La Ultima Del Tiempo

Capítulo 2 – Voces en el Estómago del Tiempo

Había sonidos que no eran sonidos.

En ese no-lugar donde Aióna flotaba, el eco no seguía lógica alguna. No venía de una fuente ni viajaba por un canal. Simplemente estaba. Como si el tiempo, al ser digerido, hubiera liberado los pensamientos que los dioses nunca dijeron en voz alta.

Eran voces rotas. Pedazos de ideas. Nombres ahogados.

—Zeus, no mires atrás…
—Padre, ¿por qué el cielo sangra cada noche?
—Yo fui amor antes de ser guerra…
—Hades… aún te espero donde mueren los segundos…

Aióna se cubrió los oídos, pero no había oídos que cubrir. En su prisión, el cuerpo era un concepto inconstante. Su forma cambiaba cada vez que recordaba algo nuevo: a veces tenía piel de sombra, otras, huesos de obsidiana. Su rostro nunca era el mismo dos veces.

—¿Por qué no me devoró por completo? —preguntó, a nadie y a todo.

La pregunta flotó como humo y se incrustó en la pared más cercana. Al tocarla, la pared se volvió translúcida. Al otro lado, Aióna vio un recuerdo.

No uno suyo. Uno de Cronos.

Un trono de piedra negra. Rea gritando. Los hijos en fila. La voz del destino susurrando que uno lo destruiría. Y ahí, al fondo, algo más… un destello. Un error.

Ella.

Su nacimiento no estaba planeado. Fue un desliz, una fluctuación. Cronos la tragó entre Hestia y Deméter, sin advertir su existencia. No supo que no era una diosa como las demás. No supo que había engullido el corazón del tiempo quebrado.

—Tu existencia fue un accidente… pero también una necesidad —dijo Mneme, reapareciendo, esta vez caminando sobre una senda de libros abiertos que flotaban en el aire.

—¿Qué soy entonces? ¿Venganza? ¿Justicia? ¿Un error?

—Eres lo que hace falta cuando el universo se miente a sí mismo.

La respuesta quemó más que aclaró.

Aióna alzó la mano. Frente a ella, una burbuja luminosa flotó. Dentro, una escena: el momento exacto en que Cronos fue derrotado. Los dioses naciendo de sus entrañas como estrellas liberadas. Y ella… no. Ella no.

—Yo no fui liberada con ellos.

—No eras parte del plan.

La burbuja estalló. De su interior salió una chispa que se le incrustó en el pecho. Un recuerdo falso. Una posibilidad no vivida.

“Aióna descendiendo al Olimpo. Los dioses mirándola. Zeus bajando la mirada. Rea llorando.”

—¿Eso pudo haber pasado? —susurró ella.

Mneme se encogió de hombros.

—Los segundos que no suceden son igual de reales en este lugar. Puedes coleccionarlos… o puedes vivirlos.

Aióna sintió por primera vez un temblor. No en el estómago del titán, sino dentro de ella. Como si algo despertara: una memoria olvidada, un poder sellado.

“Soy la hija que no nació.
Soy la palabra que Cronos nunca dijo.
Soy la grieta en la historia.”

Las paredes temblaron. No de miedo. De reacción.

Ella estaba recordando.

Y cuando Aióna recordaba, el universo temblaba.



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En el texto hay: dioses griegos, despertar

Editado: 05.06.2025

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