La última defensa de la creación: Vol. 1

21 Encuentro casual

Apenas se adentraron al edificio, el grupo había organizado las cosas en la habitación. Las dos personas se trataron las heridas que habían sufrido de manera improvisada con unas vendas, sin embargo, necesitaban medicina para que sanaran lo antes posible y estar al todo porciento.

—No entiendo por qué estamos condenados a sufrir así. Nada quiere salirnos bien —Se quejó Silvia, deprimida. Habían buscado comida en ese hotel, no obstante, descubrieron que ya había sido saqueada—. Al menos conseguimos vestimenta.

Fue lo único bueno. De ropa no les faltaba nada, pues había una pluralidad de ellas con diferentes tallas en el tercer piso.

Silvia eligió un conjunto deportivo; camiseta y short de color rosa, con 3 rayas blancas a los costados. También unos tenis blancos. Gunnar y Caesar siguieron el ejemplo; los dos se vistieron con sudaderas y pantalones negros.

Cuando ya no quedaba nada más que estar alerta a posibles ataques, el trío prendió el sistema local para ver noticias recientes. Las guerras en todo el mundo iban peor que antes y la fuerzas armadas no luchaban por los ciudadanos. El abandono era real y ellos tenían sus propios propósitos.

—Desgraciados —Silvia no ocultó en su expresión el sentimiento de asco y repugnancia—. ¿Ellos pensarán utilizar bombas nucleares?

La pregunta era una incógnita que Gunnar había reflexionado.

—Las variables son muchas, Silvia. Por ejemplo, ¿de qué sirve acabar Pesadillas de ese modo si continuarán apareciendo? ¿Tienen conocimiento de que no es así? Arriesgar matar a tantos humanos también es una pérdida. Hay algunos que luchan y crecen, como nosotros. Somos unos buenos refuerzos a futuro. No hay que tomar decisiones precipitadas.

—Tiene sentido —concluyó así.

Gunnar entonces quiso investigar más de esta zona del país. Resulta que Boston todavía era uno de los territorios donde las Pesadillas no habían brotado descomunalmente en comparación con los demás países o ciudades.

—Puede que sea una buena noticia. ¿Cuánto durará eso? Está por verse. El crecimiento del número de esos monstruos va en grave aumento.

—Sí, Gun, y lo peor es que evolucionan a una velocidad alocada —Ni un niño se sentiría aliviado o esperanzado, por eso Silvia le dio voz a sus pensamientos. Desde que el hombre a su lado habló sobre la batalla a escalas inconmensurable entre las Pesadillas y el Divino Espejo y el destino del planeta, ella ya había posado su objetivo a la otra dimensión—. Nos queda solo una opción.

—Así es —Entendió lo que trató de decirle—. Desde el principio la humanidad no tuvo oportunidad de ganar.

Apagó la televisión y el sistema inteligente. Continuar viendo lo que pasaba en otras partes no tenía sentido para él, puesto que no había información valiosa.

El mutismo entonces se paseó por el ambiente porque nadie quiso hablar. Fue hasta cuando Silvia recordó algo aparentemente divertido y se echó a reír, cortando el silencio.

—Gun, ¿qué pasó con el plan de dividirnos y limpiar el área cuando salimos de la casa? Parecías tan convencido de hacerlo.

Se burló de Gunnar debido a que el plan fue frustrado por la avalancha de Pesadillas. Caesar fue otro que soltó carcajadas hasta que la barriga le doliera.

En cuanto al hombre, ni siquiera prestó atención. Inmutable siempre.

—Oh, por cierto. ¿Por qué no utilizas tu empresa para ganar algo de provecho? —Cambió el tema y le preguntó ya en serio.

—¿Mi empresa? Ni sé si existe aún. Además, es mejor que la gente crea que estoy muerto. Tampoco tengo a nadie de quien preocuparme allá afuera.

—Entiendo...

Con la empresa había la posibilidad de lograr ciertas conexiones. Al menos no era malo intentarlo, no obstante, prefirió mantener las cosas como estaban.

—Iré por comida. Ustedes dos permanezcan aquí. Ya saben, echen a cualquiera que venga y si no quieren irse, mátenlos.

No hubo respuestas, pero el mensaje fue recibido a la perfección. Gunnar cargó las espadas y el bolso donde estaban más de una docena de cuchillos caseros y bolas de billar. Había recogido cualquier cosa útil para matar, teniendo en cuenta que las Pesadillas no eran los únicos enemigos.

Con todo listo, buscó en el GPS los supermercados y centros comerciales más cercanos, después bajó el edificio. "Espero volver pronto...".

La lluvia todavía estaba en su apogeo y las calles repletas de agua. Le fastidió la idea de volver a mojarse, pero no veía más opciones debido al hambre insoportable.

Alzó la capucha de la sudadera y dio un paso en carretera. El frío del ambiente se sintió de inmediato; era manejable. Su cuerpo estaba peldaños más arriba en comparación al de antes, y esto hacía que un resfriado fuera difícil de padecer.

"Así que son estas". Eran 4 las zonas donde podría hallar comida y cosas de utilidad. Gunnar no le dio vueltas al asunto y tomó la decisión más práctica. De todos modos era cuestión de suerte. "Supongo que iré al más cercano".

Elegido su objetivo, corrió y corrió con un ritmo decente. Atravesó las calles con rapidez, acercándose al lugar cada segundo.




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