La última defensa de la creación: Vol. 1

14 Última prueba de los Dignos

En los últimos días, el trío se enteró de que las Pesadillas muertas habían desaparecido, obviamente obra del Estado. 

No había ninguna mención de ellos en ninguno de los sitios informáticos que visitaron para ponerse al día con las noticias. En cambio, para los muertos, tenían la siguiente excusa: dos bombas explotaron en el lugar donde estaban los rehenes y acabaron afectados directamente.

El choque generado en la batalla entre Caesar y el agente de una estrella provocó una fuerte explosión, siendo esta una de las "bombas". La segunda fue la que activó Silvia en el proceso de huida con el dron. Este último suceso encajó como un guante para las autoridades y distorsionaron todo a su favor.

La ridícula mentira creada funcionó por el ataque mental de los agentes, puesto que si los familiares y personas involucradas daban validez, entonces el público lo creería, así de simple.

Un punto adicional a destacar fue que Silvia la expulsaron de la agencia. Debido a que Gunnar, a través de la organización que dirige, amenazó con exponer las fechorías del personal corrupto de alto rango, accedieron sumisamente a la petición, y más aún cuando adjuntó pruebas falsas de que la mujer había violado las estrictas normas.

No le costó mucho esfuerzo, ya que tenía este plan reservado desde hacía mucho tiempo y a distintos niveles según la situación. Era similar a buscar en su escritorio una hoja de notas perdida.

Ahora, sentado en el mismo comedor, Gunnar tomó la palabra, rompiendo el cómodo silencio que había.

—Ya estamos todos al 100% de nuestra capacidad. Es hora de avanzar.

Silvia estuvo de acuerdo y se lo manifestó asintiendo mientras detenía el tenedor que estaba a punto de llevarse un trozo de carne a la boca. —Estos 10 días resultaron infructuosos. El Divino Espejo no ha reaparecido y las Pesadillas desaparecieron milagrosamente tras los ataques.

Era como si hubieran estado soñando todo. La ciudad no sabía del peligro y las noticias, como se había dicho, no informaban de nada relevante al respecto. Sin embargo, había una atmósfera extraña y anormal que creaba una sensación de peligro en los corazones de la gente. Por ejemplo, la lluvia repentina había continuado. De un momento a otro el cielo se oscurecía y llenaba las ciudades de una inmensa cantidad de agua, añadiendo que las gotas empezaban a ser más ácidas, enfermando a una parte de la población.

Este fenómeno climático estaba siendo investigado por los especialistas y la falta de respuesta provocaba angustia y preocupación entre los civiles.

Y por si fuera poco, desde hace 3 días hubo múltiples terremotos en más de 12 países entre Europa, Sudamérica y Asia. También hubo informes de animales que se volvieron agresivos y atacaron a otros y a los humanos.

Para Silvia era fácil relacionar las cosas con el misterio de la especie desconocida llamada Pesadilla y los espejos, tampoco no negó que tenía un mal presentimiento.

Gunnar compartía esos pensamientos e incluso había un hecho singular que lo obligó a estar en alerta máxima durante toda la noche.

Y es que Caesar se ponía irregularmente nervioso y pedía dormir con él. El chimpancé le dijo que sentía peligro y rabia a cada momento y que soñaba con las Pesadillas. Hoy tenía peor aspecto.

Gunnar miró a Caesar, que estaba inquieto sobre la mesa y no podía ocultar su preocupación.

—Caesar, ¿cómo estás? —preguntó.

El animal levantó la vista y vio los ojos de su hermano y de Silvia muy atentos a él. Quiso expresar algo, pero se vio interrumpido en un abrir y cerrar de ojos, puesto que de repente se le erizaron los pelos del cuerpo y gritó.

—¡Caesar! —Gunnar reaccionó desesperado, por el hecho de que no entendía lo que le estaba pasando.

Corrió hacia él, se acercó y lo abrazó con fuerza tratando de tranquilizarlo. Después desplazó su mirada hacia Silvia indicándole que estuviera alerta en los alrededores.

Ella frunció el ceño y desenfundó la catana para ponerse en guardia.

El pelaje del primate, sin previo aviso, emitió destellos de luz como una bombilla blanca, sobresaltando a los presentes.

Entonces, en ese instante tensionado, 2 Pesadillas entraron por la ventana y se abalanzaron hacia Gunnar y Caesar porque la distancia era más cercana. No obstante, antes de que los tocaran, Silvia se movió con agilidad y los decapitó en un segundo.

Los irritantes chillidos de los monstruos resonaron y ella comprendió la situación.

—¡No puede ser, nos están atacando!

Silvia tocó la sangre para absorber el Origen y luego sacó las pistolas. Disparó a 5 Pesadillas que salieron del mismo lugar, corriendo como locas hacia ellos. El chimpancé brillaba y gritaba aún más y Gunnar lo abrazó tratando de calmarlo.

—¡Silvia, cuida de Caesar!

Tras ese fuerte grito, Gunnar se separó del primate para ir en busca de las armas, solo que sus enemigos no estaban dispuestos a esperar a nadie; entró una docena de Pesadillas. Estaban tan frenéticas que algunas se atascaron en la ventana por tratar de entrar al mismo tiempo.

Silvia, en consecuencia, disparó espléndidamente mientras Caesar estaba en el suelo acurrucado como un bebé. Cuando los ataques pretendían cesar, aparecieron 2 Pesadillas con la apariencia del monstruo de 5 ojos que mató hace 10 días.




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