La Última Emperatriz | The Last Empress

Capítulo 2

MIS ARREPENTIMIENTOS

No fue una vida fácil, aprender a sobrevivir desde que naces no es una tarea sencilla de cumplir, la Emperatriz, su madre jamás la había querido, ni antes ni después de su nacimiento, incluso trató de acabar con su vida tirando su pequeño cuerpo a un lago con apenas unos días de nacida, no tuvo mucha oportunidad y por fortuna su padre él Emperador la había salvado, la alejó de su madre por seguridad y la crío él mismo. Se podría pensar que todo tuvo un final feliz, una princesa siendo criada por él Emperador como su favorita, siendo malcriada y venerada por el simple hecho de existir, siendo alegre, ingenua y risueña, eso solo pasa en cuentos tontos sin sentido, ella nunca fue así, siempre observó el mundo desde una perspectiva muy diferente, un ejemplo sería que prefería aprender un idioma diferente al suyo que jugar con sus muñecas, que en vez de solo ver comida frente a ella en el almuerzo, calculaba lo nutritiva que era para su cuerpo o que cada vez que se miraba al espejo no veía a una niña, veía a una futura princesa heredera que se convertiría en Emperatriz, eso es lo que veía en su reflejo, no era ella, sino era la princesa, la favorecida por su majestad él Emperador, su primogénita, la princesa que debía heredar el trono y gobernar con benevolencia al igual que su padre y los anteriores monarcas.

Por eso estudió mucho, desde joven aprendió todos los idiomas que pudo, perfeccionó cada danza que se conocía para las reuniones sociales, aprendió modales y la etiqueta indicada para cada situación, incluso aprendió la etiqueta que otros Imperios y Reinos manejaban, se entrenó en esgrima, lucha, tiro con arco, pintura, dibujo, aprendió todos los instrumentos de viento, percusión o cuerda que existían, expandió sus conocimientos incluso en la psicología, la medicina, la investigación y la filosofía, estudió ciencias políticas y todo sobre administración, cuando fue coronada a los doce años como princesa heredera ya sabía lo necesario para gobernar su Imperio, su don tampoco se quedó atrás y aprendió a dominarlo gracias a la enseñanza de su padre quién con mucho cariño le enseñaba todos los secretos detrás de su don.

Fue así como creció la última Emperatriz, la princesa heredera perfecta que se convirtió en una de las monarcas más destacadas que acompañó con honor y dignidad a sus antepasados.

Todo en ella era perfecto para gobernar, incluso su matrimonio fue pensado para ayudarla a heredar el trono, eligió a su esposo como una pieza de juego que serviría para el futuro tratado de paz que quería establecer en el continente y vivió su vida siempre priorizando a su Imperio. Es una lástima que todo terminara de la peor manera, siendo traicionada y ejecutada por su propia sangre, sin embargo, ella jamás se rindió, podía tranquilamente acabar con su propia hija, tenía el poder de declarar la guerra a otros Imperios y Reinos, pero decidió morir para que su hija tuviera una oportunidad, pero si ella era terca también tenía otra solución, reiniciarlo todo.

— Mi energía, mi alma... —fue lo que ofreció.

La madre naturaleza no era como todos la pintaban, era codiciosa, llena de hambre, era una entidad desconocida que tenía una especie de capricho por la energía y sangre de su familia, podían controlarla pero el precio era alto, no se sabe cuando empezó pero empezaron a interactuar con esta entidad que los obedecía, pero, era una espada de doble filo, si llegarán a tambalear esta naturaleza abandonaría a la humanidad, era así de simple. No obstante, está entidad tenía memoria, podía incluso reescribir las leyes no escritas del mundo que es la naturaleza y el tiempo que es el clima, fue fácil hacer el cambio y crear algo nuevo.

El pasado fue llevado al presente, el presente fue llevado al futuro y el futuro fue llevado al pasado, fue éste pequeño cambio que le dio la oportunidad de tener otra oportunidad.

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El Imperio Azurite se encontraba en una era de paz en medio de los Reinos e Imperios que lo rodeaban, al ser el corazón del continente tendrían que estar preocupados pero no temían gracias a su poder militar y económico, era un tiempo lleno de paz y prosperidad para los ciudadanos de Azurite y cuando nació la primera princesa, la primogénita de su Emperador no dudaron en felicitar y agradecer a su monarca, porque el nacimiento de su princesa era la señal de que ese tiempo de paz nunca tendría un fin y estaban muy felices por ello.

Luego con el pasar de los años fueron escuchando diversos rumores sobre la primera princesa quién al parecer era un genio entre genios, con sólo un año ya hablaba fluidamente y con solo cuatro años ya estudiaba con los eruditos Imperiales de Azurite, se decía que la princesa era hermosa, inteligente y que había nacido para ser la sucesora de su Emperador, todos la apoyaban, su misma existencia ya era un símbolo de paz para ellos y que ella demostrara que era alguien muy capaz solo hacía que la favorezcan más.

Por eso se preocuparon mucho cuando en la temporada de lluvias que siempre programaba su Emperador, la princesa salió a ayudar a algunos pueblos que sufrían de fenómenos extraños relacionados con plagas que infestaban sus campos de cultivo, incluso si la princesa tenía apenas diez años era muy conocido que era capaz de encargarse de asuntos así, confiaban en ella pero no en el clima, era peligroso transportarse en carruaje ya que los caminos se volvían lodosos y podría suceder cualquier accidente. Y tuvieron razón en preocuparse, horas después de que los pueblerinos habían despedido a su princesa después de ayudarlos con las plagas en sus cultivos, vieron soldados Imperiales llegar bajo la lluvia, buscando a la primogénita del Emperador que al parecer estaba desaparecida.

— ¡Su alteza la primera princesa ha desaparecido! ¡Cualquier información relevante sobre su paradero deben reportarlo a cualquier soldado o funcionario del Imperio! —un soldado anunciaba en cada pueblo cercano al último que la princesa había visitado.




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