La Última Guerra Entre El Cielo Y El Infierno

Capítulo 1: señales del fin del mundo

3 de abril de 2066
-Y en titulares de ultima hora -decía la voz tensa del locutor-: la temperatura media del planeta ha subido cinco grados en solo veinticuatro horas. Sin aviso. Sin explicacion.
Las palabras salian por millones de radios, televisores y moviles al mismo tiempo, repitiendose en decenas de idiomas. El mundo entero contenia la respiracion, atrapado en la noticia mas inquietante de los ultimos cien años.
-Los expertos no encuentran una causa logica. No hay registros de actividad solar extrema, ni volcanes, ni armas nucleares. El calor ha aumentado de forma repentina y global. La atmosfera parece alterada.
Calles vacias. Ventanas cerradas. Alarmas de emergencia en los telefonos. Los gobiernos pedian calma, pero sus propios rostros, tensos y empapados de sudor, delataban lo contrario.
En algunas partes del mundo, los animales habian comenzado a comportarse de forma extraña: aves volando en circulos durante horas, perros huyendo sin rumbo, peces flotando muertos en rios sin contaminacion aparente...
Nadie lo dijo en voz alta, pero todos lo pensaron: algo mas que el clima estaba cambiando. Y el reloj del mundo acababa de empezar a marcar la cuenta atras sin que nadie lo supiera.

5 de abril de 2066
Cuarenta y ocho horas despues del inexplicable aumento de temperatura, la Tierra comenzo a rugir.
A las 3:17 de la madrugada, el primer terremoto sacudio el Pacifico con una fuerza de 9.8 en la escala de Richter. Diez minutos despues, otro aun mas fuerte golpeo la costa de Alaska. Y luego, uno tras otro, como un latido descontrolado, el planeta empezo a temblar en multiples puntos del globo.
No era una replica. Era una respuesta.
Las alarmas de tsunamis no paraban de sonar. Hawai, Japon, Indonesia, Chile, California, Nueva Zelanda... las costas comenzaron a evacuar, pero el agua llegaba mas rapido de lo que la gente podia huir. Oleadas gigantes de mas de treinta metros se tragaban todo a su paso: ciudades costeras, aeropuertos, carreteras. En algunos lugares, los mapas ya no servian.
Los noticiarios hablaban de fallas tectonicas moviendose en direcciones inesperadas, de zonas que jamas habian registrado actividad sismica y que ahora se agrietaban como si fueran de papel.
Islas enteras tuvieron que ser desalojadas. Ciudades flotantes improvisadas comenzaron a formarse en alta mar, con miles de refugiados a bordo de barcos militares, cruceros y plataformas petroliferas.
Las redes sociales se llenaron de imagenes apocalipticas: grietas de kilometros en la tierra, puentes colapsando, olas arrastrando trenes enteros.
-El planeta esta colapsando -dijo entre lagrimas una reportera desde una azotea en Manila, mientras a lo lejos se alzaba la espuma del mar como una muralla.
Pero eso era solo el principio.

8 de abril de 2066
Cinco dias despues del primer aviso, el cielo se convirtio en el siguiente enemigo.
Satelites meteorologicos mostraban imagenes que desafiaban toda logica: huracanes gigantescos formandose en simultaneo en todos los oceanos, como si el planeta estuviera girando al reves.
Pero no eran huracanes normales. Vientos entre 400 y 500 kilometros por hora. Mas rapidos que el sonido de una alarma. Mas letales que cualquier arma.
Los meteorologos, desbordados, solo repetian palabras como "imposible", "sin precedentes", "nunca antes visto". Algunos lloraban en directo. Otros simplemente se callaban.
La costa este de Estados Unidos fue la primera en caer. Lo que parecia un ciclon de categoria 5 supero todo sistema de medicion conocido. La prensa comenzo a llamarlos "huracanes nivel 6", pero ya no importaban las escalas: no habia refugio seguro.
Europa no tardo en recibir el suyo. Uno de ellos cruzo el Atlantico en menos de un dia y arraso las costas de Portugal, Galicia y el suroeste de Francia, dejando una estela de destruccion a su paso. El viento levantaba coches, arrancaba tejados como si fueran papel, y doblaba torres electricas como si fueran ramas secas.
En Asia, tres tormentas colosales giraban sobre el Pacifico como si danzaran una coreografia infernal.
La atmosfera parecia estar en guerra con la Tierra. Y el ser humano... solo podia mirar desde abajo.
Las comunicaciones se interrumpian por horas. Los servicios de rescate no daban abasto. Y por primera vez, en cada rincon del mundo, se empezo a hablar en voz alta de una palabra prohibida: Apocalipsis.

15 de abril de 2066
El cielo brillo como en una noche de verano. Miles de personas salieron a los balcones pensando que, por fin, algo hermoso sucedia.
Pero no era una lluvia de estrellas. Era una advertencia final.
Las Perseidas, que normalmente aparecian en agosto, cayeron con una intensidad nunca registrada: fragmentos incandescentes atravesando la atmosfera con furia, muchos mas grandes de lo habitual, muchos mas veloces. Y no apuntaban al suelo. Apuntaban al cielo.
En cuestion de minutos, todos los satelites artificiales comenzaron a apagarse uno por uno. Los sistemas de GPS desaparecieron. Las comunicaciones por satelite colapsaron. Las señales de television y radio enmudecieron. Internet dejo de existir.
Las ciudades quedaron aisladas. Los aviones perdieron navegacion. Los militares, ciegos. Nadie sabia que hora era. Ni que ocurria mas alla de su barrio. Ni si habia algun gobierno aun en pie.
Los pocos cientificos que aun tenian energia de reserva en sus laboratorios confirmaron lo impensable: la orbita terrestre baja habia sido barrida. El cielo habia quedado en silencio.
Y entonces, cuando la oscuridad parecia total, cuatro luces de colores cruzaron el cielo en direcciones distintas, dejando estelas resplandecientes que ardieron durante minutos.
Una roja.
Una negra.
Una blanca.
Una amarilla.
Nadie supo que eran... pero todos lo sintieron: algo habia llegado a la Tierra, una fuerza destructora imparable que en pocos dias habia exterminado millones de vidas en todo el mundo y los humanos no podian hacer nada.
Eran meros espectadores de como el planeta los queria matar con las defensas naturales que tenia.




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