La última del legado

Capítulo 3

—¿Cómo que eres un Nocturno? ¿Por qué no me lo habías dicho? —pregunté, al parecer no éramos tan íntimos como creía.

—Tenemos reglas Kae, nadie debería saber que soy uno de ellos, pero hace tiempo sentí como una Ghost rondaba junto a ti. Me sentí obligado a alejarme, mi familia no aceptaría una amistad entre el heredero y una de las elegidas de una Ghost —dijo mientras me esquivaba con la mirada.

¿La chica fantasma siempre fue una Ghost? ¿Pero qué quiere de mí?

—Por eso aquél día mencionaste la advertencia de los Ghost para los Nocturnos —dije mientras intentaba verlo a los ojos.

—Los Ghost siempre han sido más fuertes que los Nocturnos, nos sembraron el miedo hace mucho. Aunque mis antepasados siempre contaron que era al revés, descubrí que la última Ghost conocida desató los peores seres de la noche porque no le permitieron estar con su amado; uno de mi legado. Tengo miedo Kaela, no quiero repetir la historia —dijo apenado, sus mejillas comenzabas a quedar coloradas.

—¿Pero, están más escondidos que ustedes por algún motivo? —pregunté.

—Sí, así como ellos tienen su fuerza, hay un contralegado por decirlo así, ambos legados tenemos uno contrario, no se sabe cómo surgieron, pero puedo asegurarte que no fue nada bueno, si nosotros nos hacemos fuertes, ellos también, no hay forma de evitarlo y enfrentarlos no es una buena opción —miró al cielo— la oscuridad les da fuerza, por lo que solo nos queda escondernos.

—¿Elegiste ser un Nocturno? —pregunté, cuanto más decía más intriga me generaba.

—No, solo me tocó, desde entonces solo me ha tocado entrenar para llegar hasta el nivel que mi cuerpo resista —me miró a los ojos— los Ghost son muy importantes, la heredera del legado principalmente.

—¿Por qué me dices esto?

—Ella se ha estado comunicando contigo personalmente, ningún Ghost lo suele hacer, tienes algo importante Kaela. No a cualquiera le pasa. Normalmente envían guardianes, o clones; muy rara vez en persona. Algo tienes Kae, cuídate.

—Tranquilo Cris, estaré bien.

Me hubiera gustado haber cumplido aquello que te dije.

Caminaba de regreso a casa.

—¡Ah! Kae espera —llamó mi atención— antes de que te vayas tengo que decirte algo.

—¿Qué sucede? —pregunté mientras volteaba a verlo.

—Tengo que mostrarte algo, pero tiene que ser en la noche —dijo.

—¿Por qué? —dudé.

—Hasta que no aceptes no te puedo decir.

—Está bien —acepté.

Dijo que sería unos días después y que la hora me la diría luego. Por un tiempo no volví a ver a la chica fantasma, estaba todo tan tranquilo. Aunque las chicas se desaparecían cada vez más, eso me preocupaba porque solíamos ser muy unidas. ¿Y si algo pasó entre ellas y no se querían ver? Esa pregunta pasó por mi mente más de una vez.

Rara vez hablábamos, nos estábamos separando, o eso creía yo. Realmente estaba perdida, no sabía qué hacer, me sentía perdida. Como si yo no importara, estaba sola la mayor parte del día.

Estaba más sola que nunca, no quería hablar con mis padres porque saldrían con un “te lo dije” como siempre, pero esta vez no quiero ceder. Les demostraré que se equivocaron.

Tenía un examen en unos días, por lo que para distraerme me puse a estudiar. Teníamos que leernos un libro del cual nos harían preguntas.

Misteriosamente en aquel libro habían partes señaladas, todas juntas formaban una frase.

“No creas que te he dejado de lado, hasta te he echado de menos”

Un viento gélido entró por la ventana. Ella estaba aquí, lo que fuera realmente. Estaba conmigo y podía sentirla.

—¿Puedes hablar? —pregunté mientras guardaba el libro.

Una hoja salió de mi escritorio, el lápiz se movía solo.

“No necesito hablar para comunicarme contigo” Escribió.

—Entonces, ¿Puedes escucharme?

“Fuerte y claro, ya veo que cada vez puedes sentirme más cerca, pero la pregunta real es, ¿Puedes verme?”

Por reflejo miré por toda la habitación, no ví nada ni nadie, solamente estaba yo, en el mismo cuarto de siempre.

—No, no puedo hacerlo —dije.

“Entonces aún no estás lista, mi presencia para ti aún no es la correcta. Esfuérzate más” Respondió.

No sentí algo más que confusión. ¿Qué quería de mí? ¿Por qué yo? ¿Qué tengo de especial?

El lápiz comenzó a moverse, yo solo pensé, no había dicho nada pero parece que para ella es suficiente.

“Eres más valiosa de lo que crees”

Todo mi cuerpo se estremeció.

—¿Puedes leer mi mente? —pregunté, no le tenía miedo, había algo en ella que no me asustaba en lo más mínimo.




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