La última defensa de la creación: Vol. 1

58 Asesino por excelencia


El primer triunfo de Sophia luciendo su faceta de guerrera al estado puro había acabado, sin embargo, en el sector de Gunnar apareció el primer monstruo de 2.3 m impactando en el suelo.

La carretera agrietada ganó la peor parte, debido a que se esparció por todos lados formando un hueco de un metro de profundidad. La altura desde donde descendió debió ser la más alta o su masa corporal era considerablemente pesada.

—[Hermano, se acerca al nivel base de Malcom. ¿Va a dejarlo andar con libertad o te encargarás?] —comunicó con el lenguaje de señas.

—Probaré —dijo sin temor alguno, como si la comparación con Malcom fuera irrelevante a sus ojos.

Gunnar estuvo eliminando Pesadillas luchando a mano desnuda. De igual manera, ninguno fue merecedor de forzarlo a combatir con las Gemelas. Los monstruos de 2.4 m sin duda se le debían tratar con cuidado, e incluso así, los mató igual que a los demás, solamente que se trabajó más con ellos.

Las 2 espadas respiraron aire fresco y parecieron gritar de alegría al sentir el contacto con su amo, demostrándolo a través de sus luces cegadoras; estaban impacientes por ejercitarse. “Será un buen conejillo de india. Probaré mis verdaderos límites”.

El monstruo recién integrado en el campo de batalla no marcaba diferencias a los de su misma especie si se analizaba por una persona normal, no obstante, la capacidad cognitiva y los sentidos de 100 de Origen cuantificado actuaron conjuntamente y detectaron con facilidad variaciones débiles en el color de piel y las venas negras; se volvieron más oscuras.

Esos insignificantes detalles eran anotados por Gunnar. Esperó a que la Pesadilla tomara la iniciativa e iniciara el combate.

El típico sonido que predecía el movimiento del monstruo se oyó y se lanzó igual que una bala directamente a Gunnar, que afiló los ojos y dio un giro completo para coger mejor impulso.

Esto sucedió tan rápido que tendrían que grabarse y reproducirse en cámara lenta con dispositivos avanzados, porque fue una fracción de segundo que los dos colisionaron.

El choque violento creó un pequeño cráter en la carretera. Gunnar vivió la primera manifestación de fuerza en una Pesadilla de ese tamaño y también el primer bloqueo de su ataque directo desde que ellos invadieron el territorio.

El peso de 400 kg fue de sumo beneficio y le otorgó un poder impactante, el cual empleó con el objetivo de aniquilar monstruos lo más rápido posible. Un golpe o una patada era suficiente para ello, ahora, las cosas tuvieron modificaciones visibles.

—Vaya tipo tan descaradamente poderoso —pronunció Rosalía, dándole significado a la expresión de conmoción y leve respeto en su cara.

Ella estaba junto al arquero y sus dos fieles seguidores. Habían cazado a un par de Pesadillas que, por desgracia, asesinaron a dos compañeros. Habían asistido tarde, pero al menos pudieron salvar a otros. La lucha los trajo ahí.

El que no opinó fue Matthew. Reconocer a su enemigo le era difícil y afectaba su gran orgullo. —Ojalá y muera.

—Veamos…

Las expectativas del arquero iban en clara oposición a lo que la realidad pintaba. Gunnar impuso una victoria aplanadora.

Los giros arremolinados conocidos anteriormente contra Jayden y en otras batallas se habilitaron y lanzaron una ráfaga de espadas imparables. Al principio, la Pesadilla esquivó y eludió con éxito, puesto que las velocidades eran las mismas. Luego su muerte ni siquiera la entendió. Nada más sintió las espadas clavadas en su pecho cuando la lluvia de ataques estaba en su apogeo. Las armas de Gunnar penetraron su corazón en una fracción de segundo después de soltarlas de forma imprevista.

—¡¿Qué diablos pasó?! —preguntó uno de los dos Liberados que siempre estaba junto a Rosalía.

—Si mis ojos no me fallan, soltó las espadas un instante y en el ángulo perfecto mientras bailaba con ella —dedujo Rosalía con dificultad, tampoco entendía mucho—. Sin embargo, ni yo soy capaz de defenderme. Lo hace ver como si las espadas tuvieran conciencia propia y de repente se clavaran en el monstruo.

En el lugar de los hechos, Gunnar conectó un vendaval de puñetazos a la Pesadilla, imitando a un boxeador. El rival estaba a punto de perder por nocaut. Las Gemelas incrustadas ya lo habían dejado vulnerable y eso fue el soplo que apagó la vela. El hombre sacó una y la usó para decapitarlo. Acto seguido, guardó las espadas y continuó con el método de lucha a mano limpia para los siguientes oponentes con los que tuviera que pelear.

—¡¡Caesar!! —llamó al primate.

El animal ya caía del cielo con anticipación. Ignoró descaradamente a su hermano, sujetó la cabeza del cadáver y le dio un mordisco como si fuera una fruta jugosa.

—[¡Deliciosa!] —calificó la calidad, extasiado.

—Son problemáticas estás criaturas. ¿No hay más fuertes?

—[No las he detectado, hermano. Además, son escasas].

—Qué buena noticia —pronunció con la mirada a otro lado, justamente en ciertos individuos chismosos—. ¿Y a ustedes qué se les perdió por aquí?

Rosalía inspeccionó de un vistazo a Matthew que aún enseñaba las cejas fruncidas y decidió contestar. —Simplemente casualidad.

—Entonces largo.

La hermosa chica reaccionó despreocupada a la brusca expulsión. Asintió al hombre y con una señal de las manos, los dos tipos que la seguían dieron la vuelta y abandonaron el sitio. Matthew sostuvo varios segundos los ojos en Gunnar y se fue.

—Ese imbécil ya aburre. Es un perro que presume ser valiente porque la correa puesta lo protege y él lo sabe —comentó.

—[Ahora debe estar cagado en sus pantalones mirando tu destreza, hermano. La próxima vez que le vea la cara le daré un regalito igual que al del agente Dylan] —Caesar declaró.

—Ahora te encargas tú de Pesadillas poderosas. Sería un desperdicio no usar tu ridícula energía.

—[Ok. Necesito pelear con oponentes poderosos de todos modos si quiero mejorar].




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