Caminamos sin rumbo fijo. Nuestros caminos son separados, pero nuestros corazones están unidos por los hilos del destino. Fue así como nos encontramos y seguimos juntos. Pero, al final, el destino decidirá si seguiremos juntos o solo seremos una estación pasajera que se encontró por casualidad.
¿Pero en serio fue una casualidad todo lo nuestro?
Al final, el destino siempre supo lo que pasaría, porque ni el destino mismo puede intervenir en su propio destino…
Querido destino…Elysia
Camino detenidamente por el pueblo de Erebos.
Todo el reino es hermoso, y aunque no sea perfecto, eso lo hace único.
Achico los ojos y sonrío cuando veo a Fayrha jugar con una niña.
—Es un poco extraño, ¿no lo crees?
Escucho una voz ronca detrás de mí.
Erebos.
Lo veo de reojo y vuelvo a ver a Fayrha y a la niña reír.
—¿El qué? ¿Que esté aquí o el hecho de que esta vez la barrera no me haya mandado lejos?
Respondo, mirando cómo a Fayrha la rodean los niños para que juegue con ellos.
—Las dos —responde Erebos.
Lo volteo a ver y noto que él también mira la escena antes de voltearse hacia mí.
—¿No te agrada la idea de que esté aquí?
—No, al contrario… Temo que esto sea un sueño y que al despertar ya no estés.
Sonrío y me acerco a él y lo abrazo. Él se queda estático, sin responder el abrazo.
—Créeme, no es un sueño, Erebos —susurro en su oreja y le piso el pie izquierdo, y él gruñe.
—Elysia —advierte.
—¿Qué…? Pensaste que era un sueño, solo te demuestro que no lo es —hablo suavemente mientras me separo de él.
Río por lo bajo y camino a donde está Fayrha.
Erebos
Veo cómo camina, su cabello dorado se mueve con el viento. Se acerca a donde está su guardiana y le hace un conejo de luz dorada a la niña.
Su poder es extraño. Juega con él mientras de la nada aparecen unas mariposas de luz dorada volando a su alrededor.
De reojo, veo a Daarlen y él niega con la cabeza mientras me dice por lo bajo:
"Ya caíste. Me han quitado a un camarada."
"Lo voy a matar, Daarlen…"
Pienso y niego. Veo cómo se va y con mi poder hago que tropiece y caiga al suelo.
—Nunca te burles de tu rey, primo —hablo bajo entre dientes para mi mismo.
Narrador
Y mientras todos en Erebos estaban felices, la oscuridad acechaba en los rincones.
—Sean felices ahora, porque en el momento en que su felicidad llegue a la cima, haré que caiga en picada… Todo corazón oscuro tiene su historia.
Sonrió la oscuridad mientras caminaba por el bosque rumbo a la prisión donde un día estuvo encerrada.
La atravesó y vio aquel árbol dorado ya marchito.
Su ira explotó haciendo que una nube de oscuridad se dispersara, haciéndola caer.
—Una pequeña historia que, cuando estaba empezando, dio fin.
Habló con voz ronca mientras soltaba una risa macabra, haciendo temblar todo el lugar.