La tormenta que los acechó, lentamente volvía a sorprenderlos dentro de los territorios de la heredera de luz, pues lo que Abeliel había soltado a CN lo había comprometido completamente, lo que dejó su destino en manos de Seitán, quien estaba inconsciente en este momento. Por otro lado… al juzgar por su estado, quizás le tomaría unos días recuperarse, de modo que tendría tiempo de buscar una segunda opción. A todo esto… a CN le pareció bastante válida su respuesta, por lo que esa expresión severa pasó a ser una más relajada y resignada, así que suspiró; tampoco podía retener a Abeliel pese a que sería lo más prudente dada la situación, no obstante… sabía que aún estaba intentando comprobar su inocencia junto a sus demás compañeros, y el hecho de intervenir… seguramente eso enfadaría a Seitán en el caso de que este ángel tuviese la razón, así que… no tuvo de otra que soltarlo.
―Está bien, aceptaré por ahora tu explicación, además, no tengo motivos reales para detenerte de momento, ya que has traído a su alteza; débil, pero a salvo a pesar de todo ―indicó, lo que hizo que la mirada de Abeliel se suavizara del alivio por lo que esto significaba, y no solo porque la heredera estuviese a salvo claramente.
―En ese caso, procedo a retirarme y la dejaré en sus manos… ―hizo una leve reverencia, sin embargo, se quedó un momento quieto, retrasando otro poco la clásica frase de despedida.
―¿Qué sucede? ―indagó éste, a lo cual Abeliel se enderezó lentamente y le dijo:
―Me disculpará… príncipe CN, pero… ¿podría saber qué es lo que usted piensa del joven Belial? ―le comentó sin más, a lo cual CN entre cerró los ojos con pesar, bajó apenas un poco el mentón, y le respondió:
―Belial… desde que vi cómo trató a la heredera de luz en su asunción, sé que no es alguien digno de ella ―indicó, y agregó―. Por lo tanto, creo que nunca podré aceptar su unión, en especial si descubro que todo lo que me has contado es verdad… Sin embargo, y pese a lo que acontece, la unión de ambos es vital para asegurar la paz en los planos, así que… no puedo intervenir de ninguna forma ―CN claramente estaba descontento, y más siendo el ángel principal de Seitán, pero… como él mismo dijo, no podían hacer nada, a menos que la heredera de luz se mostrara rebelde al respecto, cosa que quizás… no pasaría. En consecuencia, ese razonamiento Abeliel lo comprendió, por lo que solo bajó también el rostro de la misma forma que CN, y entonces cerró los ojos.
―Entiendo su punto, príncipe CN, solo quería saber su opinión, pues a mi ver, tampoco es alguien digno… ―antes de que Abeliel terminara, CN se acomodó a Seitán en brazos para luego completar su frase:
―Hay rumores terribles que se cantan sobre el viento, y… si tienen razón, puede que en algún momento, nuestra alteza enloquezca por amor ―es así cómo CN miró a Seitán con angustia, y luego volvió con Abeliel, quien lo observaba con el mismo sentimiento―. Solo podemos rogar que las cosas cambien entre ellos sin intervenir más de lo necesario ―a lo cual Abeliel asintió.
―En ese caso, me iré despidiendo, ya que el deber me llama ―apenas se llevó una mano al pecho para reverenciarse, una voz que solo podía pertenecer a Zelgadis, rebotó en la cabeza de Abeliel con un humor de perros: “Yo soy el que te necesita con urgencia, ¡así que apresúrate!”, pero ignorando esa voz, Abeliel siguió con su frase―, qué la gloria del supremo siempre le guíe constelación derecha de la estrella mayor…
―… y que su poder bendiga tu camino compañero de batalla ―le respondió CN, y obviamente no procedió a darle la espalda hasta que Abeliel se le perdió de vista, es aquí cuando se sintió seguro para ir a llevar a su alteza al templo del nacimiento.
***
Después de cerrado el tema de las formaciones umbrosas, ahora simplemente tocaba reorganizarse junto a los demás, sin embargo, para cuando Abeliel y Zelgadis estuvieron lo suficientemente lejos de CN, este demonio salió de la sombra de Abeliel, más lo primero que se manifestó fue su mano, la cual atrapó la muñeca de Abeliel aún envuelta en sombras, pero cuando ese ángel reaccionó a ese agarre, vio cómo Zelgadis se reveló delante suyo con una cara que desbordaba furia; era como si un volcán estuviera haciendo erupción, pero con lava añil…
―¿Zelgadis…? ―a duras penas Abeliel pronunció su nombre, pues el otro enseguida tapó su amable voz con una serie de reclamos desesperadamente molestos:
―¡Idiota! ―el primer insulto, hizo que Abeliel se encogiera de hombros y le temblara todo el cuerpo―, ¡qué has hecho! ―de inmediato Abeliel supo de qué estaba hablando, pero las palabras no salieron de su boca para explicarse, porque ese demonio se le encimó apretando mucho más su muñeca, provocando que Abeliel cerrara un ojo por el dolor―. ¿Crees que CN va a dejarlo pasar solo porque Seitán está implicada? ―esta vez… su voz sonaba amenazadora; aterradora, lo que encogió un poco el alma de ese rubio―. Pusiste tu vida y tu honor en manos de la líder de la luz, una persona que apenas conoces, ¡por mí! ¿Entiendes lo que eso significa para ti? ―Zelgadis entre cerró los ojos con severidad, y le dio entonces de regalo un silencio palpable; una oportunidad válida para que éste se explicara con él de la manera más razonable posible; ahora mismo, el Zelgadis bromista se había esfumado, dejando a alguien que parecía ser plenamente consciente de los actos propios y ajenos, lo que le causaba cierto interés a Abeliel pero, por otro lado, debía responder a su acto iracundo. Es así que cerró los ojos un momento, dejando que los sonidos del bosque al cual habían regresado solo para devolverse, lo invadieran y relajaran, para de este modo, volver a abrirlos con suavidad, es aquí que posó su mano sobre la de Zelgadis, mirándolo con una determinación propia de él, y esa expresión en el rostro de Abeliel, aplacó apenas un poco la ira de Zelgadis, quien aflojó el agarre, más no lo soltó.
―Estoy plenamente consciente de lo que he hecho, porque… ―apretó apenas un poco la mano de Zelgadis con la suya sin dejar de ver esos preciosos ojizarcos que empezaron a apagar su brillo para regresar a ser los estelares de siempre―, solo te estoy devolviendo lo que me has dado: valor y sinceridad ―indicó con un tono humilde, y esta revelación hizo que los ojos de Zelgadis se abrieran más de lo normal, para entonces permanecer en su lugar completamente estático; en ese momento las palabras amables de Abeliel lo habían atravesado y desgarrado sin piedad, haciéndole caer en la cuenta que por su culpa, alguien tan honorable, puro, e incluso más hermoso que los mismos diamantes, podría dejar de existir de un momento a otro solo por su culpa; él era un demonio que podría ser despiadado y que lo había usado sin siquiera pedir permiso, e incluso… le había robado parte de su corazón; ¡se sentía ahora mismo un desalmado! Es por esto, que bajó el rostro con evidente angustia, cosa que a Abeliel le preocupó la expresión lastimera que comenzaba a poner Zelgadis, de modo que quiso decirle algo, no obstante, éste se apartó de él soltándolo; se alejó unos cuantos pasos, casi pareciendo que iba a marcharse, aunque afortunadamente se detuvo a nada. Es aquí que con su antebrazo se limpió el rostro… ¿acaso… estaba llorando? Abeliel, quien interpretó este gesto de esa manera, preocupado, quiso acercarse…