Minutos antes de las palabras de Caesar: Noreste del centro del territorio antes libre de Pesadilla.
—Dos meses atrás jamás imaginé completar el primer nivel a esta velocidad. Es un sentimiento único —dijo el Marcus, caminando a un ritmo lento junto a su capitán y compañero—. Pero si tuviera una segunda oportunidad para elegir venir aquí, lo hubiera rechazado. Perdí más de lo que gané… Perdí a Dylan.
Las manos fuertemente apretadas y el rostro pecoso del agente con claro enojo fueron percibidos por Robert, quien entendía los sentimientos de arrepentimiento.
—¿Ganar? Podrás decirlo cuando salgamos de aquí con vida, Marcus. Lo que vivimos hace unas horas nos exigió tanto que si no fuera porque recuperamos la energía y nos curamos, nos dolería hasta respirar —respondió Robert—. El Sr. Malcom nos salvó el trasero.
El tipo mencionado andaba perdido en su mente y no se tomó la molestia de involucrarse en la conversación de sus subordinados. Resulta que, así como Robert había estimado la duración de la recuperación de Malcom, sanó. Esa extraordinaria medicina lo sacó del borde de la muerte y le dio una segunda vida.
Cuando el hombre de mediana edad recobró la conciencia y se dio cuenta por qué no había partido al más allá, en vez de alegrarse, frunció el ceño y enojado, exigió respuesta a Robert. Al final no tuvo de otra que aceptar la realidad y continuar con su misión. Una misión que ahora amenazaba con matarlos a todos.
Con la obtención de Origen cuantificado y el incremento de Control de Origen, las pequeñas llamas evolucionaron y cubrieron los dos brazos, aportándole fuerza y velocidad extrema en ellas. Se veían magníficos los golpes calientes que machacaban y trituraban los huesos de los enemigos. Para colmo, era una diminuta, casi indistinguible muestra de lo que un Controlador podía lograr. En orden de ideas, esto ni siquiera podría darle un título de Controlador. Así de simple.
En la batalla reciente, Malcom, al atender a los monstruos de 2.3 m, le causó un desgaste enorme. No sufrió heridas considerables, sin embargo, la falta de energía lo acosaba en su cabeza.
—Me es oportuno comunicarles que nada ha acabado. Según los datos que recibí de los altos mandos, estamos a las puertas de la prueba final. Sin la medicina, nos queda solo el arma… Robert, tú serás el que la use y el último que debe morir si las cosas no van como quisiéramos —Malcom dio voces a sus pensamientos, petrificando a los dos fieles subordinados.
—¡¿De qué está hablando, capitán?! —Robert estaba perdido—. Y obviamente, vamos a sobrevivir los tres.
La respuesta fue un rotundo silencio por parte del Malcom y una mirada que dijo más que mil palabras. Robert y Marcus dieron por hecha la seriedad del caso e hicieron lo que cualquier soldado haría: obedecer sin objetar.
—Nuestro objetivo es vencer aquí y ganarnos las mejores recompensas, tanto de si es posible obtener ese “material” importante o los primeros puestos de la prueba. Todos son objetivos principales. Si la suerte está de nuestro lado, partiremos los tres victoriosos a aquel lugar.
Terminando de hablar, los primeros rayos de sol penetraron la carretera y la niebla se fue desvaneciendo, igual a lo que había acontecido en el sector de Gunnar. Los tres no tardaron en enterarse de la temperatura tan alta. Las caras ásperas de Robert y Marcus eran las mismas de todos los Liberados, a excepción de Malcom. Él estaba en un estado mental en donde creería cualquier locura que se originaría en ese territorio. Recordaba las advertencias de sus superiores.
—Otra cosa… Cualquier asunto personal se pospone desde este instante. La misión es primordial, y, por ende, sobrevivir. Ya hay suficiente lidiando con estas criaturas del diablo —comunicó el agente de 3 estrellas. Quizá los jóvenes ya lo habían deducido, pero era mejor prevenir que lamentar.
—¡¡Si, capitán!! —respondieron unánime.
—Bien, entonces marchemos con dirección al centro. Allí es donde se reunirán todos.
Malcom tenía pensado pisar aquel punto. Obviamente, daba por seguro que la criatura de color blanco y sus acompañantes estarían allá con vida. Cómo no deducirlo, si ellos comprobaron en carne propia los terribles oponentes que eran. Fue por eso que evitaron coincidir con ellos sin antes aumentar su poder para rivalizar con tales individuos. Ya estaban confiados en que no se repetirían los eventos de ayer.
—¿Por qué no recogemos Origen cuantificado de los cadáveres? Ganaríamos varios millones —preguntó Marcus mientras absorbía el Origen de un cuerpo en el cual pasaban.
—Sin distracciones. El tiempo para eso ya caducó —respondió Malcom con severidad.
—Entendido, capitán.
Marcus evitó hacer más preguntas tontas y tomó la decisión de guardar silencio lo mejor posible. Esa era su intención, sin embargo, lo que vio después le arruinó el plan.
—¡¡Se origina un espejo rojo!!
—¡¿Qué dijiste?! —gritó Robert, luego volteo a mirar a su compañero y ahí fue donde chocó contra la imagen la distorsión espacial—. ¡Mierda! Estoy harto de estas cosas horrendas.
Los tres, simultáneamente, sacaron sus armas y se volvieron más cautelosos con el entorno, por si brotaban otros espejos rojos; no obstante, nunca pasó. Se creó nada más el que estaba justo al frente. Los segundos pasaron y la pequeña distorsión fue creciendo paulatinamente.
—¿Mm? —Robert frunció las cejas. Había pasado el triple del tiempo requerido para que el monstruo traspasara el objeto.
—Esto huele mal —expresó Marcus—. Vámonos de aquí.
Malcom asintió y Robert también aprobó la sugerencia, pero ni siquiera movieron un centímetro cuanto la distorsión especial se expandió tres metros y formó un espejo estable. Ese espejo, desde el inicio, ya era distinto; en vez del brillo habitual, una neblina roja igual a la que se veía en los alrededores lo rodeó. Entonces, empezó a aparecer unos dedos con garras filosas y después el brazo. La Pesadilla finalmente se mostraría.