La última defensa de la creación: Vol. 1

28 Alianza

—Los límites de su fortaleza superaron mis expectativa. Aquella inusual criatura blanca es un enigma que demanda un estudio minucioso —susurró Robert al equipo, sus ojos inamovibles apuntaba a Caesar, quien había devorado implacablemente a los canadienses—. ¿Cuál será nuestro próximo paso, señor?

—Tenía la intención de acercarme y hablar con ellos, pero he cambiado de parecer. Deben estar altamente alertas y cautelosos, así que será mejor en otra ocasión. Y en cuanto al animal, tienes razón, examinaremos con mayor seriedad su conducta irregular —respondió mientras bajaba los binoculares.

—Tras obtener la cuantificación del Origen de esos cadáveres, me aventuraría a afirmar que están a la par de Dylan y Marcus. 

—¡¿Del mismo nivel?! Nos estás subestimando, Robert —Dylan, un joven de cabello rapado, piel morena y complexión fornida, se sumó a la conversación. Era uno de los tres subordinados. 

—Serían excelentes incorporaciones para la Unión Mundial —dijo Marcus, el otro joven. También estaba rapado, pero su color de piel era blanca y tenía la cara pecosa.

—O enemigos complicados... Como sea, pronto resolveremos nuestras dudas. No vamos —Las palabras vinieron de Malcom.

—¡Sí, capitán!

El equipo se despidió de la zona y desapareció.

Al igual que ellos, otros ojos desconocidos imitaron las acciones y abandonaron el lugar. Caesar percibió las energías huyendo unos tras otros y se relajó cuando el más grande no pudo ser percibido.

—[Hermano, los más poderosos ya no están en los alrededores. La mayoría perdieron el interés de quedarse].

—Bien, es mejor así —Gunnar comentó.

Era una alternativa menos desgastante no participar en más duelos. Además, el primate había afirmado que el agente del otro día hacía acto de presencia junto a 3 Liberados poderosos. Las estimaciones de Caesar indicaban que no eran más fuertes que ellos, incluso agregando el Origen cuantificado en los atributos, no serían suficiente para igualar al más poderoso.

—Presiento que esta estancia en la Tierra será más peligrosa de lo que creí. Hay monstruos que no deben ser subestimados y no me refiero a las Pesadillas —habló Gunnar tras una nueva evaluación de las cosas.

—Sin embargo, en los peligros siempre están los mejores frutos... Por otra parte, no importa quien ataque, con nosotros no se juega. No me gusta ser objetivo de nadie, lo odio.

Silvia se expresó un poco molesta. Esa chica siempre parecía variar de emociones sin previo aviso. A pesar de ello, su compañero sabía que esas eran palabras más sinceras.

Los problemas parcialmente se resolvieron en el edificio, aun así, toda la ciudad era un completo caos. En los cielos, las aeronaves que no alcanzaron a llegar al terreno donde estaban ellos, cayeron en otros sectores de la ciudad. Posiblemente donde abundaban las Pesadillas.

También las personas y Liberados entraban como locos a la zona sin Pesadillas desde múltiples sectores. Nadie deseaba estar afuera y ser comido. Por esa razón, los espacios originalmente amplios estaban siendo disputados de izquierda a derecha. Como había áreas todavía libres, muchos eligieron los suyos, pero también iniciaron disputas por otros.

—Será un fastidio pasar las horas echando gente. Quizá le diga a Caesar que se coma unos cuántos para una especie de advertencia —dijo Gunnar molesto.

Caesar apenas oyó, dividió su atención en las energías circundantes y la maravillosa idea de su hermano. Aunque después de analizar bien, concluyó que Gunnar posiblemente no lo estaba diciendo en serio. Era muy bueno para ser cierto.

—¡Mira la cara de Caesar! ¡Ja, ja, ja! —Silvia dejó escapar una pequeña risa viendo lo ilusionado que estaba el animal.

—Este chico… —dijo el hombre, negando con la cabeza—. Ven y carga a esta niña.

Cuando el primate acomodó a la chica en los hombros, varias energías se movieron en dirección a ellos.

—[Vienen varios Liberados].

Sin dudarlo, le informó a los dos miembros del equipo y estos asintieron, relevando caras serias. Esperaron poco tiempo antes que 4 siluetas se formaran en la distancia, y entre ellas, había una más alta. Con la aproximación, el trío los identificó: La pandilla de James.

Traían varias bolsas grandes de alimentos y machetes como armas. El gigante portaba un hacha de alta calidad, posiblemente del Espejo Divino.

Encabezando el camino, estaba el jefe. En él, varias heridas y raspaduras adornaban su cuerpo.

"Han muerto un par”. Al ver solo 4, Gunnar se percató que faltaban 2 miembros. Inicialmente eran 8, pero él mató a uno y después se enteró de que James asesinó a otro.

La pequeña pandilla de delincuentes estaban visiblemente tensos, más notable para los 3 secuaces. Sus tatuajes en todo el cuerpo y las caras rudas no ocultaban ese hecho.

El silencio sofocante se encendió cuando llegaron frente al tridente.


—Oh, los feos administradores del supermercado resultaron tener el coraje de seguir en el planeta —Silvia fue la primera que habló—. ¿Quieren intentarlo igual que los tipos de antes? Caesar todavía tiene hambre.




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