[La Prueba Final de los Dignos ha llegado a su final. El desafío aquí fue cumplido al exterminar las Pesadillas del área. Felicidades a todos los valientes Liberados sobrevivientes que actuaron magistralmente y enfrentaron bajo carentes posibilidades de victoria a los enemigos. A ustedes, las recompensas les serán entregada al ser teletransportados. En pocos minutos estará habilitada la formación de Espejos de Desplazamientos. Hasta entonces, esperen].
La información fue transmitida a cada una de las personas. El Divino Espejo declaró la culminación de la prueba y esto borró las ideas sobre otros nuevos combates.
—Estoy intrigado por conocer qué recompensas nos dará. Es frustrante los pocos detalles —comentó el único Liberado desconocido que encaró a la Pesadilla, Jonan. Él daba pasos hacia Gunnar y los demás mientras se colocaba una sudadera amarilla recién comprada.
Nicolás y Adelaida prestaron atención en el sujeto, pues lo veían como a un extraño. Sin embargo, fue cuestión de verlo para restarle importancia.
—Hey, ¿cuál es tu nombre? —Silvia preguntó. El rubio por fin tuvo la oportunidad de decir su nombre y presentarse. Del mismo modo, cada persona se presentó a su manera.
—Un gusto —pronunció Jonan. Vio a la adolescente inconsciente y le fue imposible no dar un comentario—. Esa niña es increíblemente poderosa.
—Un poder demasiado caro —añadió Adelaida. Ella presenció la muerte de Benjamín, siendo la causa del despertar de fuego rojo—. He conocido ese dolor.
Sophia ganó la atención de todos, asistida por el silencio. Fue hasta cuando Gunnar y Caesar también robaron miradas sigilosas. Lo ocurrido hace unos momentos desató una avalancha de preguntas en cada uno de ellos sobre el nuevo poder de Gunnar y demás, pero nadie se atrevió a hablar del tema. Al final todo se lo atribuyeron al Divino Espejo y sus maravillas; decidieron pensar así.
Queriendo atender las secuelas de la batalla, ellos realizaron un escaneo visual que les informó la cantidad de personas vivas. La cifra se estableció en 22. Un número sombrío reconociendo cuánta gente expiró durante el proceso.
"Si las Pesadillas hubieran seguido peleando, la suma probablemente tendría una disminución drástica”, pensó Nicolás.
—Oh, estoy impresionada —habló Silvia. Su razón a ese comentario era porque halló a dos personajes impensables con vida.
—Señorita Taylor, la condición de ellos dos está en grave peligro —aclaró Caesar. Con base en su tono de voz, se podría inferir que el dato expuesto fue dicho sin el mínimo interés emocional.
—¿Sabes a qué huele, Silvia? —Gunnar se introdujo y formuló una pregunta. Ella capturó la intencionalidad.
—¿Sí? Será entretenido —concluyó.
Entretanto el dúo tenía una pequeña conversación, encima de una pared tumbada, Mark, el pandillero, yacía adornado de heridas por doquier; pero hubo una más destacada que el resto, se trataba de un enorme corte en el pecho de esquina a esquina.
—¡Arrrgh! —gimió de dolor—. ¡Maldita sea!
El secuaz se esforzaba por ponerse de pie, luchando con el desgaste físico sumado a las heridas que impedían realizar ese simple acto.
“No quiero morir… ¡No quiero morir! ¡Estoy tan cerca!”. Los pensamientos eran lamentables.
—¡Hey! —Alguien lo llamó—. Vamos, idiota, tú puedes.
Mark sintió la motivación de James y el esfuerzo que hacía por levantarse.
—Casi estamos por irnos de este mundo, necesitamos más fuerza de voluntad —agregó el jefe.
El gigante, milagrosamente, había superado la lucha intensiva de las Pesadillas y Liberados mientras se recostaba en el muro ahora inexistente. Su fortuna se debía a que jamás fue atacado de forma directa.
En cambio, Mark, recorrió los rincones aparentemente más tranquilos y recogió Origen cuantificado hasta más no poder. En el proceso, coincidió con un monstruo muy herido con el que luchó y le cortó el pecho antes de morir, la herida de la que está lamentándose ahora. Desde ahí, ha estado batallando contra la muerte.
—Lo siento, James. No voy a poder soportar. Estoy cerca de morir —dijo Mark, apretando los dientes, casi queriendo partirlos por la presión. Temblando, se levantó y dio pasos débiles—. Supongo que hasta aquí termina nuestra larga hermandad… Te recordaré siempre.
El jefe, al revaluar el estado crítico del secuaz, comprendió por qué no tenía esperanzas de vivir. Maldijo internamente, ya que vería fallecer a su último hombre bajo su mando. Nada del pasado estaría presente junto a él ahora.
Espero paciente la llegada de Mark para darles algunas palabras sinceras. Dicho hombre se acercó y James preparó su discurso.
—Si logro salir triunfante de aquí, definitivamente…
—Tranquilo, James. Yo seré quien mantenga el legado. Malentendiste todo.
El musculoso y gigante hombre se llevó una increíble sorpresa. Sus palabras fueron interrumpidas por una sensación caliente agrediendo su corazón. Bajó los ojos lentamente y encontró una daga clavada en su pecho. La sangre se desbordó por su boca.
Marcando una cara confusa, dijo: —¿Qué hiciste…, bastardo?
Jack, con paciencia, se acercó a su oído y respondió: —Sobrevivir.
Sacó el arma y le propinó 3 puñaladas más para darle una muerte rápida. James entonces calmó sus emociones y se rindió sumiso. Tampoco era que hubiera una manera de defenderse.
Antes de morir giró su cabeza y en su visión capturó la imagen de tres personas viéndolo sin una pizca de emociones: Gunnar, Silvia y Caesar. Un recuerdo penetró su mente, fueron las palabras que una vez dijo Gunnar acerca del hombre que actualmente lo estaba asesinando cuando fueron a pedir y casi rogar una alianza.
“La verdad siempre estuvo conmigo y yo la ignoré… qué idiota soy”. La claridad de su visión se fue manchando progresivamente hasta el punto donde se encontró con la oscuridad eterna.