La tumba Añil

Capítulo 21: "Estamos de cacería"

El invierno le llegó pronto a Abeliel, quien sintió cómo la sangre se le helaba gracias a la información que le soltaba el mismo Zelgadis, el cual venía a ser ahora un habitante dentro del mundo de su sombra; por un segundo él se había olvidado de este dato y omitió todo rastro de precaución, sin embargo, intuyó enseguida que él de seguro había escuchado casi toda la conversación, pero no estaba del todo seguro, de modo que debería cerciorarse en cuanto tuviese la oportunidad, así que por el momento, se centraría en finalizar su charla con Suiban.

—¿Sucede algo, Abeliel? De repente luces pálido… —Suiban iba a acercarse, y Abeliel al ser de nuevo consciente de la presencia que lo acompañaba, lo detuvo escusándose:

—Oh, no te preocupes, solo ha sido un leve mareo —movió su mano en el aire como si estuviese espantando una mosca en lo que ponía una expresión más relajada; sin dudas era un poco pesado para él fingir su estado de ánimo, pero no sería imposible, en especial cuando ya había tratado con personas de altos rangos que pudieron ponerlo más nervioso que esto.

—¿Estás seguro? —tal vez Suiban tenía la duda, pero sus movimientos habían sido frenados por completo, e incluso retrocedió el paso que había dado con la intensión de acercarse hacia él, lo que le permitió saber a Abeliel que estaba a nada de controlar la situación.

—Sí, sí, no te preocupes —asintió varias veces.

—Entiendo… —y teniendo ahora un leve hueco en la conversación, Suiban aprovechó esto para seguir sacando charla, pues no iba a cortar ésta de la nada por la intervención de Zelgadis, quien obviamente, no expresó su descontento esta vez al tener otras presencias angelicales cerca—. Por cierto… hace un momento estaba murmurando algo, ¿acaso cree que esto realmente ha estado planeado?

—Mmm… —Abeliel miró hacia otro lado con dudas, pues solo había sido una conjetura de su parte, pero… si tenía en cuenta la opinión que soltó Zelgadis ahora, lo más probable es que sin dudas se tratara de eso, no obstante, no podía hablar sobre su situación así como así, de modo que indagó más en lo que previamente estaban hablando—. Es solo una conjetura, pero podría ser… —explicó finalmente—. ¿Hace cuánto que están pasando este tipo de cosas? Hemos estado ocupados con el juicio hace tres días, así que…

—Ya veo… —expresó cruzándose de brazos pensativo ante la primera respuesta de su paciente, más luego, le llamó la atención la siguiente consulta—. Fue un día antes de la asunción de la heredera de luz —empezó a hacer ademanes con una mano mientras lo introducía—. Imagino que ahora ella es la que está tratando el caso dado que ustedes están ocupados al respecto —esta noticia sorprendió mucho a Abeliel, pues ya sabía que las ocupaciones de Seitán eran sobrecogedoras, por lo que agregar más responsabilidades a ella, era demasiado.

—Eso es inaudito —comentó poniéndose de pie de la camilla en la que estaba hace un segundo reposando—. Aunque ella sea una mujer poderosa, no podemos dejar que haga todo el trabajo.

—¿Qué vas a hacer? ¿Irás a reprocharle en ese estado? —Suiban le preguntó severamente.

—Bueno… —Abeliel bajó la mirada con disgusto, pues era cierto que no estaba en condiciones de atender sus responsabilidades, y mucho menos su compañero, Kadmiel, por lo que ambos serían un peso muerto si fueran a intentar resolver el asunto en este estado, no obstante, y aún con dudas, levantó la cabeza con una lucidez tranquilizadora—. No te preocupes Suiban, lo hablaré antes con la señorita Leniel, aunque imagino que esta nueva misión deberá esperar.

—Conociéndola, es lo mejor —dijo cerrando los ojos con algo de alivio—, además, si te lo pones a analizar con más profundidad, la heredera de luz es muy capaz de manejar el asunto; no cuenta solo con su apoyo, sino que de otros guerreros igual de capacitados; en ese sentido podemos decir que no está sola, así que deberías despreocuparte de ello —quizás si Abeliel no estuviera al tanto de ciertos detalles, se hubiese dejado convencer por esto, pero la realidad era otra, aun así… se vio obligado a mentirle.

—Gracias por el consuelo Suiban, de hecho… tienes razón, necesito confiar más en las capacidades de Seitán —advirtió Abeliel, quien iba a sentarse de nuevo, pero rápidamente se arrepintió, pues recordó a sus compañeros, por lo que creyó que ya era tiempo de ir a visitarlos para ver cómo estaban.

—¿Qué sucede? —preguntó Suiban por su comportamiento.

—Nada, simplemente me nació la necesidad de ir a ver a mis compañeros —aquí es cuando Suiban lo miró dudoso, pues hubo una leve pausa que hizo Abeliel que le permitió apreciarlo de esa manera, no obstante, enseguida retomó su monólogo—. ¿Puedo verlos? —preguntó con calma, y esperando que Suiban realmente no le prohibiera ir, ya que necesitaba hablar con urgencia con Alaniel.

—Dado que tu condición es mucho mejor que la de los demás, creo que no hay problema —asintió levemente.

—Muchas gracias —sonrió con alivio.

—Bien, entonces yo me retiro, pero recuerda, ahora no estás en condiciones de enfrentarte a nadie, así que deberás tener cuidado —con esta advertencia dada, Abeliel asintió sin preocupaciones; no tenía motivos para internarse en ninguna batalla ahora mismo, además… aún contarían con tiempo aunque tuvieran que esperar tres días para recuperarse, e incluso Leniel podía seguir el curso de la investigación por su cuenta, cosa que quizás no sucedería por temor a que algún demonio se aprovechara de la condición de los tres guardianes, así que seguramente ella terminaría por vigilarlos. Ahora bien, Suiban decidió marcharse, y a esta retirada le siguió la de Abeliel, quien rastreó la energía residual de su compañero, pues éste aún no sabía controlar su poder, y mucho menos ocultarse de aquellos que eran mal intencionados a diferencia de sus demás compañeros; si bien Abeliel había logrado dar con la formación umbrosa, esto no hubiese sucedido de no ser por el pendiente de Leniel, pues sus energías eran suprimidas al estar dentro de ese entorno separado de su plano original, pero ahora sucedía lo contrario, así que daría perfectamente con ellos, así que unos minutos más tarde, Abeliel logró arribar en la habitación de Alaniel, quien se encontraba ensimismado por el hecho de enterarse que no volvería a soltar ningún tipo de sonido nunca jamás; sin dudas era todo muy lastimero para él.




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