La Última Flor Para El Invierno

TREINTA Y TRES

JANE DEE

Mi alarma no sonó o yo no la escuché. Era un desastre esta mañana. Las notificaciones estaban repletas de mensajes de Tim preguntando dónde estaba y mientras respondía podía escuchar que los padres de Blake estaban escaleras abajo y me aterraba que alguno de ellos subiera para ver a su hijo y descubrirlo con los brazos rodeados en el cuerpo de una chica semidesnuda que les agradaba por ser tan amable y buena amiga con sus hijos. 

Terminé de colocarme los botines y salté en la cama para despertar a Blake.

—Vuelve a la cama.

Me abrazó por la cintura para no dejarme ir.

—Blake, tus padres están abajo y me he pasado de mi hora de llegada.

Abrió los ojos tanto como pudo y saltó de la cama. Luego se colocó unos pantalones grises holgados y una sudadera negra que le cubría los rasguños de la espalda y la marca roja que le había dejado arriba de su tatuaje. El recuerdo de aquello quiso invadirme, pero no se lo permití. Lo que quería hacer era salir de ahí cuanto antes.

—Son las diez, seguramente están preparando el desayuno. Hay que bajar en completo silencio.

Salimos de su habitación y de inmediato Allison habló por detrás de nosotros haciendo que ambos sintiéramos la muerte cerca.

—¿Por qué no saltas por la ventana?

—¿Acaso crees que voy a dejar que salte por mi ventana como si fuera una delincuente? —Blake protestó—. Si quieres ayudar, entonces ve a distraerlos para que Dee pueda salir.

Allison bajó las escaleras y cuando pasó junto a mí me guiñó el ojo. Seguramente ella sabía por qué estaba en su casa. Después de todo ya no supe lo que ocurrió con ella luego de que se marchara a darse una ducha. Quizás nos había escuchado. Quizás lo sospechaba. Quizás pensaba que era una delincuente por quitarle la inocencia a su hermano. Había tanto en mi cabeza ahora mismo que probablemente me explotaría.

Blake quiso cubrirme cuando cruzamos la sala de estar y pude escuchar que Allison hablaba más fuerte para que no se escuchase la puerta principal cuando la abriese. El duro intento que hicimos por pasar desapercibidos fue en vano debido a que, cuando estaba a nada de salir, la madre de Blake nos llamó.

—¿Qué haces aquí tan temprano, Jane?

—Ella solo vino por la ropa que había dejado olvidada la cena anterior.

Allison luchaba por no reír y yo quería dejar de existir. O tal vez deseaba tener un poder para hacerme invisible.

—¿Ropa? —repitió su padre.

—Maldita sea, Blake Flaubert, pero ¿qué carajos fue lo que le ocurrió a tu rostro? —Su madre avanzó hacia Blake y retiró la capucha de su cabeza para ver mejor todas sus heridas—. Santo cielo. ¿Cómo…? ¿Quisieras decirme cuándo te ocurrió esto?

—No es nada. Alls y yo ya lo resolvimos.

—¿Tú sabías de esto, Allison? —La señora Flaubert parecía estar sorprendida y molesta al mismo tiempo. El padre de Blake seguía sin decir nada, pero su mirada podía expresar todo lo que sentía y lo furioso que estaba con sus hijos—. ¿Por qué no nos informaron nada?

—Apenas sucedió ayer —respondió Allison—. Lo teníamos todo bajo control. Los chicos estaban con nosotros.

—¿Qué cosa?

—Mierda —susurró Blake a mi lado—. No queríamos preocuparlos. De verdad, papá.

—Ustedes dos y yo tendremos una seria conversación al respecto. No es la primera vez que esconden lo que les sucede de nosotros.

—Jane, ¿podrías cerrar la puerta cuando salgas, por favor? —Me pidió la señora Flaubert cuando pretendió llevar a Blake lejos de la sala de estar.

—Tengo que llevarla de vuelta a su hogar.

—Cierra la boca, debemos cambiar esa gasa tan sucia que tienes.

—Te veremos por la tarde en casa del abuelo —dijo Allison antes de que me marchara.

⁕⁎⁕

Gracias al cielo y a lo rápida que fui, pude llegar veinte minutos antes que mi padre y Minnie. Afortunadamente, Tim ya me esperaba con el desayuno listo y un buen baño de burbujas preparado que no pude disfrutar por la tensión que llevaba cargando en todo mi cuerpo.

—¿Qué estuviste haciendo para que tengas el labio roto, hermanita?

—No quieres saber.

—Sí quiero.

—Tus amigos, Eric y Courtney, hicieron toda una escena en la discoteca. Este golpe es de la pelirroja.

—Mier… Digo, qué mal —Corrigió en cuanto lo miré mal—. Debe dolerte mucho.

—No es nada comparado con lo que Eric le hizo a Blake.

Bufó.

—¿Qué, le cortó la cara? —Tim dejó de sonreír sarcásticamente cuando yo no contesté. Esta vez no intentó remediarlo—. Mierda. ¿Por eso te quedaste anoche?

Asentí. Estaba a nada de preguntarle sobre su noche y, si podía, hablarle sobre la visita que tengo planeada hacerle a la familia de Aiden para agradecerles lo bondadosos y amables que han sido con mi hermano este último mes, pero aquel entusiasmo que tenía fue cortado de raíz por la ruidosa voz de Minnie y las risas gruesas de mi padre.




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