La última hechicera

La Prueba del Fuego

El resplandor en el círculo creció, y las piedras dejaron de girar. En su lugar, el aire se tornó espeso, cargado de una energía ancestral. La voz del Bastión volvió a resonar, más cercana esta vez, como si hablara desde el mismo centro del alma de Alina.

—Todo poder verdadero debe ser probado, el linaje no es suficiente, el fuego que portas… debe elegirte.

Antes de que pudiera responder, el suelo bajo sus pies desapareció. En un parpadeo, Alina se encontró sola, de pie sobre un suelo de cristal, rodeada de llamas violetas que no quemaban, pero que ardían con recuerdos.

El Bastión la había transportado a un plano interior, un espacio entre la memoria y la magia, frente a ella apareció su reflejo… pero distorsionado: una versión de sí misma con ojos fríos, crueles, y la magia ardiendo como un veneno.

—¿Tú eres yo? —preguntó Alina, sintiendo cómo su corazón latía con violencia.

—Soy lo que podrías ser —respondió la sombra—. Si permites que el dolor te gobierne. Si usas la magia por miedo, por venganza, por rabia.

La sombra extendió su mano, en ella una esfera de magia oscura vibraba como un corazón.—Tómala, reclama tu derecho como heredera del caos sé fuerte… sola.

Alina dio un paso atrás, temblando. Pero entonces, recordó la mirada de su abuela. La calidez de Eiran. El fuego que había nacido no para destruir… sino para sanar.—No necesito tu oscuridad —susurró.

Y con un gesto firme, alzó la llama azul y morada que ardía en su interior. El fuego envolvió a la sombra, no para destruirla, sino para devolverle su forma original: una niña pequeña, asustada, herida, Alina la abrazó.

—No soy perfecta. Pero tampoco estoy sola.

El plano se desvaneció, y ella volvió a aparecer en el círculo del Bastión, arrodillada, pero más fuerte.

Eiran la recibió con una mirada intensa, supo al instante que lo había logrado.

—El fuego te eligió —dijo él.

—Y yo lo elegí a él —respondió Alina, con la voz firme.

Las piedras brillaron una última vez… y se abrieron. Un portal se alzó ante ellos, envuelto en niebla y luz.

El verdadero viaje… acababa de comenzar.




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