La última defensa de la creación: Vol. 1

41 Invadidos

—¿Por qué le dijiste a ese chico que Sophia había sido secuestrada y maltratada por el grupo de Gunnar? De verdad no puedo creer las estupideces que haces. ¿Tus atributos en Inteligencia aún no los has aumentado? —dijo Gabriel con mal humor.

—En realidad lo que hice fue hablarle de la perra que anda pegada a Gunnar como garrapata. No imaginé que ese idiota saliera corriendo sin esperar más detalles. Su velocidad es increíble —respondió Lina—. No pude seguirlo porque me pediste cuidar de esta zona. Maldición, al menos espero que mate a esa desgraciada.

Entretanto Gunnar yacía gritando incontrolablemente y Caesar se comportaba agresivo con los demás miembros, tratando de alejarlos de su hermano, a varios kilómetros de distancia Gabriel y los 49 Liberados bajo su mando se reunieron en el pequeño parque de la vez pasada. Ahora se había convertido en un espacio de encuentro.

El líder había citado a todos después de venir y conocer los eventos causados por Lina. Siempre había tratado de llevar las cosas de la mejor manera con aquel equipo en particular y su trabajo podría irse a la basura por la situación más imprevista. La mujer frente a él, sin lugar a dudas, parecía que le hacían falta varios tornillos en la cabeza.

—Ya no se puede hacer nada. Gabriel, ríndete en querer reclutar a esos Liberados, ya que no vas a conseguirlo. Este tipo molesto está desinteresado en unirse —declaró el arquero, interviniendo en la conversación con clara molestia—. Lina, cuenta conmigo si se presenta un problema relacionado con ellos. Te ayudaré.

—También te echaré una mano. Quiero degollar a cierta persona irritante —expresó Gregor, maliciosamente.

La molestia en los rostros de cada integrante era visible. Que los hubieran llamado para una cuestión así no les gustó para nada. Gabriel también recibió unas palabras muy obvias y era que debía abandonar las ilusiones de tener bajo su control aquellas personas. Lo que no sirve, se bota.

—Bien, creo que tienes razón. Te encargo de todo este asunto si hay agresión por parte de ellos —ordenó el líder al arquero.

—Cuenta con eso —respondió.

Después de esa discusión, dedicaron el tiempo concerniente a la alimentación. El problema se iba agravando cada día, puesto que más Liberados se integraban constantemente y los estómagos utilizaban porciones muy considerables. Ellos tenían bajo su poder 3 grandes almacenamientos con suministros, sin embargo, con 50 bocas por abastecer, estaban casi vacíos.

—Vaya lío en el que estamos. Bueno, hay que pedir “prestados” suministros de algunos vecinos. Hay un grupo el cual administra uno, pero no son fáciles de tratar —comentó Lina.

—Sabemos que los agentes extrañamente no eligieron pelear por algún tipo de comida y aun así parecen no tener problemas en alimentarse. Desde mañana profundizaré más en hallar algunas pistas —expresó Rosalía, la hermosa mujer de cabello largo.

—Hablaremos de eso mañana. Se termina la reunión —dijo Gabriel.

Se dio la vuelta y se preparó para partir, y antes de tomar impulso para saltar, alzó la mano con un gesto de “detenerse” a Lina, que lo seguía detrás de él.

—¿Qué pasa? —preguntó la mujer.

—¿No lo sientes?

—¿Sentir qué? ¿Hay Liberados cerca? —Siguió confundida y concentró sus sentidos. Ahí fue donde frunció el ceño.

—¿Mm? Esto es… —expresó el arquero. Sintió un leve retumbar que gradualmente fue en aumento hasta hacerse más evidente.

—¡Si, un maldito terremoto! —Lina completó las palabras

Los temblores repentinos no duraron en sacudir la tierra a un ritmo alarmante, que fue seguido de grietas en múltiples construcciones y caídas de pequeños fragmentos de tales obras.

—¡Nooo! ¡Ayuda!

—¡Auxilio!

Los primeros edificios se desplomaron, causando un alboroto en todas partes. En consecuencia, los gritos de personas se pudieron escuchar y muchos Liberados huyeron fuera de sus refugios para no ser aplastados.

La secuencia de las construcciones desplomándose prosiguieron e hirieron y acabaron con la vida de miles de individuos.

Gente corriendo salvajemente bañadas en sangre y pluralidades de lesiones se presentaron en todos los lugares. Ellos corrían por sus vidas. Había caras que expresaban series de emociones, como el pánico, ansiedad y dolor profundos; era una vista horrible, muy horrible.

—¡No se queden parados, corran! —rugió Gabriel, dando una orden de emergencia.

Sus palabras sorprendentemente predijeron el derrumbe de un gran edificio de 55 pisos. La inmensa arquitectura estaba al alcance de ellos, por lo que se manifestó la oportuna advertencia del líder. Los Liberados con su alta velocidad desaparecieron de inmediato.

El “Boom” causado por la caída era de otro nivel. La nube de polvo que creó envolvió toda la zona y libró más desplomes. Después de eso, las partículas sólidas se fueron asentando y el fuerte sismo, paulatinamente, se calmó hasta detenerse por completo. Cuando todo parecía calmarse, fue la hora de saber de la condición física del grupo.

—¡Agrúpense! —La voz resonante de Gabriel se escuchó.

La primera en hacer acto de presencia fue Rosalía. La hermosa mujer no presentaba ninguna herida en el cuerpo, solo el polvo se adhería a su ropa y piel. Luego, Lina, Gregor y muchas caras conocidas.

El líder contó cuántos respondieron a su llamado y el número fue 46. Había 4 personas desaparecidas, que muy probable debieron haber sido aplastadas y ahora estaban en mal estado o muertas. “Curiosamente murieron los últimos Liberados que se unieron. Mala suerte para ellos”, pensó.

—Desgraciado terremoto. Está todo hecho un desastre —dijo Gregor, que casualmente alzó la vista al cielo, pero lo que miró lo impactó—. ¡Oh, mierda! No puedo creer lo que veo.

El hombre musculoso y tatuado se le querían salir los ojos. Su martillo se le cayó de las manos sin darse cuenta. Las otras personas no dudaron en seguir la dirección en la que Gregor veía con total conmoción. Entonces, comprendieron el porqué de su comportamiento.




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