La traición de Delfos era algo gravísimo para Leniel como para el resto de ángeles; qué los demonios contaran con un neutral tan poderoso como apoyo, pondría en jaque a los ángeles en cuestión de segundos, porque ese hombre, poseía todas las habilidades propicias como para torcer el futuro a su antojo. Sin embargo… aún era una suposición este hecho, y deberían recopilar pruebas como para dar con la culpabilidad de Delfos.
―Debo regresar lo más pronto posible con los demás ―por suerte, y aunque fuera de noche, Leniel aún contaba con el tiempo propicio como para armar algún plan que les ayudara a salir de la situación actual con el príncipe Lidciel, ya que… debido a las graves circunstancias, el simple hecho de revelar que el padre de él estaba muerto, condenaría el por venir del reino, es por esto, que decidió infiltrarse a hurtadillas usando de provecho, el delicado estado de ese reino. Mientras tanto, Kadmiel por fortuna ya había sido tratado y Alaniel lo acompañaba en el proceso, por lo mismo, estaban ahora en una habitación conjunta esperando con preocupación buenas noticias de Leniel.
―La cruenta noche ha arribado, y nosotros aún no logramos avanzar con el caso de Solventa… ¿cómo vamos a demostrar nuestra inocencia mientras más misiones se nos apilan? ―se lamentó Kadmiel estando sentado en la cama, pero Alaniel, quien lo estaba sobre una silla, le dio unas palmadas suaves en su hombro derecho, y justo cuando iba a hacer señas, una ráfaga de viento atravesó la ventana, cosa que no los asustó, pues gracias a Dios, la presencia no era maligna, así que, a pesar de que apagó la vela de la habitación, dejándolos a oscuras, ambos viraron hacia la ventana, notando entonces cómo la silueta de Leniel se formaba después de este vendaval, a lo cual, sus almas por fin sintieron algo de calma―. ¡Mi señorita, gracias al supremo de luz! ―más Leniel lo mandó a callar; tenía la suerte de que Alaniel no pudiese hablar, porque éste solo se mostró sonriente, aunque esa sonrisa enseguida fue remplazada por una de preocupación después de su orden, e inmediatamente al minuto siguiente, Leniel empezó a hablar apresuradamente por lo bajo:
―¡Tenemos graves problemas! ¡La cruz de Damocles del rey ha sido destruida por alguien más poderoso que Reas, lo que significa que no solo debemos evitar que Lidciel se entere de que su padre está muerto, sino que también debemos convencerlo de que cree otra por su cuenta sin extenderle este dato! ―indicó Leniel, lo que hizo que Alaniel se llevara una mano a los labios debido a la impresión, no obstante, en el caso de Kadmiel, él se puso serio.
―Entonces deberemos aferrarnos a la idea de que en realidad sigue secuestrado y ocultarle la verdad; si le hacemos creer que debe ocuparse por su cuenta del reino durante mucho más tiempo mientras nosotros nos encargamos del resto, con suerte él creará otra ―aclaró; la idea era muy buena, pese a tener bajas posibilidades en el estado en que se encontraba el príncipe…
―No es mala idea, pero… ¿cómo se encuentra el príncipe Lidciel?
―Sigue esperando por su llegada… A pesar de que le he calmado con un avance de nuestra aventura, no le hemos contado todo, y sigue profundamente inquieto… ―negó la cabeza lentamente suspirando―. No estoy seguro de cómo tome este revés… ni cuánto tiempo nos regalará hasta que pierda el juicio…
―Si tiene una profunda fe en nosotros… me temo que no podremos hacer nada y su reino sucumbirá…
―¿Acaso no es mejor decirle la verdad para que pueda comprenderlo y crear una cruz por su cuenta? ―señaló Alaniel con su lenguaje de señas.
―No, no podemos, tú mismo lo has visto; necesita calmarse primero e ir asimilando poco a poco los hechos de que probablemente no vuelva a ver a su padre; aún él es muy joven como para entenderlo… ―expresó Leniel con pesar, a lo cual, Alaniel bajó la mirada contrariado, pues pensaba que este método podría traer consecuencias más adelante y… lamentablemente, no estaba equivocado, pero no tendrían oportunidad de ser testigo de ello a futuro, ya que por ahora, estaban en otra línea de tiempo, en consecuencia, Alaniel asintió sin oponerse, de ahí los tres forjaron un plan para que Leniel llegara al reino con las noticias que tanto ansiaba el príncipe Lidciel. Sin embargo, esto sucedería al día siguiente, de modo que el frío de la mañana terminó mojando las mejillas de este muchacho por propia voluntad, ya que él se lavaba el rostro cuando de improvisto le llegó la increíble noticia de que Leniel llegó a su reino, así que salió a recibirla a las corridas.
―¡Avatar de viento! ¡Qué ha sucedido! ¿Por qué ha tardado tanto? ―indagó el príncipe bastante desesperado, más la castaña le paró el carro extendiendo su mano delante de él, por lo que entonces, empezó a explayarse una vez la declinó.
―Joven príncipe Lidciel, tome calma, que le tengo noticias, aunque… desalentadoras ―esta introducción le bastó al príncipe para sentir cómo su corazón se desquebrajaba, pero como no quería caer en lo mismo que pasó con Kadmiel, decidió creer que no eran tan malas, así que se puso un poco más firme, y se mantuvo a la escucha―. Su padre sigue secuestrado por los demonios, sin embargo, gracias a que logramos derrotar al cabecilla que asolaba su reino, no tendrá que preocuparse más de que roben sus suministros; lo demás dependerá de cómo lleve sus dominios más adelante… ―indicó Leniel, a lo que Lidciel se mordió los labios por semejantes noticias; eran buenas hasta cierto punto, pero su padre… seguía aún en las garras de esos demonios y vivo… lo que le hizo recobrar la esperanza a este joven; una esperanza que con el tiempo… caería demolida por la tristeza…
―Al menos sé que sigue con vida, avatar de viento… y se lo agradezco de gran ver ―dijo Lidciel, quien hizo una pequeña reverencia ante este acontecimiento―. Quisiera ofrecerles quedarse un tiempo antes de que tome una decisión sobre qué más hacer; sus compañeros no están aún en condiciones como para seguirla… ―pero Leniel se negó lentamente con la cabeza―. ¿Qué sucede? Es lo menos que puedo hacer al saber que han hecho todo lo posible y que seguirán haciendo por mi padre, ¿no es cierto? ―a lo cual Leniel se llevó una mano al pecho y dijo: