Después de que Gunnar se pusiera de pie, exploró su cuerpo en un intento de conocer sus nuevas fortalezas y limitaciones. Primero se percató de los beneficios de una mente con los atributos en 100, ya que era como si no hubiera un proceso mental imposible de abordar. Podía recordar perfectamente su vida desde los primeros meses hasta el presente y hacer cálculos tan veloces como sus movimientos. “Ahora entiendo por qué he subido 0,3 puntos más en los niveles de Supervivencia y Peligro. Puede que siga creciendo si entreno”.
—[Hermano, te desafío a un duelo] —Caesar, de la nada, escupió palabras portando un semblante determinado y seguro. Gunnar prestó atención a su audacia. Entonces, sonrió.
—Sé sincero, ¿cuáles son las posibilidades de alcanzar la victoria? —preguntó, interesado por saber la respuesta.
—[Diría que el 70%; sin embargo, sería subestimarte… 50%, hermano].
—Oh, ya veo. Lástima, yo gano —afirmó—. Cuando mis posibilidades sean del 30%, según tus cálculos, con gusto te patearé el trasero.
Caesar se tocó la barbilla mirando al suelo; estaba muy pensativo. Había deseado retar a su hermano y darle una paliza por todas aquellas ocasiones donde la víctima fue él. Quería hacerlo con una victoria rotunda, así lo disfrutaría mejor.
—[Está bien. Volveré pronto] —Prometió con la misma actitud con la que lo retó. Se propuso una meta la cual cumplir.
—Este niño engreído…
—¡Estoy contigo, Caesar! —gritó Silvia— ¡Ya verás, te darán tu merecido, Gun!
Los presentes escucharon en silencio. James se preguntaba cómo esas personas tenían el ánimo de pensar en otras cosas diferentes a lo que se vivía con las Pesadillas y el mundo en general, mientras los hermanos, más Sophia que Benjamín, la curiosidad los sedujo al imaginar la tremenda pelea entre ellos.
—¿No se supone que el más fuerte es Caesar? —preguntó Sophia, que había sido testigo del poder de pelea del chimpancé.
—Quizá, pero la fuerza bruta no garantiza una victoria —respondió el hermano— ¿Acaso no has visto la forma en que se mueve ese tipo?
—Supongo que tienes razón… —Fue lo único que pudo decir al revaluar su opinión.
Esfumando los delirios de grandeza del primate, Gunnar abrió la base de datos, pues, aún le sobraban más de 900 mil puntos. “Mi intuición me dice que el atributo restante será más difícil de incrementarlo, pero por algo se inicia”. A él no le preocupaba la demanda que el Control de Origen le pidiera, porque ya no ganaba un miserable Origen al igual antes. Dirigió un pensamiento al Divino espejo y cedió la suma entera en esa estadística.
«Control de Origen: 42».
«Cuantificación de Origen: 560».
Esta fue la subida de puntos cada 10 unidades: al pisar los 20, exigió 10.000 si quería continuar; en los 30, se multiplicó por 5 y con los 40, dobló la cantidad, reflejando la cifra de 42. “Es bueno, pero quiero tener más chances de encontrar la Semilla Oculta. Conseguiré más Origen”.
La siguiente hora no hubo nada relevante que mencionar. Fue el tiempo para que los heridos hicieran lo posible de tratarse. La única solución más efectiva sería comprar en el Divino Espejo, sin embargo, el inconveniente se presentaba en el alto precio que ellos no podían pagar, debido a que agregaron todo a los atributos.
—Bien, es hora de marchar y buscar Origen cuantificado —habló Gunnar, con los preparativos listos.
—¿Se sienten mejor ustedes dos?
—Estoy bien, James —respondió Mark, levantándose adolorido.
—Yo también, jefe. Vayamos por ese Origen —dijo el más herido de la pandilla. Había una gran herida en su pecho que necesitaba ser curada. La condición era preocupante.
Sin más, emprendieron su camino. Los días de estancia en el edificio habían terminado abruptamente y no tenían más opción que abandonar la zona sin haber argumentos sólidos para permanecer ahí. Agregando que la jugosa recompensa en los cuerpos de las Pesadillas y Liberados, les era imposible no ceder.
Cuando pasaron el territorio donde Caesar recogió Origen de los occisos, Gunnar inmediatamente estableció un punto de encuentro en el cual volver luego de determinado tiempo. El sitio era un casi destruido parque ecológico.
—Aquí nos encontraremos en 4 horas. Cada grupo se separa y va a hacer sus cosas y vuelve si así lo desea —dijo el líder, con la característica cara indiferente en este tipo de situaciones. Se dio la vuelta y vio al chimpancé moviéndose hacia los dos hermanos.
—Le dije Caesar si nos podía acompañar y aceptó —pronunció Sophia toda sonriente, dándole un caluroso abrazo al nuevo acompañante. Gunnar no dijo nada y se dirigió hacia la única compañera que le quedaba.
Los primeros en irse fueron James y sus secuaces que se transformaron en un pequeño punto negro en segundos. —También nos vamos. Adiós —La joven se despidió haciendo un gesto con las manos. Benjamín asintió y Caesar se fue sonriente.
—No nos quedemos atrás, Gun.
—¿Cuáles son los puntos en tus atributos? —le preguntó a ella sobre su actual fuerza. Esto sucedía cada vez que trabajaban juntos.
—Los llené todos a excepción de Inteligencia que está en 91.
—Si es posible, no pases de 99 hasta que tus lesiones sean de cuidado —sugirió.
—Lo haré.
Después de un breve intercambio de palabras, el dúo prosiguió a realizar su trabajo. Acordaron no separarse más de 150 metros con el fin cubrirse si un ataque sorpresa los embestía.
Durante los próximos minutos, escudriñaron cuidadosamente cada parte donde olían y veían sangre. Aunque sí hubo encuentros con Liberados, nadie quiso molestarlos.
El área era cercana al supermercado donde venían a buscar alimentos. Eligieron esta zona porque normalmente circundaba Liberados y también había residentes cercas. Cuando pisaron el terreno, huellas de una brutal batalla los saludaron al llegar, haciéndoles sentir que habían tomado una buena decisión.