La última defensa de la creación: Vol. 1

46 Encuentro agresivo

Mientras las cosas por el lado de Gunnar y Silvia se estaban poniendo violentas, el grupo de los hermanos y Caesar recogían Origen cuantificado sin interrupciones importantes. En el área en el que estaban, los edificios destruidos reinaban y las carreteras se bordeaban con fragmentos de construcciones caídas.

—¡Caesar, eres un tramposo! —exclamó la chica, cerrando los ojos por los gestos de enojo que hizo al hablar—. ¡Me acabas de robar Origen! ¡Dámelo!

—[Señorita Sophia, usted estaba pasando ahí nada más. Estoy seguro de que no sabías sobre ese cadáver] —El chimpancé se negó a dar el Origen del presunto robo.

—¡No me digas nada, estoy enojada contigo! —reveló, haciendo una escena exagerada—. Debes tener incluso más del doble que Benjamín y yo tenemos juntos y aun así no me quieres devolver un miserable Origen cuantificado.

—[Es de mi hermano, si quieres que le entregue, habla con él directamente]. 

La enorme sonrisa del primate afilaron los ojos de Sophia, intentando percibir una mentira, pero fue infructuoso. —¿Hablar con Gunnar? No quiero. Él es muy aburrido.

—Hermana, deja de discutir con Caesar, no creo que se deje estafar por ti. La hora acordada está llegando, debemos irnos.

Sophia obedeció a regañadientes, todavía seguía enfadada. —¿Cómo te fue a ti?

—Supongo que bien. Tengo 900.000.

—Ja, ja, ja, te gané y por la diferente del 40% —Se burló orgullosamente—. Pero toma, hay que balancear las cifras.

La intención de Sophia ánimo a Benjamín a sonreír. —No. Es tuyo. Agrega todo a tus atributos ahora mismo —rechazó la oferta casi sin dejarle terminar de hablar. Ella no tuvo de otra que retirar su propuesta y obedecer.

Cuando finalizaron la limpieza por el área y tenían la intención de reunirse con los demás, nuevas noticias salieron de boca de Caesar.

—[Hay 7 Liberados dirigiéndose hacia nosotros desde el oeste. Son fuertes]. 

—¿Sí? Entonces hagamos una pausa y esperemos —respondió Benjamín luego de que su hermana le tradujera—. Sophia, mantén la guardia alta.

La chica aprobó con un gesto y agudizó sus sentidos. La actitud divertida de hace un rato fue reemplazada por una tensa y cautelosa. Se alegró al saber que tenía un acompañante poderoso junto a ellos.

Las siluetas pronto se visibilizaron en la lejanía, pero el camino no era precisamente donde el trío estaba.

“Como pensé, solo pasaban por aquí”. Benjamín se relajó. No fue hasta que pasaron vio un preocupante rostro familiar. Aquél grupo frenó en seco y dirigió la marcha hacia ellos tres.

—¡Oh, no! ¡Es Malcom! —gritó el chico—. ¡Sophia, huye de aquí! ¡Yo lucharé con Caesar!

El corazón de la chica se volcó al oír la identidad de aquellos Liberados. “¡¿Por qué demonios está sucediendo esto?! Bendita fuerte la que me rodeas”, pensó ella. El pulso le tembló y el cuerpo dejó de responderle. Tenía mucho pánico.

—¡Sophia, vete de aquí! —repitió. Los soldados ya estaban aproximándose a una velocidad increíble y el joven empezó a desesperarse. Para colmo, peores noticias fueron presentadas por Caesar.

—[El tiempo se agotó. La señorita Sophia tiene que alejarse de su hermano... Y, Benjamín, habla con autoridad. Están conmigo].

La hermosa joven pareció entrar en razón luego de que comprendieran los gestos del chimpancé. Fue como si se evaporara todo el humo negro lleno de pensamientos negativos.

Caesar no mentía, junto a ellos tenían al ser más fuerte del equipo. Tradujo el significado a Benjamín y este dio un gran suspiró, mostrando una cara asesina, la misma que Gunnar vio en los archivos.

A lo lejos, los agentes siguieron avanzando, levantando el humo donde marcaban las huellas de sus pies, igual que automóviles viajando por el desierto. El hombre de mediana edad, nombrado justamente el más fuerte entre ellos, sentía una picazón en sus manos por las ganas de asesinar al joven que había perseguido incansablemente durante meses.

Tenía tanta ansiedad que ya había marcado una clara distancia de los demás soldados. El único que luchaba por seguirle el paso era el subordinado Robert. Si había una persona que entendiera cuánto Malcom había trabajado con el fin de vengar la muerte de su sobrino, no podía ser nadie más nadie que él. "Capitán, hoy será el día donde su deseado objetivo se cumplirá", pensó, apretando el puño con resolución.

—¿Estás viendo lo mismo que yo? —Dylan le preguntó a Marcos.

—Sí. Es el extraño animal y la chica que hacen parte del equipo de ese tipo.

—Por fin algo positivo. Maldición, los monstruos han acabado casi la mitad de nosotros, al menos saciaremos nuestra frustración.

—¡Muevan el trasero, hay asuntos que atender!

La orden fue dada. Malcom se impulsó decenas de metros, tan lejos como volar por una cancha de fútbol. Una hazaña de locura.

La caída produjo un sonido ensordecedor y formó un hueco a su alrededor. El hombre moreno permaneció en la misma posición con la que descendió y fue una clara respuesta de que el aterrizaje no resultó tan cómodo, pero se enderezó luego. 

Al alzar la cabeza, Malcom chocó la mirada con el chimpancé blanco, el cual descomprimió el báculo, lo clavó en la tierra y no atacó.

El capitán enfocó los ojos hacia el adolescente y apretó los dientes, furioso.

—¡No te librarás en esta ocasión! ¡Te mataré!

Respondiendo a sus afirmaciones, los brazos sacaron 2 largos cuchillos militares de color negro y las piernas partieron el suelo de la fuerza con la que inició la carrera para matar a Benjamín.

En menos de un segundo apareció frente de su enemigo e intentó cortarle la cabeza…, y en menos de un segundo, también, un furioso golpe chocó contra él, obligándolo a protegerse.

El agente Robert fue recibido en la escena con un Malcom en forma de proyectil, atropellándolo y llevándoselo con él. Los dos barrieron cientos de escombros en línea recta sin obstruir su camino, solo hasta que se encontraron con un enorme muro.




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