La última defensa de la creación: Vol. 1

06 Secretos

Sara dio la noticia que Gunnar había estado esperando, por fin el archivo cayó en sus manos. Tantos eventos previos le causaron incógnitas que posiblemente podría despejar ahora.

La boda fue un fracaso. Los excompañeros y sus familias, a pesar de los nexos con el Estado, todavía existía un límite de lo que podían saber. Era una posibilidad que Gunnar ya tenía en cuenta.

Puso las expectativas altas y fue defraudado. Vino para evaluar el comportamiento y se topó con personas que vivían sus vidas con total normalidad, salvo Madeleine y Oliver que resultaron saber cosas que él no.

Desde este punto ya empezaba a tomar más en serio su intuición. Ahora solo necesitaba abandonar el lugar cuanto antes para poder concentrar su atención en el archivo.

Se devolvió a la mesa donde estaban los demás y habló.

—Me tengo que ir. Nos vemos en otra oportunidad si así lo quiere el destino.

—¿Tan rápido? ¿No quieres dejarnos un número de contacto? —preguntó Mason, un poco triste por la noticia.

—Luke tiene un correo, ese servirá.

—Entiendo...

Todos acordaron que eso no era cierto. Ninguno intuyó la verdadera razón por la que vino, sin embargo, sabían que no era por ellos.

Gunnar se fue con acosadores ojos persiguiéndolo hasta que cruzó la puerta.

—¿Qué crees que vino a buscar? —George rompió el silencio.

—No lo sé, pero Madeleine se comportaba extraña y Oliver parecía seguirla a todos lados —Zenya dio a conocer sus dudas.

—Debe estar pasando algo a nuestras espaldas. Made y Oliver también se acabaron de ir.

Muchas especulaciones tomaron origen poco después que Gunnar se fuera. Recurrir a tanto sigilo no significaba nada bueno, pero no querían acomplejarse y dañar la fiesta.

Sin embargo, Luke fue el más afectado de todos, ya que había buscado a sus padres y a su hermana para que vieran a Gunnar. Ellos le tenían un aprecio enorme a él, lástima que no se hubiera podido dar el reencuentro.

Al final intentaron a la fuerza pasarla bien luego de las tempranas despedidas de los amigos.

Ahora, Gunnar ya se encontraba de regreso en el hotel después de conducir sin obstáculos. Le tomó menos tiempo por el poco tráfico a altas horas de la noche.

Abrió el morral militar, sacó un portátil y lo conectó con la pulsera. La pantalla se prendió y la colocó en modo holográfico.

Solo era esperar la conexión con Sara, que no tardó más de 15 segundos.

—Sara, muéstrame el archivo.

—[Procesando el pedido].

El archivo se abrió y en él había 2 vídeos. Cada uno tenía un nombre.

El primero se llamaba "Espejo Rojo: Monstruos"; y el segundo, "Espejo Plateado".

De inicio los nombres lucieron extraños y una débil sensación de malas noticias lo arrolló. Se tomó un segundo para decidir y reprodujo el orden secuencial.

El primer video se abrió y una grabación del sistema inteligente en una casa tomó forma.

Se mostró a una anciana sola en una mecedora. No parecía nada fuera de lo normal, no obstante, había un detalle que no dejó pasar: tenía un espejo rojo cargado en las tiernas.

El sistema pasaba las horas y días monitoreando a la anciana y ese hecho se podía evidenciar por las fechas de las grabaciones, parecía el típico caso de abandono de personas mayores. Eso explicaba por qué había grabación, puesto que la vigilaban por seguridad y prevenir robos.

Transcurrieron varios días y el espejo imprevistamente emitió un brillo, a lo que la anciana respondió con curiosidad, acercándose a la mesa. Cuando lo tocó, reaccionó con brusquedad, cayendo sentada al piso.

Al ver lo sucedido, Gunnar frunció el ceño porque no podía comprender nada, y por esa misma razón no dejó reproducir el video.

El espejo empezó a emitir fluctuaciones en el brillo, como si estuviera recreando una tormenta. Lo siguiente lo dejó sin palabras.

Alrededor del objeto cobraron vida múltiples rayos de color blanco que aparecieron furiosos intentando atacar inútilmente al espejo. Cada segundo, los rayos se enfurecían más y un mal presentimiento se apoderó de Gunnar, quien ya estaba sumergido por completo en el vídeo.

La anciana se encontraba extremadamente asustada y cuando del espejo salieron unas garras, se puso pálida y soltó un grito de pánico.

Pronto, la figura de un monstruo cobró vida. Era como una especie de rata mutante 4 veces más grande y fea.

Esa cosa atacó en frenesí y mordiscos letales se engancharon en el cuerpo de la anciana. La pobre vieja no tenía la fuerza para defenderse, ni lo huesos quedaron.

El monstruo al terminar de devorarla calmó sus movimientos y creció un par de centímetros mientras se escuchaban sus chillidos.

—¡¿Qué demonios es esa cosa?! —gritó Gunnar desconcertado. Su rostro lo decía todo, nunca esperó algo así, jamás—. ¿Creció porque se la comió?

La escena terminó ahí, y sin dar pausa ni permitirle procesar la información, se mostró el segundo vídeo.




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