les gigantes cedían paso a una llanura cubierta de niebla, donde un círculo de piedras antiguas emergía del suelo como los restos de un templo olvidado.
—¿Esto es el Bastión? —preguntó Alina, con la voz impregnada de asombro.
Eiran asintió.—No es un lugar… es un guardián. Y está esperándote.
Alina se acercó con cuidado. Cada piedra tenía grabados símbolos distintos, lenguas arcanas que no conocía, pero que, de alguna forma, entendía. Cuando pisó el centro del círculo, el suelo vibró suavemente y un resplandor dorado se alzó como un velo alrededor de ella.
—Alina, del linaje primera… hija de Lioren, el hechicero caído. —La voz era profunda, sin forma, como si el mismo aire hablara.
Ella sintió q el nombre la atravesaba como una daga "Lioner" su padre, Eiran se acercó lentamente, con ojos llenos de cuidado.
—No quería que lo supieras así… pero es parte de lo que debes enfrentar.
—¿Caído? —murmuró ella, confundida—. ¿Mi padre fue un traidor?
—Fue un héroe… antes de perderse en la oscuridad.
Las piedras comenzaron a girar lentamente alrededor de Alina, proyectando fragmentos de memoria: un hombre de mirada intensa, una batalla cubierta de fuego y sombras… y luego, la caída.
—Tu padre fue el primero en intentar desafiar al enemigo… y fracasó —dijo la voz del Bastión—. Pero no antes de sellar su legado en ti.
Alina sintió que el círculo de piedras no solo protegía algo… también lo despertaba. Su magia vibraba más fuerte que nunca, como si respondiera al eco de ese pasado.
—¿Qué se supone que haga con esto? —susurró, los ojos empañados.
—Decidir —respondió Eiran con suavidad—. Si quieres cargar con su sombra… o encender tu propia luz.
Y por primera vez desde que despertó esa mañana, Alina no sintió miedo, Sintió propósito.