La Última Flor Para El Invierno

TREINTA Y OCHO

JANE DEE

Los padres de Blake se encuentran con Allison, preguntaron por ella justo cuando cruzaron las puertas del hospital. Kyle y James convencieron a Blake de tomar aire fresco y comprar un par de refrigerios para sus padres, quienes no han probado bocado desde hace más de cuatro horas. No hacía mucho tiempo desde que Andrew tuvo que ir a dejar a Grace a su casa debido a un asunto familiar de ella; él dijo que volvería cuanto antes para no dejar solos a los hermanos. Debido a todo lo anterior estaba completamente sola junto a Lillian. Ella estaba sentada frente a mí con los brazos cruzados y evitándome la mirada. Su presencia lograba hacer que mi cabeza se desviara un poco del tema con mi hermano y lo que sé respecto a todo el desastre que se desató. De hecho, Lillian me distraía tanto de cualquier tema en específico. Ella era realmente bonita y de la nada me preguntaba por qué Blake la rechazó para estar conmigo. Tal vez él veía algo en mí que yo no. Seguramente, con todo lo que ha sucedido, él dejará de verme de esa manera.

Cuando se entere…

Cuando él sepa lo que pasó, la mera verdad, no me perdonará…

Lillian tendrá oportunidad para convencer a Blake de que es mejor partido que cualquier otra chica. Mejor partido que yo. Mejor partido que una hipócrita. Mejor partido que la hermana de un delincuente que causó un aborto espontáneo. Cualquier persona que no esté relacionada con algo como eso es mejor partido para un corazón tan frágil como el de Blake Flaubert.

—Lo que haces por él… creo que es admirable.

—¿Disculpa?

—En todos mis años de conocer a Blake, nunca vi que la sola presencia de alguien lo hiciera cambiar tan drásticamente.

Después de no mirarme en lo absoluto, pasó a observarme con detenimiento mientras me hablaba.

—Eres alguien muy fácil de querer, Jane, lo admito. Entiendo muy bien porqué le agradas tanto a Kyle y porqué Blake está perdidamente enamorado de ti.

—¿Ah, sí? —Afirmó—. ¿Por qué?

Se levantó para sentarse a mi lado. Sus ojos no se apartaban de mi mirada.

—Porque les diste esperanza.

No comprendía nada en absoluto y Lillian lo notó.

—No voy a explicártelo, Jane, dedúcelo por ti misma. ¿Quieres una pista? Cuando toda esta mierda mejoré, no los mires, observalos. Ahí es cuando notas la diferencia.

Quería preguntarle por qué se comportaba así conmigo y por qué había dicho todas esas cosas, pero el tono de llamada de mi celular se robó mi atención. Me alejé unos metros para responder la llamada de Raquel.

—¿Dónde estás? Tim no ha dejado de refunfuñar.

—Gracias por avisarme que está con ustedes, Raquel. Iré por él en un momento. Necesito espacio para pensar qué haré esta vez para arreglar todo.

—Mi niña, no tienes que arreglar las cosas con el loco de tu padre. Sabes que aquí tienes tu hogar.

—Lo sé, lo sé, pero Tim ha hecho algo fatal…

—Ven con nosotros, Jane. Si quieres hablar con tu hermano al respecto, nosotros les daremos su espacio, pero, por favor, no regreses a esa casa.

—No lo haré, lo prometo. Ese lugar nunca fue mi hogar.

—Steve dice que pasará a recogerte. ¿Dónde estás?

—No.

—Jane, te escuchas preocupada. Dime dónde estás.

—En el hospital —susurré—. Es la hermana de Blake. Ella tuvo… Sucedió algo horrible y mi hermano está involucrado —Escuché que Raquel quiso responder, pero la interrumpí—. Por esa razón mi padre lo golpeó.

—Jane…

—Les contaré todo cuando llegue allá. Adiós.

⁕⁎⁕

No le permití a Blake dejarme en casa porque claramente ya no tenía una, además de que él no sabía nada de lo que había pasado conmigo, Tim y mi padre y quería que así se quedase. Al llegar al pequeño departamento de Raquel y Steve, encontré a mi hermano sentado en la única silla que tiene el balcón de la sala. Él me observó y cerró la puerta corrediza de este bajo seguro. Desde luego sabía que Tim seguía molesto, yo igual, pero tenía más dolor por los sentimientos negativos por los que atravesaba mi hermano que no tenía las fuerzas suficientes para molestarme con él directamente. Era solo un niño confundido que se sentía encerrado; atrapado en una jaula.

—¿Qué fue lo que pasó, mi niña?

Nunca nadie me había llamado de esa manera. Siempre imaginé que aquel apodo era brindado por una madre a su hija. Escuchar a Raquel llamarme así cada vez que estaba preocupada me hacía sentir especial, pero ahora, justo en este instante, lo único que podía sentir era culpabilidad. ¿Cómo podía llamarme así alguien que no compartía lazos de sangre conmigo? ¿Con qué valentía le iba a decir todo lo que ocurrió?

—Ya no puedo —dije apenas el nudo en mi garganta me lo permitió—. Ya no sé qué hacer. 

Lo último que quería era verme como una niña débil y llorona.

—La casa de Blake fue allanada —El nudo de mi garganta persistía—. Su hermana terminó en el hospital.




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