La última defensa de la creación: Vol. 1

76 Victoria

—Probemos —Gunnar dijo, enviando un puñetazo al enemigo y soltándolo. Cuando lo impactó, lo mandó lejos, pero no cayó, sino que se elevó varios metros en el proceso.

La Pesadilla estaba desorientada y no sabía cómo responder a la falta de gravedad. Intentó acomodar su cuerpo para defenderse, pero fue inútil. Al estar despegada del suelo, su equilibrio se quebró y se vio lo incómoda que se sentía.

Gunnar lo libró de su agarre un momento solo porque sus heridas tenían que sanar primero. La defensa del rival era un dolor de cabeza, ya que no le permitía clavar un ataque el cual lo hiriera.

Dándose cuenta de la carencia de poder, Gunnar empuñó la mano al límite de su fuerza y gruñó. Y como si el poder actual fuera irrelevante, se multiplicó. Esto se notó porque los siguientes pasos ocasionaron temblores más grandes en el suelo. Parecía un gigante caminando.

Aparte de las mencionadas adquisiciones de poder, hubo un dato adicional, y fue que su piel inició un proceso de enrojecimiento. A simple vista se podía entender que el cuerpo le estaba costando los aumentos de poder.

Gunnar fue consciente del cambio, pero su mente le decía que eso no importaba. Lo esencial era saciar la sed de venganza. 

Sentía como si Mater lo estuviera observando a su lado y verificando si cumpliría sus órdenes. Apenas esa idea se proyectó, soltó de su boca el mismo sonido que emitió Caesar hace poco.

—¡¡Roarrr!!

El rugido de un furioso león se escuchó, haciéndose sentir y buscando el respeto que cualquier rey debería tener. 

Antes de que el sonido se apagara, a Gunnar se le presentó una imagen o idea en la cabeza; una forma en la que debería acabar con el enemigo. La metodología que estaba ejerciendo no era la óptima.

Sin pensarlo dos veces desactivó la habilidad gravitacional en el monstruo y este se acomodó con éxito antes de caer al suelo y aterrizó de pie. Las cuchillas, pidiendo sangre, era una clara manifestación de su rabia.

Los dos simultáneamente corriendo con la intención de matarse y los ataques llovieron de lado y lado. Ninguno de los dos tenía una pizca de contemplación hacia el otro, cada uno quería matar a su oponente.

La Pesadilla intentó decenas de veces descuartizar al hombre e ir por Robert. Tenía una especie de conexión con el portal y este le estaba llamando con urgencia debido al ataque estaba sufriendo. El problema era el feroz rival que tenía ahora.

Lo había herido múltiples veces, en diferentes lugares y de gravedad, sin embargo, tercamente continuaba firme, más salvaje y airado. Una verdadera bestia imparable. Cada instante que transcurría se volvía peor, y no solo su comportamiento, sino la ridícula regeneración y poder.

Gunnar, inmerso en la brutalidad de sus acciones, saltó dos metros de altura y le propinó una patada a todo dar, partiéndose la pierna en el intento. El hueso no duró mucho así y ya estaba a la normalidad, así que golpeó por segunda ocasión.

El punto de quiebre sucedió medio minuto después, cuando Gunnar alcanzó un potencial absurdo. Pegó una patada frontal en el estómago de la criatura y salió expulsada. Fue semejante a una montaña chocando contra ella, creando en su escudo unas pequeñas grietas.

—¡¡Más!! —gritó furioso. 

La piel ahora se volvió color tomate y el ya increíble peso, causado por la gravedad, siguió volviéndose todavía más ridículo.

Mientras Gunnar se disponía a deshacerse de una vez por todas de la Pesadilla, Caesar y Robert no se quedaron atrás con sus funciones.

El chimpancé de principio a fin mantuvo un ritmo constante de asesinatos, descontrolado e insaciable. Incluso los pocos Liberados sobrevivientes le agarraron miedo, puesto que el animal iba sin restricción, asunto que produjo el asesinato de dos mujeres y un hombre los cuales se hallaban en el lugar y la hora incorrecta.

Por otro lado, el agente se veía en una situación realmente mala. La sangre salía de la boca y la nariz. También, estando arrodillaron, le temblaba el cuerpo.

—¡Arrrgh! ¡Tengo que seguir soportando! —chilló, entre un abundante dolor. Fiel a su determinación, no bajó en ningún momento la mano donde el guante descargaba el millar de rayos— ¡¡Destrúyete!!

Esa palabra salió simultáneamente con una descarga de poder mayor. El guante se destruyó y originó una onda explosiva, dejando en un estado desconocido a Robert, quien se derrumbó en el suelo. La última gota de energía entregó en ese ataque.

Dicha ofensiva viajó enérgica hacia el portal, y cuando lo tocó, una explosión hizo jadear y congelar a cada Liberado presente. Toda la zona se vio envuelta en esa liberación brusca de energía, prácticamente el área de un km² se eclipsó con la luz blanca. La grieta espacial, y el desconocido propósito por la que fue creada, se destruyó.

El polvo y las cientos de pesadas construcciones, incapaces de aguantar, fueron cayendo bajo el rotundo silencio; la vida en el lugar pareció esfumarse. Cuando el terreno se visualiza con claridad, habían sucedido cambios contundentes.

Las Pesadillas ya estaban totalmente aniquiladas. Caesar alcanzó acabar con la última antes de la explosión, pues yacía de pie y cargando por el cuello a un monstruo que había sido perforado en el corazón.

—Basura —gruñó, tirando al cadáver y girando en la dirección del hermano. Se evidenciaba la inferencia de explosión para él, como si solamente hubiera pasado un fuerte viento y ya. Sin falta, halló a Gunnar en el mismo estado emocional que la última vez que lo vio, si es que no estaba peor. 

La Pesadilla, en cambio, sí estaba inestable luego de lo sucedido previamente. No tenía emociones evidentes por culpa del inexistente rostro, no obstante, su aura manifestaba enfado violento.

De estar a punto de vencer, ahora nada le quedaba. No había necesidad de ser demasiado inteligente para darse cuenta de ello.




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