La última en Pie

Sin salida

Comenzó de pronto, Volvía de el trabajo, Recuerdo que mi madre me llamo asustada, Papá se había ido, No presté atención al camino, Cuando me di cuenta, Llegué a casa, Entre y mi Gatito Kyanko y mi Perrita Morgan me recibieron felices, Morgan se me abalanzó y lamió, Cuando me pude quitar a la perra y al gato fui a buscar a mi madre, Ella estaba en la cocina, preparando la comida,

-Buenos días madre- Dije

-Tu padre me llamo, Lamento haberte perturbado mi vida- Se acercó a mí y beso mi frente, Tengo 20 años y me trata como una pequeña.

-Esta bien- Aclare -Que dijo?

-Que volvería tarde a casa- Dijo algo enojada- Vale, Iré a dejar mis cosas y a cambiarme

-Bien, No tardes la cena está casi lista- Afirme y sonreí para luego caminar a mi habitación, La casa era pequeña, En realidad sólo éramos Mamá, Papá, Kyanko, Morgan y Yo, Así que me crié sola, Al llegar quité mi camisa de trabajo, después me comencé a deshacer de los zapatos, Los quité y me encamine al espejo, Quité mi maquillaje y volvi a terminar de quitar la ropa formal, me vestí con un pantalón de pijama rosa y la camiseta a juego, y me puse las pantuflas de garras de tigre, Al terminar fui a la sala, Dónde estaba Kyanko acostado en el sillón viendo un programa de televisión, me senté a su lado hasta que mi mamá me llamo.

-Hella, Pequeña, Tu padre me llamo, puedes ir por el al centro? El auto está afuera- Dijo sonriendome

-Vale ya voy,- Me levanté y fui a cambiar mi pantalón puse unos tenis y una camisa de botones para así salir.
Subí al auto y me dirigí al auto. De camino escuchaba mi playlist, el centro quedaba a al menos 45 minutos así que fue un camino bastante largo, Después de 1 hora de camino gracias a algunos imprevistos llegue al fin al centro, Después de estacionar el auto salí de el y llamé a mi padre.

-Diga?- dijo una voz tan suave y amable
-soy Hella, Papá, Dónde estás?- Me alejaba de el auto mirando a todos la dos
- En la plaza principal, ven te invitaré un helado- yo solo tenía algo claro, Si nos tardamos más de lo debido, mamá si que se enfadaría
- vale, Voy, Pero rápido, La cena estaba casi lista cuando vine.

después de la afirmación camine a la plaza y después de un par de minutos buscando pude ver al hombre de cabellos negros que miraba las aves.

Me acerqué a el, y comenzamos a convensar comimos un helado y volvimos.

Nos dedicamos a cenar, Mamá comentaba algunas cosas, bebía mi té cuando de pronto aquello comenzó.
La sirena de terremoto comenzó a sonar, Me levanté y Vi a Morgan correr y ladrar a la puerta, Así que fui en busca de Kyanko, estaba por entrar a mi habitación cuando aquel temblor ocurrió, Busque un lugar donde esconderme, Todo se removía como si no hubiera un fin, Sentía tanto terror cuando escuché un maullido bajo el escritorio donde me apresure a acomodarme, Sin dejar de resar para que todo se detuviera al fin, No paraba, mi gato se aferraba a mi, Deseaba mis padres hubieran salido, Más no sabía nada

Los minutos se volvían horas y el aire me faltaba las cosas se movian fuera la casa derrumbada sobre mi, Sin saber qué pasaría, Mi gato se aferraba a mí y a la pequeña cantidad de oxígeno que entraba a través de los orificios que quedaron entre todo lo que nos rodeaba, "Morgan, Morgan encuéntranos" Pensaba a toda fuerza, Si al menos ella nos olía podría pedir ayuda para salir de ahí, Tenía mi cabeza torcida y era incómodo, pero no más que saber que nadie sabía que estabas ahí, Si Mis madres salieron de la casa deben pensar que estoy muerta, Al fin, Aquellos movimientos fueron tan bruscos que tiraron la casa sin más, Incluso hicieron que Kyanko el gato más movido terminara temblando entre mis manos, Ahora estaba muy quieto, Aunque no se si por el miedo o por la falta de aire que ya nos comía vivos. -Mi lindo gatito, Ya verás que nos va a encontrar Morgan o mis padres, Pero nos encontrarán sea como sea- Repetía, bien sabía que quizá eso no pasaría y tarde o temprano el oxígeno dejaría de llegar ese lugar hasta que ambos murieramos, Pero teníamos quizá hasta una semana antes de eso, Bueno al menos yo, Talvez el gato terminaría muriendo antes, Mi lindo Kyanko.
Comence a cantar y de vez en cuanto miraba por la pequeña rendija donde la luz se colaba, Talvez habría diferencia pero ninguna, la luz se colaba pero no podía ver nada hacia afuera.

-Los árboles se ocultan, 
Tras mi triste voz,
Qué lloro entre risas,
Fingiendo tu perdón

Creí haber pedido decirte que ya no
En tus brazos no lloro 
Mis ojos dicen adiós

Llorando en este pozo,
Dándote mi vida,
El oxígeno se acaba llenando tu alma,
Ven a llorar conmigo a la hora de morir,
Si tus lágrimas brotan podré yo ser feliz.

Aquella triste canción rondaba mis pensamientos y la cantaba mientras trataba de hacer aquel pequeño orificio más grande, así dejando entrar más oxígeno.

-Cada vez que te miro mis ojos se inundan,
Lágrimas van diciendo, Nada me va a ganar
De a poco tu marcada
Me vuelve a llenar 
Mientras te vaz tranquilo,
Te trato de alcanzar

Mírame alma mía,
Te trato de alcanzar,
Te trato de alcan...

Un movimiento fuerte me callo, Algo sonaba fuera pero no sé podía distinguir que, Era un sonido muy fuerte, Como si trompetas mal afinadas fueran acompañadas con un piano mal tocado y una batería eléctrica, Tan penetrante en los oídos que no se calmaba, Kyanko se retorcía tratando de ocultar su cabeza, Si era horrible para mí no me imagino para el que se quejaba parecía preferir morir, Entonces tome sus orejas y jalandolo hacia a mi le presione sus oídos.
Si bien trataba de mantenerme despierta pronto me quedaría sin energía y así fue pasando todo de a poco, Mis ojos comenzaron a cerrarse mientras mi pequeño Kyanko se retorcía en el suelo, Mirando aquel rayo de luz de el día que venía por terminar todo se volvió obscuro.
Desperté buscando a Kyanko por todos lados sin parar, pero solo pude notar que ahora yo estaba sola y aquella abierta que había tenía unos centímetros más en su grosor. Trate de moverme pero mis piernas estaban ya muy entumecidas, No podía sentir ya ni aquella madera que tocaba mis pies, Pero nuevamente aquel ruido se escuchaba, Ahora me enfocaba en tapar mis oídos era como si estuviera más cerca, En realidad todo estaba tan obscuro que no podía ver más que la luz de la luna colándose por aquella rendija por la que seguramente mi gato había escapado.




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