La Última Flor Para El Invierno

TREINTA Y SEIS

JANE DEE

La cocina estaba hecha un desastre gracias a que me encontraba preparando aquel cheesecake de zarzamora para la familia de Aiden mientras comía una rebanada delgada del pastel de fresa que Steve me había horneado y un pedacito de los buñuelos que Allison había cocinado para mí en mi fiesta sorpresa.

Cada vez que recordaba aquel momento, no podía evitar sentirme afortunada por haber conocido a todas aquellas personas que hicieron de mi cumpleaños un día especial. Tim, Blake, Allison, los gemelos, Kyle, Rachel, Steve, Raquel, incluso Lillian asistió y me dio un regalo. Fue la mejor fiesta sorpresa que pude haber tenido. Claro que, los padres de Kyle no pensaron lo mismo después de encontrar su hogar lleno de personas que no conocían del todo y a su hijo con el abdomen pintado con un marcador negro que escribía: «FELICES DIESCIOCHO AÑOS, JANE.» Pero valió la pena todo el desastre. Estaba plena y luego de la conversación que había tenido con Blake respecto a la mudanza de Steve y Raquel, sentía el valor suficiente para comentárselo a mi hermano. No obstante, en cuanto le dije todo, el miedo a su respuesta o reacción me inundó de pies a cabeza.

—¿Y qué esperamos para marcharnos? Jane, hay que empacar cuanto antes. No tenemos tantas cosas aquí, así que podemos llevar solo una maleta. ¿Crees que Canadá sea tan frío como dicen? Seguro sí. No lo sé. ¿Acaso sabes cómo es la nueva casa?

—Tim…

—¿Qué es lo que dirá el viejo cuando se enteré de que ya no tendrá a sus hijos aquí? ¡Ja! Apuesto a que estará igual de feliz que nosotros.

—Es que no sé si quiero irme.

—¿De qué hablas? Claro que quieres irte.

—No sé si estoy lista para dejar atrás Michigan. Este es mi hogar, aquí crecí.

—Pero la casa de Dominic Ferguson jamás ha sido nuestro hogar. Jane, la oportunidad de largarnos de este infierno al fin se está presentando frente a nosotros. ¿Por qué no querrías irte?

—Porque tengo mucho aquí.

—Blake y sus amigos no son «mucho» para ti. Yo sí. Soy tu único hermano.

—¿Y qué hay de Rachel? ¿De tu amigo Aiden?

—No voy a amarrarme a un lugar que no me hace feliz solo por ellos.

—Son tus amigos.

—Y lo pueden seguir siendo. Ellos aquí y yo en Canadá.

—Tim…

—Tú y yo. Ese es nuestro lema. Siempre hemos sido tú y yo, Jane. No te atrevas a olvidarlo ahora.

Él y yo. Timothy y Jane. Hermano y hermana.

No podía convencer a Tim de que se quedara conmigo porque ni siquiera lo consideró en cuanto le hablé de la noticia. Estaba dividida entre lo que yo quería y lo que necesitaba. Lo que necesitábamos ambos. Blake sabe la verdad a medias y me siento tan culpable por no haberle dicho todo. También me aterra saber lo que dirá y su reacción. Quizás se moleste. Quizás me diga lo egoísta que estoy siendo. Quizás me diga lo mentirosa que soy por haberle prometido que estaría con él y ahora ya no estoy muy segura. Quizás me rompería el corazón tal como él mismo quería prevenir desde el principio. Quizás ya estaba perdida y no quería darme cuenta.

Blake: No podré acompañarte a dejar el postre. La salud de la abuela empeoró; mis padres ya están en camino a Carolina del sur, pero tendré que recoger a Allison luego de mi examen de química para tomar nuestro vuelo. Te escribo cuando llegue allá, mon rire. 

Jane: No hay problema. Espero que todo mejore y buen viaje.

Luego de tocar el timbre, una mujer alta de cabello rojo abrió la puerta y me examinó con sus ojos negros y helados.

—¿Se te ofrece algo?

—Hola. Soy la hermana de Tim, Jane. Me da mucho gusto conocerla por fin. Lamento no haber venido antes y por esa razón cociné esto para su familia —La madre de Aiden tomó el cheesecake—. Es una muestra del tremendo agradecimiento que tengo con usted y su hijo por recibir a mi hermano en su hogar estos últimos meses. De verdad se lo agradezco desde el corazón. Mi hermano no ha…

—¡Aiden! —Su grito estaba tan enfurecido como ella—. ¡Ven aquí ahora mismo!

El chico no se demoró y se colocó junto a su madre de inmediato. Me miró de arriba abajo, luego al postre y finalmente a su madre.

—¿Conoces a esta chica?

—No.

—Dice que es hermana de Tim y que tú has invitado a ese niño a nuestra casa los últimos meses. ¿Es eso verdad? Sabes que está totalmente prohibido traer a cualquiera que no sea parte del club de tu padre a nuestro hogar. ¿Por qué no dijiste nada al respecto, jovencito?

—¿Tim? Yo no he invitado a Tim a nuestro hogar. Ni siquiera somos amigos.

Sentí un golpe seco en mi estómago y de inmediato comencé a estar nerviosa.

—Claro que son amigos —dije por fin, ganándome la atención del chico y su madre—. Timothy Dee ha venido a tu casa varias veces, incluso se ha quedado a dormir.




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