Llevar a cabo un juicio hacia otra persona no es nada fácil, y más si hay que tener en cuenta miles de leyes que se atraviesan en el proceso judicial, que hasta a veces, lo complican, por eso hay especialistas que se encargan de hacer de intermediarios, porque el ser humano no puede poseer conocimiento de todas las ramas existentes en su totalidad, en especial porque no le alcanzaría la vida para ello, aun así, éste ha demostrado que se puede hacer varias funciones sin comprometer los limites para con uno mismo. Ahora bien, en el caso de Manfiel, él debía condenar según los actos a base de pruebas, sea de índole circunstancial o preconstituidas, lo que nos da la idea de que poseen un parentesco de lo más fidedigno a las leyes humanas. No obstante, hay una diferencia, y es que aquí hablamos de seres sobrenaturales, y las pistas para desentramar esta clase de hechos, estaban fuera de lo común y eran más difíciles de obtener, además, Manfiel también debería participar activamente, lo que podría acomplejar todo, sin mencionar que, en el caso de hacer una falsa acusación, acarrearía consecuencias graves…. Por fortuna, no era la situación de los avatares que conocemos, quienes ahora, un par de ellos, se encontraban: una, caminando de un lado a otro, mientras la otra, disfrutaba de una taza de té que les había traído una de las sirvientas de Manfiel.
—¿Dónde se supone que están? ¡Ya deberían haber llegado! —declaró ansiosa Solvintu.
—El juicio va a empezar y ellos aún no arriban… —Solventa miró su taza y explayó sus pensamientos al aire—. ¿Les habrá sucedido algo en lo que buscaban las pruebas? —este comentario hizo que Solvintu se detuviera en su caminata de forma abrupta.
—Si ellos no traen las pruebas que necesitamos… tendremos que afrontar un giro dentro del juicio que podría terminar en nuestra condena —advirtió seriamente bajando la mirada, y Solventa, entre cerró los ojos con el ceño fruncido; obviamente que deberían hacerlo, pero por ahora solo podían confiar en la fidelidad de los demás avatares. Y al fin, en este vital momento, las puertas se abrieron de golpe, revelando la llegada de Dinariel y Jofiel, quienes se encontraban en muy malas condiciones e igualmente agotados.
—¿Qué les ocurrió? —Solventa dejó su té sobre la mesa apenas impactada, pero Solvintu quizás lo estaba aún más.
—Fuimos… emboscados —declaró Jofiel, pero antes de que él continuara, Dinariel, quien ya había recuperado el aliento antes que él, levantó una mano frenándolo y luego ella siguió con la charla.
—Por lo visto, ya estaban preparados para una confrontación, por lo que mandaron a un buen grupo que poseía aquellos aparatos —informó el avatar de fuego.
—Es sorprendente que no hayan terminado con sus vidas; tuvieron suerte —declaró Solvintu llevándose una mano a los labios impresionada.
—¿Y qué hay de las pruebas? ¿Pudieron conseguir alguno de los relojes para ser examinado? —indagó Solventa.
—No… —Dinariel se mostró deprimida y un tanto resignada—. Nos vimos obligados a anularlos a todos; eran ellos o nosotros… —cerró los ojos.
—Ya veo… —espetó Solventa conteniendo su irritación.
—La única esperanza que nos queda es el nuevo avatar —indicó Solvintu—. ¿Llegará a tiempo? —y así como las dudas había arribado en ella, pronto fueron dispersas gracias a la pronta llegada de la mencionada.
—¡Perdón por la espera! —señaló el avatar de viento, quien entró apresurada acompañada de Abeliel y Alaniel.
—Por fin llegas… —señaló algo irritada Solventa—. Y espero que con buenas noticias —es así que, sin sentirse ofendida por la muestra borde de su compañera de trabajo, Leniel le mostró una sonrisa orgullosa, para entonces exponer el hallazgo de su compañero.
—He aquí la prueba definitiva —indicó, y el rostro del resto que estaba apesadumbrado por los resultados del avatar de fuego, se vio alivianado.
—¡Buen trabajo! Imagino que no ha sido nada fácil quitárselo a uno de esos granujas —expresó Dinariel llevándose una mano a la cintura satisfecha.
—No fue exactamente así como lo obtuvimos —explicó el avatar de viento, dejando pasmadas a las demás. ¿Entonces cómo lo había obtenido?
—Cómo es que… —fue interrumpida Solventa por Leniel.
—Alaniel lo encontró después de que pudimos salir del macabro juego de Baal —este último dato impactó principalmente a Dinariel.
—¿Estuvieron dentro del dominio de Baal? —expresó casi sin aliento—. Pensé que ese lugar era solo un mito debido a la escasa información que hay de él como así también a lo complicado que es encontrar su ubicación exacta.
—Sí… nosotros tampoco nos esperábamos semejante desenlace —dio a entender Leniel.
—Sin embargo, lo importante es que están aquí ahora con nuestro principal testigo y las pruebas que necesitamos —soltó Solvintu suspirando.
—Sí, el resto de los detalles se los he dejado a Kadmiel; él vendrá más tarde acompañado de algún elemental que nos dé la información que buscamos acerca del encuentro extraño con este aparato —le entregó el reloj a Solventa.
—Muy bien, entonces, ya que está todo zanjado, creo que estamos listas para darles batalla —sentenció animada el avatar de fuego mientras cerraba un puño en el aire y, justo después, llegó la sirvienta de Manfiel a avisar que todo daría comienzo.
—¿Están preparadas avatares? —preguntó la susodicha.
—¡Lo estamos! —aseguró Dinariel.
***
Para llegar hasta donde lo habían hecho, no fue nada fácil, y aunque estaban listos para alegar contra lo que pudiese asomarse, no se sentían seguros de pelear contra el mismo heredero, pues nada les garantizaba su victoria por más preparados que estuviesen. De todas formas, los implicados tomaron su puesto luego de haber dejado que Manfiel se acomodara en el estrado, y en contra posición, a los lados se encontraban los avatares elementales con sus guardianes detrás de ellos, mientras que del otro se posicionaba Hangra, el acusado; ese peliblanco de ojos color sol, observaba a un público neutro que se divisaba desde las bancas y sonreía como si estuviera en una reunión con amigos. Este último detalle, les traía malas vibras a las chicas, pero más se le acentuaba al no ver por ninguna parte, al heredero de oscuridad, quien, por algún extraño motivo, no se encontraba al lado de su fiel seguidor. Sin embargo, esto no le impidió a Manfiel ponerse de pie, y golpear con su mazo el estrado unas tres veces para llamar la atención de todos los presentes.