La neblina seguía siendo notablemente espesa a los alrededores de ese sueño decadente y tan mal oliente, que volvió a hacer que Abeliel se cubriera su nariz con su manga, pero había algo que la gruesa capa putrefacta no podía ocultar, y eso era unos gemidos quejosos que atravesaban el ambiente de forma lastimera, lo que lo guío a su objetivo.
—¡Ahí! —después de atravesar unos arbustos resecos, y que sus ramas salpicaran a su frente hasta rebotar contra el suelo, dio con un par de individuos: uno estaba sujetando al otro de su garganta, y claro… este par de seres discrepaban terriblemente entre sí, ya que uno de ellos no se veía como un humano, porque cargaba con una armadura azul casi negra, la cual le cubría todo el cuerpo a excepción de un único ojo, con el cual miró a Abeliel de inmediato al notar su presencia—. Ya ha perdido casi por completo su humanidad… —se informó así mismo manteniéndose en tensión en ese momento, y aunque estaban solamente mirándose, aquel ser empezó a soltar unas extrañas estelas negras que no llegaban a ser vahos, porque si se prestaba la debida atención, podía notarse que estaban conformadas por pequeños puntos muy diminutos como para saber qué eran a simple vista, pero la víctima que ese demonio estaba cargando sí que lo sabía, pues tuvo que lidiar con él previamente, así que, en su desesperación, logró aflojar apenas un poco el agarre en su cuello y gritó:
—¡Abeliel corre, eso es…! —sin embargo, antes de que pudiera terminar la oración, la mano de ese ser no humano, se movió con velocidad, metiéndose violentamente en la boca de Alaniel, quien se ahogó con ella y, para desgracia de Abeliel, fue testigo de una escena dantesca, pues apenas esa mano retrocedió, lo hizo con la lengua de Alaniel, arrancándosela así desde la base y creando una aberrante fuente de dolor como de sangre. Si bien, los gritos de Alaniel no podían escucharse, la cara de horror como de sufrimiento no se la quitaría nadie; nadie excepto este aterrador ejecutor, quien no iba a dudar en hacerlo, pero cuando amagó después de soltar ese pedazo de carne que le había quitado, Abeliel de inmediato reaccionó, tensó su arco, y le arrojó una flecha de luz, la cual rebotaría en esa gruesa armazón, sirviéndole un momento de distracción a la criatura, para permitirle a Abeliel llegar en el tiempo en que la flecha de luz girara por el aire hasta desaparecer, y entonces azotó usando su arco contra el enemigo, el cual paró su ataque con el reverso de su brazo, haciendo que Abeliel frunciera el ceño, pero aun así no retrocedió, e infligió más presión sobre la zona, logrando que la cuerda de su arco desquebrajara esa armadura, cosa que al ver esto su contrincante, decidió al fin soltar a Alaniel al lanzarlo lejos para así concentrarse en Abeliel, quien recibió al minuto siguiente un zarpazo en su ojo derecho, y que gracias a Dios pudo esquivar del todo al lanzarse hacia atrás, de otra forma, le hubiese arrancado el rostro.
—Es más peligroso de lo que pensé… —indicó llevándose ahora una mano a la zona, de la cual la sangre llegó a bañársela casi en su totalidad, pues la herida era profunda, lo que le aseguraba a Abeliel que Alaniel no era el único que saldría sin algo de ahí ese día… es decir, si es que realmente lograban sobrevivir. Y mientras tenía ese pensamiento, miró a Alaniel, quien se sentaba en el suelo ahora, con sus dos manos cerca de su boca, de la cual brotaba grandes cantidades de sangre; era un cuadro realmente horroroso; uno que le apretujaba el corazón, pero no tendría tiempo para centrarse en eso, porque de inmediato ese ser lo señaló, haciendo que esas cosas negras se abalanzaran contra Abeliel, cuestión que logró esquivar al comienzo hasta trepar unos cuantos árboles de algunos saltos, aunque al terminar suspendido en el aire y por no tener donde apoyarse se vio en la obligación de sacar sus alas, las cuales aletearon para posteriormente con un movimiento de mano, crear un escudo alrededor que sirvió para confundir tan solo un momento a esa plaga, la cual un segundo después se le pegó al escudo—. ¿Son insectos…? —expresó observando ahora mucho mejor de qué se trataba, y entonces, acomodando su arco en su hombro, hizo un movimiento de manos que invocó el poder del rayo, electrificando así el campo que lo envolvía para entonces chamuscar a esas cosas que intentaban llegar a él, lo que posteriormente los convirtió en una ceniza negra que cayó al suelo, por último, Abeliel volvió a manipular su arco, y entonces acometió contra su contra parte, lanzando unas cinco flechas que fueron despejadas por una espada que esa armadura andante había desenvainado de algún misterioso lugar—. No puede ser… tiene hasta la habilidad de invocar armas… ¡ya no hay ninguna posibilidad de salvarlo! —exclamó completamente indignado, y antes de que pudiera siquiera tomar medidas, algo atravesó el aire pasando a su lado, más un gran dolor en su ala izquierda lo hizo empequeñecerse—. ¡Ugh! ¡Mi… ala! —dijo dirigiendo su mano hacia la dichosa, y dándose cuenta con un solo vistazo, que en su plumaje faltaba un espacio circular que había sido hecho por algo que le había arrojado ese ser; de alguna forma, y pese a su escudo, se las había arreglado para destruirlo y provocarle esta herida que no podía llegar a tocar, a lo que a falta de estabilidad, simplemente colapsó ferozmente en picada al suelo.
—¡…! —Alaniel, quien estaba ensimismado por el dolor que tenía en su boca, salió de ello al asustarse por ese aterrizaje tan pronunciado que se dio Abeliel a su lado, dejando así un cráter con ese muchacho dentro, así que, con ojos llorosos, apenas y se enderezó un poco para curiosear la escena, viendo cómo ese rubio ahora se sentaba sobre la tierra en un intento por reincorporarse, aunque al minuto siguiente fue pisoteado de repente en el pecho, obligándolo a recostarse de nuevo, por lo que inmediatamente Alaniel pensó que si no hacía nada, ese demonio iba a matarlo!, pero… ¡qué podría hacer un ángel mixto tan débil como lo era él, y que para colmo le habían arrancado la lengua!; ni siquiera podía gritar para pedir ayuda, de modo que entró en pánico agarrándose la cabeza, en especial cuando vio que ese demonio alzaba su arma con la intensión de darle mate a Abeliel, cosa que no pudo soportar, así que cerró los ojos esperando el baño de sangre que seguiría después de eso. Finalmente todo indicaba que este rescate había sido un fracaso, o al menos casi lo fue, de no ser porque Alaniel escuchó algo cortar rápidamente el aire en repetidas ocasiones, rebotar sobre una superficie dura con la cual ya estaba familiarizado a él dicho sonido y, por último, el nombre de Kadmiel que provino de los labios del rubio fue lo que lo motivó de nuevo a abrir los ojos, dando por fin con ese valiente guerrero, quien ahora estaba invocando hojas de viento, y arremetiendo contra ese demonio desde diferentes direcciones, permitiendo de esta manera que el pie que impedía que Abeliel se levantase fuese retirado, dándole entonces la oportunidad de rodar e impulsarse por su instinto de protección, es aquí que tomó a Alaniel llevándoselo rápidamente consigo al lado de Kadmiel.