"No tiene nada de malo sentirse perdido, con miedo, o dudoso. Ninguna persona se las sabe todas. Todos nos sentimos confundidos de vez en cuando. Todo va a estar bien"
—Fabio Andrés Legarda.
Música y letras...
Legarda
California, 2017.
Se ha llegado a nuestra última parada de la gira de este álbum que tantas sonrisas ya nos han robado a lo largo de todos esté año que se cumplen exactamente el día de mañana desde que lo iniciamos.
Sigo sin poderme creer lo bien que nos han estado recibiendo en cada país, en cada ciudad y en cada estado en el que ponemos un pie, la emoción se siente vibrar desde que cruzamos la puerta del aeropuerto en dirección al destino que nos depare para la próxima aventura que tengamos. Recién estamos por concluir este recorrido por todo algunos rincones del mundo, un gran viaje con el que nos llevaremos subidas y bajadas emocionales, pero siempre con la frente bien en alto. Los sentimientos encontrados siguen ahí guardados en el fondo de nuestros corazones. Aunque queramos mirar sobre nuestro hombro y decirnos a nosotros mismo que apenas ha iniciado porque probablemente termine antes de lo que esperamos.
De solo de pensar que estos son nuestros últimos dos shows y justos los tuvimos que terminar en California, la ciudad que nos vio crecer juntos de forma —artísticamente— y a todas esas personas que depositaron toda su confianza en nosotros cuando ninguno de los cuatro aún tenía la suficiente confianza necesaria para poder creer que hoy en día estaríamos pisando otro escenario más. Uno más, un sueño más, una meta más cumplida de miles que no hemos cumplido pero que lograremos cumplir.
Inconscientemente me encontraba marcando el número de Alexia, pero no me respondió a la primera llamada, tenemos está rara conexión que no nos permite dejar de hablarnos cada que uno de los dos llega a un nuevo destino, pero deje de seguir intentando cuando llegue al tercer buzón al que me ha mandado. Tome una gran inhalación antes de seguirle el paso a Alonso, mi mejor amigo, la persona en la que más confío y el bajista de la banda. Todos los demás estamos desvelados, no importa lo lejos o cercas que estuvimos hemos tenido la agenda llena de presentaciones y entrevistas estos dos días, nuestras agendas de todos nosotros han estado llenas de trabajo. Pero uno de nuestros trabajos más pesados sin duda es tener que prepararnos para dar dos shows en dos días, teníamos que aceptar cubrir a otro grupo, pero aun así les daremos lo mejor de nosotros a nuestros fans.
No tengo duda de que al llegar a nuestro cuarto en el hotel Mitchell vaya a tomar un baño de casi tres horas como siempre suele hacerlo después de un largo y cansado viaje en jet privado, pero está ocasión es por la presentación que hemos dado en uno de los programas a los que fuimos invitados. Es toda una princesa en el cuerpo de un hombre bastante vanidoso y arrogante.
—Las personas piensan que cada que tienes la mirada perdida es porque piensas en mí —me susurro al oído Alonso.
—¿Y tú qué crees que pienso?
—Quizás en que todos piensan que somos pareja.
—Probablemente en este concierto les confirme sus dudas —me burlo.
—Ja, ja, ¿acaso te crees muy gracioso, Fabio?
Intenté reírme, pero al sentir su mano tomando la mía todas esas ganas de echarme a reír se esfumaron, lo voltee a ver y no puedo evitar perderme dentro del color azul de su mirada que resalta con el color de su piel morena. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios al ver que le correspondía el gesto. Así es como regularmente siempre intentamos disipar el estrés entre nosotros después de un día demasiado cansado.
El transporte que nos regresara al hotel había llegado, pensaba sentarme a lado de Alonso como siempre, pero él me hizo una seña con su cabeza en dirección a Padme. A veces quisiera saber qué es lo que pasa por su cabeza de la pelirroja.
En el camino cada quien iba metido dentro de su mundo, la cabeza de Padme está recargada sobre mi pecho mientras que con mi brazo derecho lo estoy dejando reposando sobre sus hombros para poder sostener mi celular con más seguridad y que no se me vaya a caer sobre su cara como muchas veces a ella le se ha resbalado su celular de ella sobre mí rostro y todavía le parece demasiado gracioso cuando me quejo. Qué haré con ella cuando su sonrisa deje de brillar tanto como lo hace ahora.
Cuando creí que el silencio duraría un poco más hasta poder llegar hasta el hotel a Mitchell se le ocurrió la grandiosa idea de abrir su maldita bocotá para disipar el silencio que se había formado.
—Cristi, Cristi, preciosa... —llama a nuestra manager con dulzura. Solo hace eso cuando quiere algo. Típico de la princesita que tenemos, no puede soportar que le reprendan el celular durante los conciertos y vuelos o presentaciones importantes.
—No. —Lo corta de inmediato.
—Pero si no te he dicho nada aún —se quejó el castaño sentado en el asiento de enfrente con la cabeza ligeramente girada hacía atrás solo para llamar más su atención de Cristal.
—Ya lo tengo bastante claro y la respuesta sigue siendo la misma, Mitchell. Pero te conozco perfectamente y sé lo que quieres así que la respuesta sigue siendo un rotundo "no".
Hizo una mueca de disgusto, pero regresó su vista al frente cruzándose de brazos como si ese gesto le fuera a funcionar con ella. —Y así sigue sin querer que le digamos que es un dramático—. Mientras la camioneta seguía en movimiento Padme suspira con fuerza, despegué mi mirada de la pantalla de mi celular para echarle un pequeño vistazo al suyo, nada bueno sale de revisar sus celulares de las mujeres y menos del de ella. En mis labios se formó una gran "O" al ver con mis propios ojos lo que ella estaba presenciando. Como dije, nada bueno sale de echarle un pequeño vistazo.
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Editado: 09.05.2025