Kaelen bajó la mirada hacia el suelo, su expresión oscurecida por sombras del pasado.—Hace siglos, juré proteger a quienes portan la llama antigua —comenzó—. Mi deber me llevó a vigilar la línea de hechiceros, incluso antes de que tu padre cayera.
Alina lo observaba, intrigada.—¿Conociste a mi padre?
El guardián asintió lentamente.—Lioren era un hombre de luz, pero también de tormentas internas intentó salvar al mundo, pero la oscuridad lo tocó profundamente cuando se perdió juré que no dejaría que su sacrificio fuera en vano.
Eiran se acercó, añadiendo. —Kaelen no solo es un guerrero; es un vínculo con la historia que aún debes descubrir.
Alina sintió el peso de esas palabras y una mezcla de esperanza y miedo crecer dentro de ella.—Entonces, ¿qué viene ahora? —preguntó.
Kaelen alzó la vista, decidido.—Primero, debemos fortalecer tu fuego la oscuridad no esperará, y los Heraldos regresarán con más fuerza.
—Estoy lista —respondió Alina con convicción—. No permitiré que el legado de mi padre termine en sombras.
El viento susurró a su alrededor, y las llamas en sus manos ardieron con más intensidad que nunca.