La última defensa de la creación: Vol. 1

12 Escape II

Caesar reaccionó al sentir que una energía desenfrenada invadía a su hermano, no obstante Gunnar le dijo que todo estaba bien y se relajó.

Ahora, queriendo verificar bien las cosas, invocó la base de datos.

 

«Cuantificación del Origen: (105 + 716) 821. Cada aumento de Fuerza, Agilidad, Resistencia y Vitalidad consume 20 puntos de Origen cuantificado; Inteligencia 100 y Control de Origen: 1000». 
 

Gunnar pasó su caminata por el camino boscoso disparando a cualquier rata monstruosa que se interpusiera y había adquirido 105 puntos. El 716 era nuevo, pero sabía de dónde venía: del cadáver. 

Le intrigaba saber si el Origen cuantificado era el total que el agente adquiría tras absorberlos con el Proceso de Liberación o solo eran los que almacenaba. Viendo que el chimpancé continuaba comiendo tranquilo y robando Origen de alguna manera, la segunda opción era la más factible. 

"Es hora de aumentar mi fuerza".

Tener Origen cuantificado guardado era la mayor tontería del mundo. Una gran amenaza desconocida les estaba respirando en la nuca y volverse fuerte era oportuno, así que analizó cómo distribuir el Origen y procedió. 

 

«Salud: 8,3/10». 
 

«Fuerza: (20+7) 27». «Agilidad: (25+4) 29». «Constitución: (17+7) 24». «Vitalidad: (10,7 +14) 24». «Inteligencia: 25». «Sentidos: (15+9) 24». 
 

«Control de origen: 0». 

«Origen cuantificado: 1».
 

El Origen recorrió su cuerpo con su ya conocida sensación gratificante. Sintió que volvía a cobrar vida, era indescriptible, adictivo y sensacional. 

Un cambio notable fue que la percepción del entorno se sintió diferente. Los sentidos se agudizaron de tal manera que lo que antes era difícil ahora se captaba con mayor eficacia, ya fueran movimientos o sonidos. Todo se había amplificado a su favor. 

Lo mismo ocurría con su cuerpo. Aunque no tenía una estimación precisa, se sentía repleto de energía y con la actitud de atreverse a realizar cosas nuevas para probar sus límites. 

—¡Maravilloso! —No ocultó su felicidad—. Quiero más.

—[Yo también quiero más comida, hermano. Creo que ya nos entendemos mejor, porque para mí es la misma sensación] —Caesar, mientras comía las últimas partes de la cabeza que tenía en la mano, comentó sonriendo. Después se dirigió a su segunda comida, que era el extraño monstruo que mató Silvia. 

—Oye, para ahí. ¿No te va a hacer daño?.

—[No. Ya me he comido un par de estos monstruos ratas mientras luchaba. Son sabrosos. El hecho de que ese de ahí se vea diferente no significa que sea inapropiado para mí comerlo. Es más, deberías probarlos, tal vez te ayuden a ti también]. 

—No, gracias —respondió Gunnar casi sin permitirle terminar de hablar.

Silvia había finalizado la lectura y se dio cuenta del extraño comportamiento de Caesar. 

—¡¿Por qué demonios se está comiendo a esos monstruos?! —Lanzó, pero todavía no terminaba, porque había incógnitas que tenía mucho antes del ataque en la mansión—. Además, ¿cómo puede entender nuestro idioma y comunicarse por señas así? ¡Gunnar, explícame! Tu mascota me da miedo.

Silvia quería saber de una vez por todas el misterio de ese animal ridículamente fuerte e inteligente. Su dueño ya estaba aquí y podía decírselo. 

—Primero: Caesar no es mi mascota, es mi hermano. Es tan inteligente como una persona normal o quizás más, porque tiene 5 años y mira lo que hace. Segundo: Que no te sorprenda su fuerza. Fin del tema —sentenció sin querer abrir espacios de diálogo. 

—¿Eres consciente de lo que me estás contando? ¿Lo has visto aplastar monstruos con una barra de metal de dos metros? No, claro que no —Su mente se inundó de esos recuerdos en los que la destreza de Caesar estaba en plena exhibición. Las imágenes del animal atacando de frente con una vara mientras cortaba y mataba monstruos a diestra y siniestra, sin miedo, contemplación o piedad, la obligaban a dudar si era real, sabiendo a la perfección que sí. Por ello, se negó a aceptar aquellas palabras que rechazaban a hablar del tema—. El único oponente digno fue aquel tipo que intentó matarnos. 

—Ya que tienes ganas de hablar, ¿por qué no cuentas más cosas sobre eso último? —Gunnar cambió de tema, pero en verdad se lo merecía. Era tiempo de averiguar por qué ese agente estaba involucrado y les atacó. "Es muy obvio que los otros dos vendrán a esta zona después de oír la fuerte explosión". 

Silvia no tuvo más remedio que cerrar los ojos, tomar aire para contener su disgusto por ser ignorada y responder.

—Los dos habíamos tenido bastantes minutos lidiando con esas ratas, sin embargo, él intentó matarnos. Llegué a pensar que ese hombre iba a ayudar cuando apareció y me equivoqué. Antes de atacar habló algo así como: "Quiero tu Origen". Ahora entiendo más o menos el significado —Comprobó si Gunnar la había escuchado—. El agente, como dices llamarlo, tenía un uniforme antibalas que aumentaba la dificultad para matarlo, puesto que atinarle en la cabeza era complicado por su increíble velocidad. Me vi obligada a defenderme como pude, no obstante, sabía que moriría pronto. Fue gracias a Caesar que entró en acción y lo enfrentó cara a cara. Dios mío, ¡Esa batalla fue impresionante! No sé cómo consiguió matarlo.




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