La última hechicera

Más Allá del Portal

El portal vibraba con una energía viva, palpitante, como un corazón recién despertado. Alina dio un paso al frente, y la niebla que lo rodeaba se apartó suavemente, como reconociéndola. Eiran se colocó a su lado, y por un momento, solo se miraron.

—¿Qué hay del otro lado? —preguntó ella, con una mezcla de emoción y temor.

—Un fragmento del mundo que fue… y la clave del que podría ser —respondió Eiran—. Lo llaman Kaer Thalim: el Reino Olvidado.

Sin más palabras, cruzaron el umbral.

El aire al otro lado era distinto: más denso, más cargado de magia, pero también más antiguo. El cielo tenía un matiz violáceo, y a lo lejos se alzaban ruinas flotantes, envueltas en luz y oscuridad, como si el tiempo hubiera colapsado sobre sí mismo.

—Aquí fue donde la magia nació… y donde casi murió —dijo Eiran, con reverencia.

Alina sintió la tierra responder bajo sus pies. Era como si el lugar entero la reconociera. Cada piedra, cada suspiro del viento, parecía decirle: estás en casa… aunque jamás había estado allí.

Pero la bienvenida no duró mucho.

Un estruendo resonó a lo lejos, como un trueno sin tormenta. A lo lejos, una torre negra emergía entre la niebla. Desde su cima, una sombra se alzaba, observando.

—Nos vieron —murmuró Eiran—. Y ellos también han despertado.

—¿Quiénes son? —preguntó Alina, tensando los dedos, lista para invocar su magia.

—Los Heraldos de la Ruptura. Guardianes del caos… y seguidores de tu padre.

El corazón de Alina se detuvo un segundo.— ¿De mi padre?

Eiran asintió.—No todos creen que cayó, Algunos piensan que… eligió un nuevo camino.

Las palabras colgaron en el aire, Alina comprendió entonces que no solo tendría que enfrentar al enemigo.

Tendría que enfrentarse a la verdad.




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