La niebla se espesó alrededor del claro, envolviendo a Alina y sus compañeros en un silencio pesado. La figura que había desaparecido volvió a materializarse, esta vez con mayor claridad era una mujer joven, de cabellos plateados y ojos grisáceos que reflejaban tanto dolor como determinación. Su mirada se clavó en Alina con una mezcla de reconocimiento y desafío.
—Soy Sereth —dijo con voz firme—. Hermana de Lioren… y guardiana de secretos que tú ni imaginas.
Alina sintió que el mundo se detuvo por un instante.—¿Hermana? —balbuceó—. ¿Cómo es posible?
Sereth dio un paso adelante, sus ojos centelleando.—La familia de los hechiceros siempre fue más compleja de lo que te contaron. No todos lucharon por la luz, ni todos eligieron la oscuridad. Algunos… simplemente desaparecieron en las sombras.
Eiran apretó los puños.—Sereth, ¿estás aquí para ayudar o para obstaculizar?
Ella esbozó una sonrisa triste.—Ambas cosas. Porque el equilibrio depende de que entiendas la verdad… y que tomes la decisión correcta.
Alina miró a sus amigos, sintiendo el peso de un destino que se complicaba aún más.—Entonces… muéstrame.
Y con un gesto, Sereth levantó las manos, convocando ante ellos una visión que los sumergió en un pasado olvidado, donde la luz y la sombra danzaban en una delgada línea.