—Que no estén más de tres personas cerca —indicó Gunnar. La nueva evaluación reflejó una tendencia de las Pesadillas en preferir los grupos con tres en adelante, que a los Liberados en solitario o en parejas.
Tras un cruce de miradas y ligeros gestos, los hermanos se pusieron de acuerdo y se apartaron de ellos. “Las condiciones siguen empeorando”, pensó Benjamín, disgustado por la obligada estrategia que ejercieron.
—Me separé con Adela —informó Nicolás, sin esperar respuesta de los receptores.
Richard y Carmen ya sabían sobre su decisión apenas que Gunnar habló. —No te preocupes, cariño. Pasaremos esta prueba —aseguró la mujer a su respectiva pareja. Su voz era un poco dudosa, transmitiendo inseguridad; totalmente lo contrario a lo que buscaba. Pese a la incertidumbre, se apartaron.
Así, Gunnar se mantuvo contra las Pesadillas en solitario, que se traducía como un arma de doble filo, ya que, teóricamente, reduciría los asaltos enemigos y también lo ponían en una situación pesada, si en tal caso, lo atacaban en grupos. “Necesito correr con mayor velocidad”, concluyó, presionando los escombros de la carretera tan fuerte que se escuchó los crujidos de ellos siendo aplastados, y entonces, salió expulsado.
Lo único que quería era estar junto a Caesar y cuidarlo junto a Silvia. El animal no se mostraba en condiciones para pelear porque estaba en una especie de lucha interna.
Un silbido agudo se oyó y la carrera fue frenada en seco. “¡Demonios!”, Gunnar se enojó.
En una milésima de segundo, detectó la dirección correcta en la cual provenía el ataque furtivo. En el momento en que creyó ser el adecuado, se movió a un lado, enfocando la atención donde previamente había estado y vio la aparición de una Pesadilla pasando por ahí y fallando el corte que quería ejecutar.
—Pagarás tu error —Respetando sus palabras, antes de que el atacante siguiera de largo por el impulso que traía, agarró a las Gemelas y las incrustó en la espalda del monstruo.
El delicioso sonido de las espadas cortando carne y órganos se escucharon, y seguido, el ruido de la Pesadilla al chocar de frente con el suelo.
La criatura temida por todos fue asesinada de un solo movimiento y sin contemplaciones, reevaluando una vez más la capacidad aterradora que Gunnar poseía. Tenía la misma fuerza que hace unas horas y pareciera que hubiera adquirido más. Él aprendía rápidamente de su enemigo en cada batalla.
—Mi energía… —reflexionó. Después de horas combatiendo sin descanso, el cuerpo, naturalmente, ya cobraba factura—. No hay de otra.
Quitó las espadas de la espalda del cadáver y utilizó una para cortarle la cabeza y abrirla. Estiró la mano izquierda y agarró el frío cerebro, cargándolo mientras lo observaba antes de llevárselo a la boca. Se lo comió crudo y sin asco. Tampoco hubo una variación en sus gestos faciales. La escena era casi tan escalofriante como ver a Caesar hacerlo.
Era la forma más efectiva de reponer la fuerza perdida, y obviamente, Gunnar optaría por esa vía. “Si mi suerte de verdad no es una mierda, no habrá ningún malestar estomacal u otro efecto causado al consumirlo crudo”. Tuvo suficiente siendo atacado de primero después de haber dicho que en solitario estarían menos expuestos. Recogió el respectivo Origen cuantificado y reanudó su carrera a toda marcha. Al poco tiempo, alcanzó a los demás y se estacionó en los alrededores de Caesar, sin embargo, ninguna pareja entre ellos se mezcló con otra; Nicolás, Benjamín y sus respectivos compañeros hacían lo suyo.
—Buen trabajo, Silvia —felicitó primero y de paso fue la forma en que saludó—. Explícame en detalle el mensaje que nos diste.
Ella asintió y le habló sobre lo que sucedió mientras él investigaba lo que pasaba en las afueras. Le sorprendió saber que Caesar logró decir algunas palabras, pero solo un poco. En la escala de lo más descabellado, eso estaba fuera del top 10.
Por otro lado, lo que advirtió lo hizo fruncir el ceño. La situación olía pésimo y confiando en las afirmaciones de Caesar, aún estaba por verse más cosas desagradables.
—Continúa cuidándolo —dijo—. Yo estaré a la vanguardia.
—Claro que sí, Gunnar —respondió, bajando el enorme martillo que cargaba en el hombro. Quiso seguir hablando, pero fue detenida por la voz de Sophia.
—¡Gregor ha sido asesinado! —Tratando de ser más precisa, señaló con sus dedos la dirección a la cual debían dirigir los ojos. Justamente allí, se mostraba los pedazos de miembros tirados del hombre mencionado y a Gabriel junto a sus compañeros de alto mando en una dura pelea contra tres Pesadillas.
—¡Vienen cinco monstruos! —advirtió Richard.
La muerte de Gregor no produjo el efecto que Sophia imaginó. Nadie se lamentó ni entró en pánico. Ellos conocían el poder del enemigo y también que no había excepciones en quién podría perder la vida; se jugaba con la astucia, estrategia, inteligencia y suerte.
Tomando decisiones efectivas, Gunnar creó a tiempo una fórmula de combate.
—En parejas se enfrentan a una y despreocúpense de las dos últimas… Eviten morir tan rápido. Por lo menos encárguense de varios.
—¿Qué discurso de mierda es ese? —Sophia reaccionó al mensaje de Gunnar.
—Tú, te quedas aquí, yo me encargo —intervino Benjamín—. Eres inexperta peleando contra estas peligrosas criaturas, por lo que estudia bien los movimientos.
—¡Ni lo sueñes! —Se opuso—. Al igual que yo, tú estás en las mismas condiciones. Voy a luchar y lo voy a matar.
La adolescente sacó sus cuchillos y se dispuso a ponerle cara al oponente. Benjamín entonces canceló el plan habitual y le dio cabida a su hermana. Al final, siempre la protegería de los peligros.
—Gunnar, puedes solo enfocarte en uno —La rubia le comentó después de pensar lo apretado que sería tratar con dos a la vez, incluso para él.
—Siéntete, te daré una muestra de cómo acabar con dos Pesadillas de estas al mismo tiempo.