El mote de “general infernal” no lo tiene de adorno —comentó Solvintu mirando a su hermana.

—¿Y bien? ¿Te dio detalles acerca del nuevo juicio? —le preguntó Solventa.

—No, solo hizo mención de que podría implicarlo a él, más no me dio más detalles y se fue con esa típica sonrisa suya de “tendrás que averiguarlo” —aseveró el juez.

—Entendible… pues no sabe con qué cosas le saldremos, pero tiene una idea —explicó y luego agregó—. Bien, no perdamos más el tiempo hablando de su inesperada visita, y vayamos a lo que nos implica.

—Muy bien, señorita Solventa, Solvintu —Manfiel manifestó una pluma azul y una libreta en sus manos con algo de su magia—. Estoy preparado para ejercer justicia.

***

Con los preparativos para el juicio ya en marcha, una vez ellas acabaran, solo tendrían que regresar a las cuatro torres para reencontrarse con sus aliados, en donde la mitad de ellos aún se encontraban atrapados dentro de ese juego descabellado.

—Esto… debe de ser una broma, ¿no? Este no es otro nivel, ¿no? —preguntó bastante desesperado el inexperto Alaniel, quien sujetó la manga de Abeliel con su cara rebalsada de preocupación en busca de una respuesta alentadora. Es así que el rubio lo miró, y cuando abrió los labios para dar algún tipo de dato, Leniel fue la que lo interceptó.

—Guarda calma, Alaniel; que no te sobrecoja el pánico en una situación como ésta —dicha respuesta, hizo rescatar a aquel ángel mixto, quien entendiendo que no debería dejarse llevar, o de lo contrario, sería un estorbo más grande de lo estimado; eran tres personajes escoltando a uno inexperto, así que, estaba obligado a confiar, pero… no podía evitar preocuparse; era un ser muy sentimental a su buen ver. Sin embargo, hizo el esfuerzo poniéndose más serio, y dejó proceder a su excelencia de viento, quien, por otro lado, se acercó a uno de esos cubos, y rompió un trozo haciéndolo añicos, de ahí, tomó un pedazo, para más tarde, lanzar el pedrusco dentro del espacio al que aún no habían puesto ni un pie. Apenas el gajo cayó sobre el césped, rebotó una y otra vez, hasta que llegó a un tercer punto, en donde se desintegró.

—¡Ah! ¡Se consumió! —exclamó Alaniel, mientras que sus otros dos compañeros, igualmente impresionados, se dejaron absorber por la increíble intuición que poseía su aliada; ellos nunca calcularon que podrían ser evaporizados con solo adentrarse allí.

—Puedo sentir que el nivel de ese territorio es diferente a los otros dos que hemos estado —indicó la chica, y luego señaló con su dedo el piso, deslizándolo por varias secciones sobre el aire—. Debe de haber un camino que nos lleve a la salida a partir de aquí.

—Eso nos alienta, mi señorita, pero ¿cómo llegaremos a donde precisamos? —elevó un par de manos casi a la altura de sus hombros confundido—. El suelo es una mera trampa como ya lo ha demostrado —expresó Kadmiel.




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