Silencio y obscuridad, era lo único que podía distinguir. No, esa no era una oscuridad normal, era como estar flotando en la nada. No era que estuviera muy obscuro para captar la luz o que estuviera demasiado silencioso para escuchar, sino que mis ojos no veían y mis oídos no escuchaban; aún peor, ni siquiera sentía mi cuerpo ¿Acaso había muerto? No, no lo creo, si me esforzaba lo suficiente aún podía distinguir algo, un golpeteo, varias decenas ¿Disparos? Y después nada. Paso algo de tiempo cuando noté como los sonidos regresaban, pero ya no parecía haber un enfrentamiento, lentamente vuelvo en mí. Para cuándo abrí los ojos el lugar donde me encontraba había cambiado drásticamente.
Era el hospital estaba seguro, pero no era la imagen que recordaba, había cuerpos por todos lados, miles de casquillos y en medio de todo eso, el enorme cuerpo de la criatura que me había arrojado a través de la pared. Instintivamente comencé a tocar mi cuerpo, cabeza, tórax, brazos, todo parecía bien. Ya no habían señales del incidente, sin embargo, la bata que llevaba mostraba claramente las marcas del combate. Tras quedarme un momento parado justo donde estaba y exhalar profundamente, me puse en movimiento. Necesitaba mis cosas y salir de aquí, tenía que buscar a mi familia y a Yamileth, pues si lo que paso en este lugar con ese hombre ocurría en otros lugares ellos estarían en peligro y no podría perdonarme si algo les llegase a pasar.
Desconocía donde se encontraban mis cosas por lo que me vi obligado a tomar el uniforme de uno de los soldados. Por un momento me detuve a pensar en Eric ¿Él había venido aquí cuando esa cosa empezó a destrozarlos a todos?
Aquel fugaz pensamiento me llenó un momento de melancolía, pero la sacudí de mi cabeza con un rápido movimiento de esta. Aproveché para tomar una de las armas del suelo, comprobé la munición y recogí lo que podía de los demás soldados.
La ciudad parecía encontrarse totalmente paralizada, ni un auto, ni una persona. Aunque aquella quietud no era inusual debido a los tiempos que corrían esto era algo diferente, podría asegurar que la desesperanza era palpable en aquella atmósfera. Continúe caminando, me adentre lentamente en la ciudad buscando las calles angostas y menos visibles, algo me decía que todo estaba a punto de explotar. Sin embargo, no fue hasta que me acerque a la zona residencial que note lo que realmente estaba pasando.
Sin previo aviso el sonido de cristal partiéndose rompió la quietud de la calle. Un cuerpo había volado desde una ventana a unas tres calles de donde me encontraba y aterrizó contra el suelo haciéndose pedazos, un instante después, todo estalló en gritos. Desde todas direcciones, cada departamento y casa en la zona. La locura envolvió la ciudad en un instante, en un solo segundo cambió el mundo que había conocido hasta ese entonces.
Fue en ese momento que vi a los primeros surgir. De la ventana desde donde aquel hombre había saltado, surgió lo que parecía un niño de unos doce años, se apoyó en el marco de la ventana y de un salto llego al piso, salvo que, a diferencia del anterior hombre, el logro un aterrizaje perfecto. Detrás de él aparecieron dos más, una mujer joven y una niña muy pequeña, ambas salaron, la mujer llegó al suelo sin problemas, sin embargo, la pequeña no corrió la misma suerte. Ver ese pequeño cuerpo estrellarse contra el asfalto hizo que mi corazón se retorciera, pero ninguno de los otros parecía siquiera haberlo notado ¿Qué es lo que eran? ¿Cómo era posible que pudieran ignorar de esa forma lo que acababa de ocurrir? más bien ¿Como habían llegado ilesos al suelo en primer lugar?
La confusión me abrumaba, sin embargo, no tuve tiempo de seguir encerrado en mi mente tratando de buscar respuesta a lo que acababa de acontecer frente a mí, pues a mi alrededor el caos se había desatado. Las puertas y ventanas se habían abierto de golpe y cientos de personas se precipitaron a las calles entre gritos de piedad y llantos. Detrás de ellos emergieron aún más personas, pero ellos no gritaban; avanzaban con paso decidido, el cual, aunque ligeramente torpe era constante.
Al principio no entendía porque huían despavoridos, hasta que vi a un hombre de avanzada edad alcanzar a una anciana. El la tomo del brazo y la jalo contra él, sujeto con fuerza sus hombros y lentamente acercó su boca abierta a su garganta.
—¡Evan por favor no! —Logró gritar la anciana antes de que le clavaran la mandíbula en la garganta.
Una mujer había sido asesinada frente a mí, su cuerpo yacía en el suelo aun retorciéndose ligeramente mientras era rodeada de aquellas cosas. No encontraba mejor forma para referirme a ellos, pues definitivamente ya no eran humanos; eran solo cascarones de lo que fueron, nada más que animales sin razón.
Ante mis ojos se había desatado una masacre y yo simplemente me quede ahí, observando como todas esas vidas estaban siendo arrebatadas en masa. Tenía un arma en mis manos y 5 cargadores en los bolsillos, sin embargo, no moví un músculo ¿A que le temía tanto? “Ellos” no se habían fijado en mí, estaban muy ocupados devorando a sus víctimas. Tal vez fuera eso, yo no corría, gritaba o suplicaba; solo estaba ahí y puede que hubiera seguido si no fuera porque los disparos de una ametralladora me sacaron de mi letargo.