A la orden de su comandante los militares se habían puesto en movimiento, recargaron cartuchos, aseguraron su equipo y subieron al vehículo. Por un monto llegué a pensar que estaba de suerte y me dejarían ahí sin hacer preguntas, sin embargo, antes de que el último de ellos abordará me tomó del brazo y me arrastró a la fuerza hasta el vehículo. Ya había visto pasar muchos modelos como este cuando había movilizaciones de los militares, sin embargo, jamás había subido a uno. Era un vehículo impresionante, las defensas estaban reforzadas por fuertes barras de acero, los vidrios mostraban un grosor considerable, claramente estaban blindados, y sobre la parte superior se encontraba una metralleta de alto calibre capaz de acabar con su blanco en segundos.
—Niño nuevo —me llamó aquel viejo soldado —Seré muy claro contigo y quiero que me respondas con igual claridad o te bajo aquí mismo —dijo con autoritarismo.
Por un momento me pareció buena idea, así al menos me alejaría de ellos, pero pensando más a detalle la situación, me doy cuenta de que no llegaré muy lejos por mí mismo. Estas personas ya me salvaron una vez ¿Realmente habría salido de ahí si no aparecían? o lo que es aún peor ¿Podría quedarme con el arma o me la quitaran a penas bajar? Estoy casi por completo seguro que me despojaran del rifle si no me consideran útil. Aunque eso no es todo.
Sabemos que estamos en una situación fuera de cualquier lógica. Los enfermos pierden la cabeza y atacan sin importar nada, ni siquiera su propio bienestar, estamos en medio de una crisis sin precedentes ¿Cuál es el camino que el gobierno debería tomar? Sin duda mantener a salvo a la mayor cantidad de civiles posibles ¿Y no le seria más fácil a las fuerzas realizar sus tareas si sus amigos y familiares están a salvo?
Ese fue el pobre razonamiento que me llevó a tomar una decisión por lo sumo drástica. Tendría que seguir a estas personas y asegurar el rescate de los míos. No había otra prioridad.
—Lo escucho señor —respondí al hombre.
—Capitán para ti mocoso.
—Entendido capitán —respondí seriamente, pero noté al instante molestia en aquel rostro ¿Estaba sobreactuando?
El capitán exhalo profundamente antes de fijar sus ojos en mí.
—¿Qué sabes de lo que ocurrió en el hospital?
Yo sabía perfectamente que fue lo que pasó ahí, sin embargo ¿Era algo que un soldado normal sabría?
Siento mi pulso acelerarse y mi frente comienza a gotear, siento que los nervios me corroen desde dentro. Algo no me agrada.
—Responde cuando el capitán te habla, mocoso —me dijo molesta la única mujer en el vehículo.
Mire intermitentemente a la soldado y al comandante. Estaba por fingir ignorancia, pero había algo que no me gustaba, la mirada del comandante; fija por completo en mi, pero no en mis ojos o siquiera mi rostro, sino en mi uniforme. Fue hasta ese momento que lo note, un 29 bordado sobre mi hombro derecho.
“Escuadrones 20 al 32 eliminados en el incidente del hospital”
Fue lo que le habían informado al comandante a través de la radio. Llevaba el uniforme de un soldado muerto, un hombre miembro del escuadrón 29 quien fue enviado junto a sus compañeros a enfrentar a esa cosa. Una vez más un muerto parecía haber vuelto a la vida y aquel viejo comandante había notado esta inconsistencia al momento.
Me limite a agachar la cabeza y rezar a mi suerte.
—Eso los mato a todos —respondí sin más.
—La división 29 fue masacrada en el incidente del hospital, o eso dicen los de inteligencia ¿Que mierda haces tú aquí entonces?
—Eso me arrojó lejos, para cuando desperté no quedaba nadie. —dije en un tono apenas audible.
—Y tu mejor idea fue salir de ahí y deambular por las calles —preguntó el soldado de la torreta.
—SI.
—¡Cobarde de mierda! —gritó el soldado sentado junto a mí, se puso de pie y desenfundó su arma.
—Relájate Arthur —ordenó el comandante de forma tajante.
—¡Es un maldito desertor! —grito Artur a la vez que retiraba el seguro del arma.
—Elin.
Con una palabra del comandante, la mujer frente a mí se puso de pie al instante y con un movimiento fluido de su muñeca derribó a aquel soldado.
—Ya tenemos algunos de los nuestros en nuestra contra, no necesito a más —habló el comandante furioso.
Ante sus duras palabras cada uno de los soldados regresó a su posición sin decir una sola palabra más. El recorrido continuó casi en un total silencio, salvo por unas pocas palabras que Elin me dijo en un susurro.
—Disculpa por favor a Arthur, su mejor amigo era del 29. —No respondí, simplemente me quedé ahí; sentado en silencio.
Al poco tiempo un nuevo sonido perturba el ambiente. Por el radio, se nos informó sobre un nuevo incidente, esta vez en la sección 6, totalmente al otro lado de mi hogar. No me gustaba nada cómo se estaba desarrollando esto, no veía forma posible de comunicarme con mis familiares y muchos menos persuadir a estas personas de ir por ellos. Pues parece que por ahora entender la situación y controlar los incidentes es la clave. Aún no he escuchado nada sobre un refugio para civiles o medidas de prevención. Solo tenemos que matarlos, es todo lo que nos dicen. Ni un solo intento por ayudarlos o siquiera averiguar si eso es posible.