Parte 10 Antídoto

Estoy sentada junto a Owen tomándole el pulso, este yacía en el suelo desde hace ya diez minutos, aun respira con dificultad y no mostraba signos de mejora, pero al menos aún vivía. Juan caminaba de un lado para otro analizando la sustancia y leía una vez tras otra las etiquetas buscando una razón de porque Owen reacciono de esa manera.

— Deja eso de una vez — dije un poco desesperada.

— Es que no encuentro la razón, la dosis era correcta, la inyección estaba lejos del sol, no está caduca.

Me levante del suelo, me dirijo a Juan y lo tomo de los hombros.

— Entiende que la situación de Owen es complicada, pero te aseguro que no hay nada malo en la cura.

— ¿A qué te refieres con su situación?

— No puedo hablarte sobre eso.

— De acuerdo, pero ¿mejorara verdad?

No tengo la respuesta a esa pregunta, me limito a mirar hacia el lugar donde se encuentra Owen y dejo salir un pequeño suspiro. Me cuesta creer que lo que podría hacer un gran bien a él lo deje incapacitado, pero tratándose de Owen nada es predecible.

— Así que de verdad existe una cura eh — susurro.

Si tan solo hubiera sabido en ese entonces que algo así se podía comprar habría encontrado la manera de conseguirlo para mi madre, sin importar que tan caro fuera habría encontrado la manera de obtenerla.

— ¿Sofía?

Juan interrumpe mis pensamientos, regresándome de golpe a la realidad.

— Tenemos que movernos — digo.

— ¿De qué hablas?

— A unas dos horas de aquí está mi campamento, hay alguien ahí que necesita ese antídoto, necesitamos movernos no creo que le quede mucho tiempo.

Juan no me dio ninguna respuesta en cambio giro la vista por su campamento observando la devastación de este.

— No puedo dejarlos, al menos debería darles sepultura.

— Bien hazlo, pero dame el frasco.

Juan se quedó pensativo mientras observaba el frasco con el antídoto lo apretaba con fuerza y recelo, era obvio que no planeaba soltarlo, pero yo no estaba dispuesta a irme sin él. El chico frente a mí se veía sumamente afligido me miro a los ojos y coloco el frasco en su mochila.

— De acuerdo te sigo.

Relaje mi postura y avance hacia Owen, seguía sin moverse, su respiración ya se había calmado, pero aún estaba inconsciente, jamás vi que tardara tanto en recuperarse y ya estaba comenzando a preocuparme.

— No te preocupes Sofía yo lo llevare.

Juan se encontraba junto a mi dejo su mochila en el piso y levanto a Owen colocándolo en su espalda, yo recogí su mochila e iniciamos la caminata.

Estuvimos cerca de una hora andando en silencio, puedo ver la tristeza reflejada en sus ojos, debe ser muy doloroso dejar a su gente atrás, pero no podía darme el lujo de esperar a que les diera sepultura, aunque si esto funciona yo misma le ayudaré a cavar.

— ¿Dime a quien mordieron? — preguntó Juan rompiendo el incómodo silencio.

— a una amiga, su nombre es Lucia y tiene más o menos mi edad.

— ¿Hace cuánto fue?

— ¿Poco más de dos días por qué? acaso importa.

Juan se quedó callado parecía que algo le preocupaba y buscaba la más mejor manera de decírmelo.

— Juan el antídoto va a funcionar ¿Verdad?

— Es complicado depende mucho de cómo actuará el virus en su cuerpo y de cual de "ellos" la allá mordido.

— ¿Cuánto tiempo le queda?

— No lo sé, he visto a personas caer en horas y algunas aguantar semanas, por lo general tardan más cuando las muerden irregulares.

— ¿Y cómo saber que ya es muy tarde?

— No podrías saberlo a simple vista, lo que sucede es que el virus avanza por el cuerpo creando estragos hasta llegar a la columna vertebral, en este punto ya es demasiado tarde, poco después de esto la persona muere, pero el virus continúa hasta el cerebro convirtiendo al infectado y reviviéndolo.

Me sorprende lo mucho que sabe de la enfermedad, hasta ahora es la primera persona escuchó decir algo más que teorías eso y el hecho de que posea un antídoto me hace dudar demasiado de él.